La triste imagen de los jugadores de Boca y de River, durante la segunda mitad del año 2004, intentando levantar las piernas, sin respuesta, debido a una planificación desastrosa del trabajo físico, en la que se había priorizado la recolección de dólares –en giras interminables por México, Holanda, Estados Unidos, Japón e Inglaterra– antes que una preparación seria y responsable, parece haber servido de ejemplo de aquello que no conviene hacer si lo que se tiene son intenciones de conservar fuerzas hasta las últimas instancias de las competencias.
Fue alto el precio que pagaron por esas giras –que los dirigentes de ambos clubes anunciaron con pompas y fanfarrias– los entrenadores Miguel Brindisi y Leonardo Astrada. El desmoronamiento físico de sus jugadores fue tan notorio que resultó imposible ocultar las causas. Prueba de esto es el hecho de que tras el arribo de Jorge Benítez, en reemplazo de Brindisi, se le adjudicara al preparador Guillermo Altieri –hombre de la escuela de Julio Santella, preparador físico del cuerpo técnico de Carlos Bianchi– la responsabilidad en la levantada del equipo que, con más fuerza que maña, al menos terminó obteniendo la Copa Sudamericana, salvando un año que parecía condenado a la frustración.
Con este antecedente, de las graves consecuencias de planificar el trabajo de pretemporada con la billetera –el argumento de que esos partidos se deben disputar para que los jugadores puedan cobrar sus sueldos encierra un sentido paradojal–, muy distintas han sido las propuestas de los clubes para esta temporada. Más trabajo, menos partidos amistosos, más mezcla de profesionales y juveniles, menos exitismo, más planificación a mediano plazo, menos improvisación y desacierto; éstas han sido las claves para una ecuación cuyo resultado promete ser, para el fútbol, más beneficioso que el dinero.
La evidente seriedad con la que en este 2005 han trabajado la mayoría de los equipos le otorgará al campeonato local un plus que lo hará, sin dudas, más intenso, parejo e interesante, con rendimientos que estarán a la altura de las circunstancias. Se ha recompuesto el orden de prioridades, los técnicos le han torcido la mano a la dirigencia. Esta vez sí se respetaron los tiempos entre el descanso, la preparación y la competencia, los tres pilares que deben conservar siempre sus medidas para que “la máquina” no se gaste antes de tiempo, no se rompa.