FúTBOL › GRINBANK CUENTA TODAS SUS DESVENTURAS EN EL LEGANES
“La fiesta me salió cara”
El empresario Daniel Grinbank admite los errores cometidos y calcula en 2 millones y medio de euros el monto del dinero perdido en el Leganés. También les da respuestas a los jugadores, a Carlos Aimar y a todos los que cuestionaron su gestión.
› Por Adrián De Benedictis
El gran proyecto que tenía como fin el desembarco del club Leganés en la Primera División del fútbol español se desmoronó rápidamente en el inicio de este 2004. El primer componente de la pirámide, el empresario argentino Daniel Grinbank, dejó la entidad a principios de enero pasado, después de cinco meses de gestión como miembro del grupo societario; y la última semana fue el turno de José Pekerman, quien se desempeñaba como director deportivo de la institución. Luego de descansar dos semanas en las playas brasileñas, Grinbank analizó la mala experiencia vivida en Madrid y, sorpresivamente, reconoció que se identifica más con las asociaciones civiles que con las sociedades anónimas.
“Lo que ocurrió –explica Grinbank– estaba dentro de las variables contempladas. En definitiva, lo que yo veía era que para un futuro en Primera División, sobre todo después de lo que pasó con el Real Madrid en la Copa del Rey, los objetivos no se iban a dar.” En ese duelo, el Leganés recibió al campeón de España en su estadio Butarque, y sólo ingresaron 6500 personas. Además, Grinbank agrega que contaban “con una cláusula suspensiva en el contrato, que si no se daban determinadas modificaciones, podíamos salirnos de la compra perdiendo lo que habíamos pagado hasta el momento”.
–Y más allá del negocio, ¿no sentiste que defraudaste al grupo de argentinos que fue para allá, sobre todo a Pekerman?
–Yo no hablé con él. Pero creo que hubo una gran frustración en él de no poder dirigir, ya que no lo autorizaba la asociación de técnicos españoles. Si me pongo del lado de él, puedo entenderlo, principalmente por lo que pensábamos para el crecimiento del club. Entiendo que se sienta desilusionado, pero muchas veces hablamos, y yo planteé un cambio de rumbo en lo deportivo que nunca se realizó.
–Pero, en apenas cinco meses, ¿cómo te diste cuenta de que lo que habías imaginado no se podía llevar adelante?
–Obviamente, para nosotros era un negocio, porque está claro que no era el mismo sentimiento que puedo tener con Independiente. Cuando encaramos este emprendimiento, pensamos que desde lo creativo, con los recursos de la televisión y como está la situación del fútbol hoy, podía ser rentable en Primera División. Y en Segunda División íbamos a tener un déficit que lo podríamos sostener. Había un proyecto a corto plazo de ser competitivos, y otro a mediano y largo plazo con las divisiones inferiores a cargo de Pekerman.
–¿Y qué pasó?
–El primer gran problema que nunca pudimos modificar fue que apenas llegamos se instaló en la gente que discriminábamos a los jugadores españoles, en beneficio de los futbolistas argentinos. Esto fue patético para un club que tenía 1500 abonados. Además, hay que recordar que el club había recuperado la categoría por cuestiones administrativas, porque el Compostela perdió la plaza por no poder cubrir la deuda que tenía. Y así tuvimos menos abonados de los que había tenido ese equipo que había descendido el año anterior. Históricamente, el Leganés estaba acostumbrado a mantener la categoría. Nosotros hicimos un esfuerzo económico para formar un equipo competitivo, y de esos 1500 abonados, sólo 980 se anotaron. Y en cuanto a la comunidad argentina, tampoco vimos que despertáramos alguna expectativa, a punto tal que tuvimos 280 abonados.
–Pero desde lo deportivo, ¿no se podía revertir esa situación?
–Los resultados hablaban. Con un equipo que yo consideraba que teníamos que pelear en los primeros lugares, estábamos a tres puntos de la zona de descenso. Si bien en todo proceso hay plazos, yo sentí que no era el proyecto que habíamos imaginado con Pekerman.
–El técnico Carlos Aimar y muchos jugadores lo tomaron como un desplante...
–Hay que diferenciarlos. Aimar hizo declaraciones duras hacia mí, pero luego las desmintió. Tanto él como los jugadores tenían un contrato hastajunio de este año. En última instancia, como es una sociedad anónima, en el caso de Aimar la destitución corre por cuenta de él, en función del rendimiento del equipo.
–Entre todos los emprendimientos que encabezaste, ¿ésta es la primera vez que algo te sale mal?
–Puede ser. Igualmente, todo este error que cometí desde lo económico lo terminé pagando yo. Esta fiesta me costó muy cara, fui responsable de mi error. Pero a nadie dejé de pagarle, y nadie quedó varado.
–¿Cuánto perdiste?
–Cerca de 2 millones y medio de euros. La situación se complicó de entrada, porque el Ayuntamiento (similar a las intendencias de la Argentina), que le daba un subsidio al club, al final no puso lo que tenía que poner, y tampoco nos dio el sponsor en la camiseta, que era otra cuestión que históricamente teníamos. Eso también lo enmarcó dentro del hecho de esa percepción de que discriminábamos a los españoles, y entonces, en cuanto al valor político de este tipo de subsidios, le era más complejo que si era un proyecto que estaba bien visto dentro de la sociedad del Leganés.
–¿El desembarco de los empresarios lo ves como algo necesario para el fútbol?
–Yo no creo que sea obligación privatizar los clubes, lo que creo necesario es profesionalizar el manejo. Hoy hay un ejemplo de asociación civil como Vélez, en el cual (el presidente, Raúl) Gámez pudo dar vuelta una grave situación económica. Pero no creo que todo lo bueno ocurre en una empresa privada y todo lo malo ocurre en una asociación civil. Depende de la gestión.
–¿La carrera de (Mauricio) Macri de Boca la ves como tu ideal?
–Yo me siento mucho más cerca de Gámez y de (José) Aguilar que de Macri, en cuanto a filosofía e ideología.
–Con tu experiencia en el fútbol, ¿vas a volver a reincidir?
–Mirá, en estos momentos, cuando te comés palazos tan grandes, pero siempre partiendo de un fracaso empresarial muy importante, no me estoy planteando nada a futuro. Pero también digo que nada es definitivo. Cuando tomé la determinación, me fui a la casa de (el cantautor, Andrés) Calamaro y me quedé con él tomando vino y escuchando su música.