Lunes, 8 de octubre de 2007 | Hoy
FúTBOL › CLARA Y MERECIDA VICTORIA DEL EQUIPO DE PASSARELLA EN EL SUPERCLASICO
Uno salió dormido y el otro tuvo un primer tiempo soñado: dos a cero y sensación de partido liquidado. En el segundo período, River no se animó a redondear la goleada y Boca trató de no pagar un precio demasiado alto. La figura fue Ortega, autor de un gol de penal que ejecutó dos veces. El otro lo hizo Falcao.
Por Juan José Panno
El largo scrum de festejo en la mitad de la cancha, cuando terminó el partido, tiene relación directa con la forma en que los jugadores de River encararon este partido: como una final. No es verso: jugaron como leones y celebraron como campeones. Golpeados por algunas derrotas humillantes contra Tigre y Argentinos Juniors, duramente criticados por el periodismo, ácidamente cuestionados por muchos hinchas propios, los jugadores de River dieron la cara por Passarella y por ellos mismos y construyeron una victoria clara, contundente, incuestionable.
Boca, agrandado por la victoria del miércoles pasado contra San Lorenzo, confiado en imponer su solidez defensiva (los números marcan que es el equipo que menos goles recibió en el campeonato), pero fundamentalmente tranquilo por tener conciencia de la desorientación de River, salió a jugar el clásico con una serenidad lindante con la displicencia. Casi no se dio cuenta de que el rival se puso en ventaja con un toque exacto del colombiano Falcao y cuando quiso reaccionar, sobre el pucho, Ortega metió un penal en dos tiempos que liquidó todo.
Se la jugó el técnico de River con la inclusión del pequeño Buonanotte y sorprendió con la variante de Ponzio como lateral izquierdo en una función que no es la suya, después de meditar la posibilidad de ponerlo a Tuzzio de lateral izquierdo o la de mandarlo a Ponzio a la derecha y a Ferrari a la izquierda. Una eventual derrota lo hubiera dejado en la puerta de salida, acusado de improvisar justamente ante un superclásico. Passarella se hizo cargo y armó el equipo que más lo convencía. Pero la verdad es que River no ganó el partido en el laboratorio, sino en el campo de batalla. Con la actitud que mostraron ayer los jugadores de la banda en el primer tiempo, hubiera sido lo mismo si cambiaba los laterales o si adelantaba o retrasaba unos metros a Ortega, Buonanotte y compañía.
Tanto corrieron, tanto se movieron para ocupar todos los espacios ofensivos y pasar por detrás de la línea de la pelota con la idea de recuperarla cuando la tenía el rival que su esquema pasó con naturalidad del 4-4-2 al 4-3-3 y aun al 4-2-4.
Antes de los goles la superioridad de River se hizo evidente en su capacidad para cortar los enlaces del rival, su polenta para ganar las pelotas divididas y su prolijidad para manejar la pelota, consecuencia del tremendo despliegue físico ya citado. River no peloteó a Boca, no le generó constantes situaciones de gol; lo midió, lo punteó, lo fue desgastando de a poquito y sobre la mitad del primer tiempo le metió un cabezazo en el travesaño y en la misma jugada el primer gol. Un rato después el penal ejecutado por el Burrito Ortega estableció la distancia en el marcador acorde con lo que estaba pasando en la cancha.
La impotencia de Boca se puede sintetizar en este dato: en el primer tiempo sólo pateó dos veces al arco, un tiro apurado, a cualquier parte de Palermo, y un buen remate cruzado de Cardozo contra el palo derecho de Carrizo, quien, de todas maneras, se había tirado bien cubriendo ese poste.
En el repaso de las actuaciones individuales de los volantes y los delanteros de Boca (ver nota aparte) se explica también la anemia ofensiva de los dirigidos por Russo.
Fue 2 a 0 y no hay ningún margen para la discusión. En todo caso vale preguntarse por qué River, potencialmente superior y con un jugador más tras la expulsión de Banega, no ganó por una diferencia mayor. Respuesta 1) Porque Russo metió a Battaglia por Gracián pensando más en aguantar y en que no le hicieran más goles que en ir a buscar un triunfo heroico. Respuesta 2) Porque River pensó más en sostener el resultado y en el lucimiento individual que en la red de Caranta.
La consecuencia de todo esto fue que el segundo tiempo, casi sin situaciones de gol, se hizo interminable. A los hinchas de River, sin embargo, se les hicieron cortos los largos minutos en los que gozaron como pocas veces en los últimos tiempos. Todos gozaron. Hasta los que quieren que se vaya Passarella.
Estadio: River.
Arbitro: Héctor Baldassi.
Goles: 23m Falcao (R), 33m Ortega, de penal (R).
Cambios: 45m Battaglia (5) por Gracián (B); 69m Abelairas por Fernández (R); 80m González por Cardozo (B); 88m Ríos por Buonanotte (R) y 89m Rosales por Ortega (R).
Incidencia: 45m expulsado Banega (B). Recaudación: 768.738 pesos.
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