La otra Selección, esa que no es olímpica y está formada por un improvisado mix de jugadores que suele tapar agujeros y que en teoría permite ganar dinero, parece estar en falta con los empresarios rusos que ponen la plata. Guillermo Tofoni, el agente FIFA que vinculó a la AFA con el Grupo Renova, una corporación con intereses en petróleo, gas y aluminio, dijo que “de los veinticuatro partidos pautados por contrato, hasta ahora apenas se jugaron ocho”. El realizador del acuerdo por 18 millones de dólares sostiene que aún quedan por disputarse dieciséis amistosos y que, a este paso, será difícil que se completen antes de 2011, cuando vence el convenio. La AFA, en ese caso, saldría beneficiada.

Consultado por Líbero sobre la situación que está planteada por la falta de días disponibles (en menos de dos semanas comienzan los Juegos Olímpicos, hay Eliminatorias hasta octubre de 2009 y las fechas FIFA no abundan), Tofoni anticipó que “si los rusos pierden, el negocio lo hará la AFA”. Hasta el momento, la asociación cobró a la firma del contrato la mitad del monto estipulado (9 millones de dólares) y el grupo inversor recuperó unos 5 millones de dólares, sin contar lo que generaron los dos últimos encuentros contra México y Estados Unidos en junio pasado.

El negocio, una apuesta que según el propio empresario no le reportará un dólar si los rusos no obtienen ganancias (acordó el 10% sobre la rentabilidad de Renova), fue muy cuestionado cuando se firmó. Raúl Gámez, el ex presidente de Vélez, lo criticó por los valores que recibía la Selección Nacional, a los que consideró magros. Una gira que no fue tal entre el 30 de mayo y el 6 de junio de 2007 (en los papeles contemplaba partidos contra Inglaterra, Suiza y Australia) también generó cuestionamientos por un calendario improvisado. Argentina sólo enfrentó al seleccionado helvético, postergó el partido con Australia hasta el 11 de septiembre y se quedó sin jugar en Wembley porque los británicos prefirieron como rival a Brasil.

Los 9 millones que la AFA todavía debe cobrar los va recibiendo a razón de 375 mil dólares por amistoso. Cada vez que se disputa uno, percibe esa suma que es la mitad de los 750 mil pautados por cada uno de los 24 encuentros que fija el contrato. El próximo que la Selección de Alfio Basile tiene confirmado será el 20 de agosto contra Bielorrusia, en Minsk, la capital de ese país. Después sólo se acordaron dos compromisos: uno con Francia, en Londres, el 11 de febrero de 2009, y el otro con Hungría, en Budapest, el 20 de agosto del mismo año. Si bien falta mucho para que finalice el acuerdo entre la AFA y Renova (lo que sucederá en junio de 2011), Tofoni considera que “podría suceder que se terminen jugando unos 18 partidos”.

Hasta hoy y desde que se realizó el primer amistoso con Brasil en septiembre de 2006, la Selección enfrentó sucesivamente a España, Francia, Suiza, Noruega, Australia, México y Estados Unidos. El partido contra la selección de Cataluña que se jugó el 24 de mayo pasado lo organizó World Eleven, la empresa de Tofoni, pero por fuera del convenio entre la AFA y Renova.

El empresario se queja de que Kentaro, una sociedad que mantiene un acuerdo de cooperación con Renova, le torpedea el negocio. Los rusos le encomendaron a esa compañía con sede en Suiza y sucursales en Londres, Berlín, Hannover y Estocolmo, que, entre otras cosas, se ocupara del marketing del seleccionado brasileño. Y Kentaro, que posee los derechos de comercialización de 24 partidos que le extendió la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), compite con Tofoni en el mismo mercado. Tiene al equipo de Dunga (el pentacampeón del mundo) para ofrecerles a sus potenciales clientes y no lo desaprovecha.

“Estamos muy satisfechos por haber llamado a un socio tan profesional como Kentaro para el gerenciamiento de nuestra inversión en derechos de fútbol”, comentó Igor Akhmerov, el mismo que firmó el acuerdo con la AFA (a nombre de Gulgong, una subsidiaria de Renova con sede en las Islas Vírgenes). Fue cuando estampó su rúbrica en el contrato con los brasileños, que no le cayó nada bien a Tofoni. Los rusos jugaron a dos puntas: saben que la camiseta de Kaká y Ronaldinho vende muy bien, también la celeste y blanca y, si fuera por ellos, quisieran que se enfrentaran entre sí en las seis u ocho fechas FIFA que están estipuladas por año. Un despropósito deportivo que no es compatible con el afán de recaudar más y más dinero.