FúTBOL › “NO ME GUSTA QUE SE MINIMICE A LOS JUGADORES”
El técnico del campeón de la Sudamericana repasa los méritos de su equipo. “No llegamos adonde llegamos solo por los Grondona”, señala mientras defiende el valor de lo colectivo por sobre el de lo individual.
› Por Leonardo Castillo
En 2003 logró que Quilmes retornara a Primera y dos años después clasificó al equipo del Sur del Gran Buenos Aires a la Copa Libertadores. Luego se puso al frente de un proyecto en San Lorenzo que no alcanzó los resultados esperados y que concluyó de manera frustrante. Pero el fútbol le brindó la posibilidad de tener revancha al consagrarse campeón de la Copa Sudamericana con Arsenal de Sarandí. No obstante, en el medio futbolístico local todavía se sostiene que Gustavo Alfaro es apenas un mero entrenador de equipos chicos, un calificativo que parece no herir la susceptibilidad del técnico. “Si eso es cierto, quiere decir que nunca me va a faltar trabajo”, le respondió a Líbero, con una buena dosis de humor, este entrenador oriundo de la ciudad santafesina de Rafaela, que aseguró también que se quedará en la entidad que maneja la familia Grondona hasta junio del 2008. “Tengo un compromiso con esta institución y no me importa de dónde me vengan a buscar; voy a cumplir mi contrato”, remarcó enfático.
–¿Cuáles son los verdaderos atributos futbolísticos de Arsenal?
–Es un equipo que conoce sus limitaciones, esa es su principal virtud. Sabe lo que tiene que hacer y cuándo lo debe hacer. Por eso debemos, como equipo, estar pendientes de los detalles y saber jugar con mucha paciencia para poder capitalizar los errores del rival. La ausencia de grandes individualidades nos obliga a apoyarnos constantemente en lo colectivo, y es allí donde le sacamos ventajas al resto.
–Diga la verdad, cuando empezó la Copa Sudamericana, ¿creía sinceramente que Arsenal podía ganarla?
–La verdad es que todo se fue dando sobre la marcha, pero tuve la certeza de que podíamos hacer un gran torneo cuando eliminamos a San Lorenzo, que por entonces era el campeón del fútbol argentino. Ahí les dije a los jugadores que si Once Caldas de Colombia había ganado la Libertadores en 2004, ¿por qué no se nos podía dar a nosotros? Pero me convencí de que se podía después de superar en cuartos a Chivas, ganándole 3-1 de visitantes. Entonces supe que íbamos a ser campeones.
–¿Tanta fe se tenía?
–Sí, sobre todo por lo enchufado que veía al grupo. Se percibía una mística y, sobre todo, muchas ganas de alcanzar un logro.
–Héctor Grondona, hermano del presidente de la AFA y tío del titular de Arsenal, afirmó que, ahora, el club intentará ganar la Libertadores. ¿Usted cree que eso es pretencioso?
–La verdad que sí. Tal vez lo dijo en un momento de mucha euforia. Por ahora, el objetivo es hacer una buena Libertadores y avanzar lo más que se pueda. No tenemos un plantel muy numeroso como para encarar una competencia internacional y otra a nivel local al mismo tiempo. Cuando debimos preservar a los jugadores titulares para jugar en la Copa Sudamericana y nos presentamos con algunos suplentes en el Apertura, perdimos 4-0 con Argentinos... Tenemos un grupo de jugadores muy reducido, y a la próxima Libertadores iremos con la ilusión de hacer una buena experiencia.
–¿Cómo son los Grondona en el trato cotidiano?
–A mí siempre me dieron mucha libertad para poder decidir todo lo que creo que es conveniente para el equipo. No interfieren en el aspecto futbolístico y, lo que es más importante, tienen a los jugadores al día con los sueldos. No me puedo quejar de nada.
–En algunos círculos definen a Arsenal como el “caballo del comisario”, ¿eso le molesta?
–A mí no, pero no me gusta que se minimice el esfuerzo de los jugadores. No se puede decir que llegamos hasta acá por los Grondona. Entonces, ¿estaban todos los arbitrajes arreglados?... Me parece que hay cosas que son claras. Arsenal hizo un gran esfuerzo para salir campeón de esta copa y eso no se puede despreciar. Llegamos adonde llegamos por méritos propios, y si no, revisemos cada uno de los arbitrajes que tuvimos. Vamos a ver que aún quienes dirigieron mal en algún partido, también lo hicieron en perjuicio nuestro.
–Cada vez que pretende que un jugador se sume a un plantel que dirige, es quien lo va a buscar y trata de convencerlo. ¿Por qué se involucra tanto en una función que debiera corresponderle a un dirigente?
–Lo hago como una forma de demostrar mi compromiso con un proyecto. A estos jugadores los elegí uno por uno, algunos venían de malas experiencias en otros equipos y tratamos de buscar gente con ganas de tener revancha. Hace un año y medio, se sumaron Andrés San Martín y Gabriel Loeschbor, a los que no les había ido bien en River; Mario Cuenca, que venía de Racing; y Martín Andrizzi, que estuvo en Banfield. Además estaba yo como técnico, que no pude lograr en San Lorenzo lo que me había propuesto... Eramos el equipo de los fracasados. Lo encaramos con humor y con humildad, y por suerte ahora podemos disfrutar de los resultados.
–El título de Estudiantes en 2006, el logrado este año por Lanús; la buena campaña de Tigre, Arsenal que gana la Copa Sudamericana... ¿Qué significa todo esto para el fútbol argentino?
–Que hay que fijarse metas en el largo plazo y darles continuidad a los proyectos. Esa es la mejor forma de conseguir resultados. Todos esos clubes que mencionó trabajaron con objetivos que fueron cumpliendo sin entrar en la urgencia de conseguir resultados inmediatos. Lo que queda como mensaje entonces es que la organización es la mejor forma de asegurarse el éxito.
–¿Le gustaría volver a tener una oportunidad en un equipo grande?
–No me desespera. Ya se dará, pero no me vuelvo loco por volver a dirigir un equipo grande. Sé que algunos dicen que soy entrenador de equipos chicos; bueno, si es así, quiere decir que nunca me va a faltar trabajo...
–¿Si lo tientan con una buena oferta?
–Digo que no. Tengo contrato con Arsenal hasta junio del 2008 y lo voy a cumplir.
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