Parece ser cierto que el hombre que se mantiene sereno es el que finalmente consigue alcanzar su deseo más preciado. Pero a ese lugar siempre se llega después de sufrir un golpe muy fuerte, cuando el corazón transmite la peor de las sensaciones, la del derrumbe. Cuando se aterriza en el fondo suelen haber dos caminos posibles: uno es el que transita muy cerca del abismo, y el otro decididamente tiene como destino la recuperación. Este último fue el que eligió San Lorenzo para reconstruir su figura, con la mira puesta en el futuro. Aquella goleada que padeció ante Boca, tres semanas atrás, lentamente comienza a quedar en el olvido, y ahora el éxtasis envuelve la escena al encontrarse en la cima.

Esa tarde, ante el ahora club más ganador en el mundo, todo fue desconcierto, impotencia y pesimismo. Pero la primavera espera a San Lorenzo con el mejor de los recibimientos. El triunfo de ayer ante Independiente fue el tercero que el equipo logra de manera consecutiva, luego de superar a Banfield y a Central: el conjunto de Boedo enderezó el rumbo a fuerza de victorias.

Si bien en Avellaneda no demostró superioridad sobre su rival, sus seguidores se fueron no sólo con la felicidad por otro éxito sino porque la institución pudo conservar en exclusiva el record de 13 victorias (logrado durante la era Pellegrini), dado que Boca no pudo ante el ascendido Godoy Cruz. A los hinchas seguramente poco les importó la postura de San Lorenzo en el final, metido en su campo y aguantando como podía la embestida de Independiente. Incluso, tampoco les interesó el cambio decidido por su entrenador Oscar Ruggeri, cuando privilegió la marca de Claudio Husain por sobre la audacia de Darío Bottinelli. A esa altura, el delirio era más grande.

En definitiva, el gol de Silvera a los cinco minutos del segundo tiempo terminó siendo un grito directo hacia la gloria. El delantero recibió la pelota sobre la derecha, enganchó para que el uruguayo Rodríguez siguiera de largo, y definió con un toque suave, de zurda, al otro palo de Ustari.

Antes, durante la primera etapa, Independiente fue el que había comenzado controlando mejor la pelota, sobre todo cuando pasaba por los pies de Armenteros y Montenegro. De esa manera, el local estuvo cerca de ponerse en ventaja con un remate de Orteman que salió cerca del arco, y luego con un cabezazo del mismo uruguayo que se fue apenas por arriba. El mayor problema que tenía San Lorenzo en esos momentos era la posición de Jonathan Bottinelli, que se ubicó más adelantado, y así quedaban muchos espacios por el sector izquierdo, que Independiente aprovechaba.

Pero a pesar de esa leve supremacía del local, la chance más clara fue para San Lorenzo, donde el propio Bottinelli apareció en ataque para sacar un zurdazo que fue rechazado por Ustari. En el rebote, el defensor cabeceó por arriba.

Cuando ya se encontraba perdiendo, Independiente intentó revertir la situación con los chicos Solari y Fredes pero, más allá de su entusiasmo, no pudieron ser determinantes. Sólo Montenegro fue el que más cerca estuvo de marcar el empate, pero su derechazo se fue cerca del palo. Y en el final, Gioda hizo rebotar la pelota en el travesaño con un cabezazo.

Para ese instante, todo San Lorenzo esperaba con ansiedad el final del encuentro. Y el desahogo llegó, acompañado por el placer que significa sentirse capaz de recuperar lo más valioso.

Estadio: Independiente.

Arbitro: Horacio Elizondo.

Gol: 50m, Silvera (SL).

Cambios: 63m, Solari por Armenteros y Fredes por Fabro (I); 75m, Jiménez por Silvera (SL); 84m, Sosa por Orteman (I); 88m, Husain por D. Bottinelli (SL).

Recaudación: 408.415 pesos.