Con el empate cero a cero ante Lanús, Boca, que fue el equipo que acumuló más puntos sumados los dos campeonatos (83, contra 81 de Estudiantes), también se consagró subcampeón del Clausura, un título que para los clubes grandes poco importa en cualquier circunstancia y mucho menos a tres días de una final por la Copa Libertadores.

El partido ante Lanús, que Boca encaró con un equipo de suplentes, sólo dejó dos datos relevantes en relación con la segunda final de pasado mañana contra el Gremio: la presencia de Battaglia (que jugó los 90 minutos) y el cambio de Dátolo, a sólo tres minutos de empezado el partido. Lo de Dátolo es simple: se lesionó en el calentamiento y como ya se había confeccionado la planilla, lo sacaron enseguida. El técnico lo preservó para mandarlo al banco en la final copera. Lo de Battaglia es más complejo.

Se especulaba con que podía ser titular en el encuentro ante los brasileños, teniendo en cuenta que:

a) Neri Cardozo no está pasando por su mejor momento.

b) Con Battaglia-Banega como doble eje defensivo Boca se aseguraría una mayor combatividad en la disputa con los volantes rivales en la mitad de la cancha.

Sin embargo, el entrenador dio una pista firme cuando lo puso a Battaglia contra Lanús, o mejor dicho cuando lo dejó todo el tiempo en la cancha. Si necesitaba darle un poco de ritmo futbolístico, lo podía haber sacado un rato antes.

Queda claro que el DT está pensando en el equipo titular, en los once que, a estas alturas, todos saben de memoria: Caranta; Ibarra, Díaz, Morel, Clemente Rodríguez; Ledesma, Banega, Cardozo; Riquelme; Palacio y Palermo. Los espíritus más conservadores aspiran a que Boca no tome ningún riesgo, y sospechan que si juega Battaglia a Gremio se le reducirían las posibilidades ofensivas. Russo, sin embargo, mira con otro cristal. Por un lado respalda a los titulares y por otro manda un mensaje clarísimo al entrenador del Gremio: “Ojo que no nos vamos a meter atrás, así que no se descuiden”. Por supuesto que no lo expresó en estos términos. En general, el entrenador de Boca no hace declaraciones rimbombantes, ni explosivas, ni nada de eso, y se caracteriza por su perfil bajo y por sus respuestas elegantes e imprecisas.

Sobre esa misma línea caminan también los jugadores cuando se los consulta por el partido del miércoles. “Es un partido largo, de 180 minutos, vamos ganando tres a cero, pero hay que jugar”, coinciden. La cautela es una combinación de modestia con miedo, considerando que en el anterior torneo local tenían todo cocinado y se quedaron con las manos vacías.

Es muy difícil que a los boquenses se les escape el título. Tienen un equipo aceitado con jugadores de mucha experiencia internacional (Ibarra, Morel, Riquelme, Palermo, Clemente Rodríguez, Díaz), una ventaja notable con el 3 a 0 y mucha inteligencia para manejar los tiempos. La velocidad de Palacio, además, puede ser vital para explotar los espacios que pueden dejar los rivales abiertos en su desesperación. Si el delantero anda derecho para el arco, las chances xeneizes se multiplican.

Sin embargo, no debe olvidarse que los brasileños se agrandan de local; que Boca baja de visitante, además de que deja muchas grietas atrás y que todo se puede complicar si hay un gol en el arranque del partido.

Como sea, las chances no son parejas; Boca tiene al menos un 80 por ciento de posibilidades de colocar la sexta copa en la vitrina. Y eso es lo único que les importa. El partido de ayer contra Lanús fue apenas una anécdota para cumplir con el fixture.

Estadio: Lanús.

Arbitro: Javier Collado.

Cambios: 4m Chávez (6) por Dátolo (B); 73m Ledesma por Graieb (L), 76m Franzoia por Mondaini (B), 79m Manicero por Lagos (L), 85m Almirón por Aguirre (L).