FúTBOL › LE GANO A NEWELL’S CON GOLES DE PALERMO Y PALACIO
Brilló Riquelme, cumplió el equipo y los tres puntos le permiten mantenerse cerca del líder San Lorenzo. Fue pobre lo de los rosarinos.
› Por Alejo Diz
Desde Rosario
En la cancha estuvieron los dos goleadores del torneo (Palermo, Cardozo), un equipo que busca decididamente el título (Boca), otro que disfruta una recuperación impensada (Newell’s) y Juan Román Riquelme. Esa fue la ventaja que tuvo el nueve boquense en su duelo con el punta de los rosarinos. Más grandes fueron las diferencias entre uno y otro equipo. El de Miguel Russo, cuando se dispuso, lució y derramó talento con la composición de su jerarquizado mediocampo. Brilló Riquelme en el primer tiempo, el resto acompañó, Palermo hizo lo suyo en la red y volvió a escucharse el grito de gol de Palacio.
Lo que Boca dejó pasar ante River quizá lo recuperó en Rosario, donde se deshizo del buen fútbol de un Newell’s recuperado, y que a muchos asusta por el poder avasallante de Tacuara Cardozo. Pero resulta que al 9 paraguayo lo dejaron solo contra todo el rival. Y a Palermo, por el contrario, Riquelme lo mimó con asistencias excelsas, esas que dejan al delantero con la obligación de marcar para evitar el ridículo.
Fue desigual la lucha entre goleadores. Porque fue desigual el cruce de fuerzas entre ambos conjuntos. Boca salió a ganar, con pelota al piso, rotación, proyección de laterales y talento, todo bajo la tutela de Riquelme. Newell’s salió a no perder, a jugar con pelota al aire para Cardozo, y todo bajo la supervisión de Villar.
En pocos minutos de juego Riquelme tiró dos asistencias: la primera a Palermo, que resolvió en el área chica con volea alta, y la segunda a Palacio, que se encontró con las manos de Villar. Luego fue necesario un esfuerzo de Ré para contener al 10, que en una electrizante acción encaró al área y llegó hasta el final para intentar tirar un centro atrás. Y también lo tuvo Neri Cardozo, que definió al cuerpo del arquero.
El rol local era secundario. La doble línea de cuatro plantada por Marini con ocho jugadores de marca era insuficiente para desnudar los problemas que distinguen a Boca cuando debe defenderse. Lo de Newell’s era el zapatazo a Tacuara, un gran goleador pero no un héroe de la redonda, o los tiros de larga distancia.
Como ante River, Boca falló mucho frente al arquero. Por eso el segundo tiempo arrancó con el marcador en cero. Obligado por lesión de Seri, Marini debió poner a Arrieta, abriendo así expectativas en los hinchas locales y hasta en el propio Cardozo. Pero lo que no pudo Riquelme lo logró Gaitán: que Palermo hiciera un gol. Fue cuando el reemplazante del lesionado Spolli le pegó un puntazo al delantero dentro del área y Palermo dejó a Boca cerca del triunfo con zurdazo cruzado.
A Newell’s se le derrumbaron las convicciones y enloqueció. Vio la roja Gaitán (pareció un exceso de Pompei), todos se fueron al ataque y en el desorden Morel Rodríguez se vistió de 10 y tiró un preciso centro a Palacio que señaló el segundo con toque sutil ante Villar.
Satisfecho y confiado, Boca plegó líneas y se acercó a Caranta, repitiendo vicios similares a los mostrados ante River. Con un tiro cruzado Arrieta descontó y dejó a Newell’s a un gol del empate. Lo tuvo Aguirre, en tiempo de descuento, aunque perdió frente a los reflejos del arquero. En el tramo final la pelota estuvo más tiempo en las manos de Caranta que en los pies de Riquelme. Por eso Boca debió sufrir.
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