Lun 18.10.2004
libero

FúTBOL › LE GANO 2-0 EN EL MONUMENTAL Y AGRANDO LAS INCOGNITAS DE LA BANDA DE NUÑEZ

Almagro desnudó todas las penas de River

Para Leonardo Astrada, su equipo jugó el peor partido del torneo. Y así no puede salir campeón. Con atrevimiento, el cuadro de Hrabina y Sánchez le peleó el encuentro con inteligencia, y con las buenas actuaciones de Castano y Cía. se lo ganó con total justicia, un triunfo que los hinchas de José Ingenieros recordarán como histórico. River quedó ahora a tres puntos del líder, Vélez.

POR DANIEL GUIÑAZU

Que Almagro le haya ganado a River de la manera en que le ganó permite afirmar: a) que nadie se lleva por delante a nadie sólo con los antecedentes, los nombres y la historia, y b) que River tocó fondo. Dio ventajas por todos lados, jugó envuelto en una llamativa confusión y ni siquiera pudo salvarlo el brillo de sus individualidades, sumidas ayer en una opacidad sin remedio. Almagro fue un ejemplo de adónde puede llegar un equipo modesto cuando la inteligencia y el sacrificio, la ambición y el orden se dan la mano. River fue la muestra más clara de adónde conduce el no tener en claro qué se sale a hacer dentro del campo de juego.
Además, otro mérito prestigia la limpia victoria del equipo de José Ingenieros, la primera ante River en el ciclo profesional: nunca se aprovechó de su condición de poco poderoso para echar mano a la trampa o a la especulación desvergonzada. Almagro no fue al Monumental a no dejar jugar, a demorar todo lo posible. Se propuso cambiarle pelota por pelota a River, lo consiguió, y sus dos goles, más que la resultante de un par de golpes de suerte bien aprovechados, fueron la consecuencia de una tarea bien hecha en la que el arco de enfrente importó en la misma proporción que el propio.
River, en cambio, se pareció a un dibujo desmejorado de sí mismo. En ningún momento pudo superar el listón de la mediocridad. Y las duras declaraciones posteriores del técnico Astrada dan la pauta de que el equipo se ha esfumado y que ningún jugador está en condiciones de disimular tan honda caída. Pasan los partidos (hace tres que River no gana), Astrada mete mano, prueba, hace cambios, pero no hay respuesta. Las musas siguen de vacaciones.
Nada le salió bien a River porque no hizo nada bien. Volvió a faltar liderazgo y voz de mando en la defensa y, además, le marcaron el séptimo gol de cabeza en lo que va del Apertura. Mascherano le perdió el paso a la agilidad de Sparapani y en lugar de apretar los dientes y la marca, trotó como si el quite hubiera dejado de ser su obligación primordial. El talento de Lucho González y Gallardo no dejó rastros, porque los dos funcionaron con corriente alterna. Y adelante, Maximiliano López y Sand no pudieron dejar de chocar contra la muralla defensiva tricolor.
En el segundo tiempo, Astrada intentó una política de shock: puso a Patiño, a Cuevas y después a Ludueña, por Pereyra, Sand y el lateral debutante Lucas Mareque, y lo mandó a jugar a Gallardo detrás de Patiño, Ludueña y González. Pero no hubo caso. Su equipo no contestó el llamado.
Mientras River se cocinaba en su propia impotencia, Almagro fue atreviéndose a todo. Empezó con una idea clara: no meterse en el fondo y tratar de tener la pelota entre la mitad y los tres cuartos de cancha. Pero a medida que River fue perdiendo peso, Ríos comenzó a subir más seguido por la izquierda, Sparapani se animó a apuntar cada pique al medio de Tuzzio y Crosa y Castano descubrió que era posible encararlo a Tula y, también, pasarlo. Cualquier otro equipo hubiera firmado el empate.
Almagro no. Quiso ganar, y en el segundo tiempo siguió trabajando para conseguirlo. No se desarmó, no tiró la pelota a cualquier parte, mantuvo varias individualidades en alto nivel y aprovechó la libertad que emanaba de la desesperación de River. Los goles (Castano de cabeza luego de un corner de Ríos desde la derecha y Miranda en una escapada tras un pelotazo de Ríos a espaldas de Crosa) decantaron un triunfo histórico que el hincha de Almagro conservará entre sus recuerdos más queridos. Lo de River es diferente: la crisis explotó sin disimulos. Y habrá que resolverla rápido: jugando así, no puede salir campeón.

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