FúTBOL › PLASMATITIS
› Por Eduardo Fabregat
Ya está, terminó, se acabó la Copa y dos patrias respiran y festejan aliviadas, la Italia con escandalete de partidos arreglados y la patria de los vendedores de electrodomésticos que prometieron un plasma, devedé o radio a pilas extra si Argentina ganaba el Mundial. Final abrupto para la plasmatitis que permite ver en cámara ultralenta el infinitesimal roce de Materazzi, mancha venenosa y oportuna zambullida al penal a los cinco minutos, mientras Macaya dice no-hay-duda-es-penal, el orgullo argentino vía Elizondo está a salvo. A veces la tele exacerba más que el grito airado en la mismísima tribuna (y entre paréntesis: cuando logró convencer a toda la FIFA de que era el árbitro ideal para apertura y cierre, Elizondo viejo nomás lo vio aterrizar a Malouda y dio penal, en un guiño cómplice a tantos argentinos que lo hemos puteado viernes, sábado y domingo). Como último vistazo a todo lo que contuvo este Alemania 2006 donde la albiceleste estuvo tan cerca y tan lejos, esperar la ceremonia de medallas y copa fue una buena oportunidad para zappear por las sensaciones de los diversos enviados televisivos. Niembra y Class machacaban más allá de lo lógico con que Italia era un equipo de mierda –no en esas palabras, claro– que no merecía estar ahí con los papelitos y la copa (que, por otro lado, estaba más lustrada que C-3PO en el Episodio III). En América, Fantino y compañía se ahogaban en el mar de lágrimas por lo lindo que hubiera sido ver a Sorin levantando la Copa, o a C-3PO, ya no importaba. En DirecTV, Varsky repasaba a conciencia todas las razones por las que el fútbol es hoy un negocio de números y de similar especulación en cancha. Macaya y Bilardo ahí andaban, a Bilardo el acortamiento del programa de Fox con el Bambi y el leoncito lo dejó mal y ya no profiere tantas de esas frases para el recuerdo. La cámara que no tuvo nadie fue la del vestuario francés, donde Zizou masticaba bronca: fue un final espantoso para el tipo que diez minutos antes de la roja, incluso menos, había estado a punto de tocar la gloria. La plasmatitis global, con todos sus televisores y pantallas gigantes en la cancha, lo terminó mandando en cana. ¿Aguantará el aparato ese que compraste hasta Sudáfrica 2010?
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