Boca tenía varias razones para guardar titulares:

1) Realizó un esfuerzo descomunal días atrás, contra Unión Maracaibo.

2) Se le vienen en catarata Cruzeiro, River y otra vez Cruzeiro.

3) Perder este partido estaba dentro de un lógico cálculo de posibilidades considerando la histórica y siempre vigente paternidad de su rival.

San Lorenzo también tenía lo suyo:

1) Jugó el miércoles contra Vélez.

2) Se le vienen dos partidos seguramente tremendos contra River.

3) Para ganarle a un Boca disminuido tal vez sentía que no era necesario poner toda la carne en el asador.

Le salió redondito al Pelado Díaz: se guardó a Silvera, Placente, Adrián González, gastó poquito de D’Alessandro y Alvarado y se llevó tres puntos que además de mantener al equipo en los escalones más altos del campeonato, dan mucho ánimo para las próximas patriadas.

A Ischia le salió todo cuadrado: perdió el clásico, se quedó sin Vargas como alternativa para el superclásico y comprobó una vez más cuánto baja el rendimiento del equipo si no está Riquelme y sólo puede contar con medio Palacio y medio Palermo. Tal vez si profundiza un poco el análisis encuentra como datos positivos que tiene una variante cada vez más interesante con Chávez (¿no tendría que haberlo puesto antes?), que los pibes se la rebuscan bastante pese a su poca experiencia y que Ledesma volvió bastante bien de la lesión que lo marginó en los últimos partidos. El de Boca fue el último invicto en caer, lo cual implica un indudable mérito, pero vale preguntarse si ese invicto no llegó mucho más lejos de lo que en realidad se merecía.

El partido fue técnicamente malo, con altibajos, con un pico de emoción en el final y con dominio alternado. La primera clave de cualquier interpretación pasa por el madrugón de Menseguez. Apenas iban dos minutos de juego cuando el rapidísimo delantero recibió/buscó un pelotazo de larga distancia de Aureliano Torres y se aprovechó de la indecisión de Cáceres y de la salida tardía de Caranta para empujar la pelota a la red. Los más fanas de San Lorenzo imaginaron en aquel momento que había llegado el día de la venganza del 7 a 1 en esa misma cancha, pero al rato bajaron las pretensiones y se conformaron con comprobar que el gol servía para que el equipo regulara, no se desordenara y le arrojara al rival la responsabilidad del mayor gasto.

Y al equipo de Ischia le costó demasiado encontrar vías de llegada. Se reiteró en el primer tiempo en la búsqueda de la cabeza de Palermo y tuvo una por abajo, una sola que no resolvió bien Gracián. Los locales también abusaron del centro para Bergessio en sus avances, pero se manejaron cómodos en la contra con la velocidad de Menseguez, que complicó a toda la defensa rival (entre sus intervenciones hay que notar una jugada con claro penal de Cáceres no cobrado). Lo pudo empatar Boca porque puso mucho amor propio, mucho entusiasmo y mucha presión en el último cuarto de hora y estuvo ahí nomás cuando Roncaglia metió un cabezazo que devolvió un palo. No habría sido justo. Menseguez, Torres y Rivero marcaron las diferencias, fueron los estandartes de un equipo que le ganó muy bien a otro que anda con el paso cambiado.

Estadio: San Lorenzo.

Arbitro: S. Laverni.

Gol: 2m Menseguez (SL).

Cambios: 46m Palacio (6) por Palermo (B), 56m Romeo (4) por Bergessio (S), 77m Alvarado (6) por A.Torres (SL), 65m Chávez( 6) por Cardozo (B), 76m Castromán por Ledesma (B), 32m D’Alessandro por Hirsig (S).

Incidencia: 90m expulsado Vargas (B).