Lunes, 20 de junio de 2016 | Hoy
FúTBOL › LA EURO SE DESARROLLA EN MEDIO DE UNA GRAN CRISIS SOCIAL EN FRANCIA
La violencia en los estadios causada por los ultras desembocó en un enfrentamiento diplomático agudo entre el país anfitrión y Rusia. Además, el técnico de los locales está en la mira de los medios por el rendimiento del equipo y por una polémica racial.
Por Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde París
La Eurocopa de fútbol que Francia celebra en este mes de junio se ha convertido en un cóctel explosivo en cuya coctelera se combinan batallas campales entre hinchas violentos, las huelgas en los transportes públicos, las compañías aéreas, las refinerías, los recolectores de basura, las manifestaciones nacionales contra la ley de reforma laboral, un clima de rebeldía que se instaló en París y las grandes ciudades encarnado por el movimiento NuitDebout y, como si fuera poco, un cruce diplomático agudo entre Francia y Rusia a raíz de los estragos que provocan los hinchas rusos en los partidos de fútbol. En ese caldo de muchas crisis que humea alrededor del campeonato europeo de fútbol al que acuden decenas de miles de personas venidas de toda Europa, el ingrediente más pesado han sido los hinchas fanáticos de países como Rusia, Gran Bretaña, Croacia, Turquía, Bélgica y Portugal. Los rusos, precisamente, fueron los protagonistas de una salvaje ola de violencia que hizo añicos el centro de la gran ciudad portuaria de Marsella, donde la Selección Rusa disputaba un partido contra Inglaterra. Más que hinchas ultras, los rusos parecían comandos parapoliciales entrenados para desestabilizar un campeonato que conoció también otros episodios de extrema violencia, esta vez con los ultras ingleses que destrozaron la norteña y pacífica ciudad de Lille, y luego con los croatas en Saint Etienne, los turcos, los belgas y los portugueses. En Lille hubo 36 detenidos y 16 personas hospitalizadas, en Marsella se detuvieron a 200 personas y aún hay un inglés herido entre la vida y la muerte. En total, desde que empezó la fiesta deportiva, hubo 350 detenidos, 200 están a disposición de la justicia, 35 están internados en los hospitales en Estado grave, y cerca de 40 fueron expulsados del país. La competencia europea se está convirtiendo en un campeonato de violencia entre hinchas de varios países: además de Rusia, Croacia e Inglaterra, Bélgica, Hungría, Portugal y Turquía serán sancionados por el entre de control europeo, la UEFA, por el comportamiento extremo de los simpatizantes de estas selecciones.
Los incidentes en Marsella con los rusos abrió una confrontación diplomática entre París y Moscú y otra con la UEFA. La Unión Europea de fútbol activó el mecanismo necesario para suspender la participación de Rusia en esta Eurocopa, en caso de que sus hinchas vuelvan a protagonizar incidentes violentos. El Ministro ruso de deportes, Vitali Moutko, dijo que su país “acataría la decisión de la UEFA”. La advertencia del organismo también incluyó a Gran Bretaña pero el capítulo más incendiario lo concentra Rusia, a quien también se ha amenazado con retirarle la ya polémica organización de la Copa del Mundo de 2018. Francia ha decidido expulsar a una cincuentena de hinchas rusos violentos y ello hirió la sensibilidad política del presidente ruso Vladimir Putin, cuyo país convocó al embajador francés en Moscú, Jean-Maurice Ripert. La cancillería rusa denunció el “carácter discriminatorio” de las decisión de Francia con sus hinchas y, hecho poco común cuando se trata de deporte, advirtió que “atizar el fuego de los sentimientos anti rusos en torno a la participación de Rusia en el Campeonato de Europa de fútbol puede agravar considerablemente la atmósfera de las relaciones franco rusas”.
Francia ganó in extreminis dos de sus partidos, el primero, uno a cero, contra Rumania, el segundo contra Albania, dos a cero, y empató cero a cero el que disputó ayer contra Suiza. Pese a haber terminado primera de su grupo, la prensa le cayó encima al entrenador Didier Deschamps con la misma virulencia con que el sindicato CGT se opone a la reforma laboral, aprobada mediante un decreto por el Primer Ministro Manuel Valls. Como la Selección ganó sus primeros dos partidos con goles al borde del final, los medios han echado a la hoguera al entrenador ya arrastrado por una polémica racial, debido a la exclusión de varios jugadores nacidos en Francia pero hijos de inmigrados, entre ellos el atacante estrella del Real Madrid, Karim Benzema, implicado en un sórdido caso de extorción del que fue víctima otra de los grandes jugadores ausentes, Mathieu Valbuena. El fútbol se ha ido envenenando con especias densas. Francia buscaba revalidar el doble sueño de la Copa del Mundo que ganó en 1998, cuando una selección multicultural que reflejaba perfectamente la composición de la sociedad levantó el trofeo luego de ganarle la final a Brasil, con la batuta del genial Zinedine Zidane, hoy entrenador del Real Madrid.
“El Pueblo se reconoció en ese grupo mestizo”, comenta el sociólogo Yvan Gastaut. Aquella aspiración, aquel espejo positivo, se volvió pesadilla. El clima social denso, las polémicas políticas y raciales que precedieron esta Eurocopa, la histeria de los medios de comunicación y el clima de casi terror que instauran los hinchas han ido deslizando el campeonato hacia un terreno fangoso. Aquella Francia unida del ‘98 que se reconocía hasta en los barrios más pudientes, y blancos en esa Selección de orígenes diversos es hoy una Francia fracturada donde el auge de le extrema derecha del Frente Nacional y su espina dorsal xenófoba ha contribuido a contaminar de forma negativa la narrativa nacional. El del 98 era un país unido y festivo, este es un país dividido, desconfiado del prójimo. Tal vez, a medida que avanza y la tormenta se calma, el deporte sirva de nuevo para unificar lo que los intereses políticos y los miedos rompieron en estos 18 años.
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