Una de las razones por las que empecé a componer y me hice solista fue que no escuchaba a nadie haciendo rock y hablando de problemáticas femeninas. Y no me refiero a lo “femenino” desde el lugar de lo rosadito, sino de lo que se habla desde el rock: cuestionar lo que pasa. Hice muchos temas al respecto y el suplemento Las 12 fue un gran disparador en su momento, no bien salió. “Te maté porque sí”, “Esa belleza”, “Tierra Colorada”, “Mio”, “S.O.S un ángel”... podría nombrar muchísimos temas, directamente mis cuatro discos, que de una forma u otra hablan de violencia contra las mujeres. Sin militar más que en la música, que es mi mundo, esa frecuencia es la que vivo aún estando rodeada de varones casi todo el tiempo.

La semana pasada no participé de la marcha. No sé qué me pasó: desde que vi el #NiUnaMenos por todos lados, no sé cómo explicarlo, me hizo ruido. Por un lado pensé: tendría que estar contenta que se dicen en voz alta determinadas cosas por primera vez pero no me parecía franca, sincera, la forma. Me pareció que se salía de contexto, que se mezclaba con todo lo contrario. Sentimientos encontrados es lo que me invadió esa semana. Creo que ver determinadas personas con el cartelito me molestaba mucho. Es que cada vez que en algún momento en las redes digo o veo que dicen algo sobre el feminismo esto es cuestionado, entonces ver que las mismas personas que cuestionan ponían #NiUnaMenos me hacía un ruido grande, como una orquesta de mil músicos. Pero cuando vi las fotos, vi a las mujeres abriendo la boca, sacando palabras, abriendo puertas imposibles ya de cerrar, vi a todas hermanadas, vi pibes, varones, acompañando.

Ahí me emocioné, porque hablar de una violencia es hablar de todas las violencias, y si hay algo que provoca esa violencia visible y también la encubierta que lastima y mata es el silencio.

Entonces ahí me gustó. Me cerró la marcha. No me importó más que varios fueran mentirosos e hipócritas. Ahora bien, ¿cómo sostener esta agenda? Con el apoyo del “poder”, de la gente que toma decisiones, que pone la firma. Hablar, decir, contar... eso ya existe. Falta tomar determinaciones. Si no, es todo “de cara al turismo”. Y no le creo a nadie que no apoye la legalización del aborto y lleve el cartelito #NiUnaMenos. No me gusta el pensamiento: no se toca el tema porque si se dice la palabra aborto no va nadie a la plaza. La legalización del aborto para mí es “el” tema.

Legalización del aborto, terminar con la violencia obstétrica, educación para que las mujeres no sigamos pensando que necesitamos ser queridas por un “otro” para existir y que si somos “malas” vamos a quedarnos solas, que sería el peor castigo que puede sufrir el ser humano.

Estoy formando parte de un proyecto muy interesante, “Se trata de nosotras”, música y poesía en contra de la trata de personas. Una banda toda formada por mujeres. Es muy intenso cada encuentro, ya que aparte de tocar se recitan textos y poesía y es un espectáculo intenso. Lo organiza y produce Cultura y Nación. La trata de personas, comercializar el cuerpo de, mayormente, mujeres, está unido directamente con el tráfico de drogas, de armas, con el aborto clandestino, la venta ilegal de bebés y miles de etcétera que tienen que ver con el menosprecio al ser humano.

Gente con poder que le saca existencia a otra. Eso es lo más violento.

Anular a una persona. Someterla hasta llevarla a creer que es la nada misma. Por eso fue importante la marcha. Les dio a muchas personas que no tenían voz la oportunidad de gritar “basta”. Ojalá sean escuchadas.

* Música.