FúTBOL › AL GERENCIADOR DE TALLERES NO LE PRORROGAN EL CONTRATO
A Carlos Ahumada Kurtz, el empresario argentino-mexicano que maneja el fútbol del club cordobés, un juez le denegó la continuidad y está conminado a pagarles a los empleados. Igual, ni jaqueado se intimida en el negocio donde puso todas sus fichas.
› Por Gustavo Veiga
“La Aerolínea en que viajamos era de la Fuerza Armada
y el hotel donde quedamos era de Carlos Ahumada.”
De la canción “Amateur”
(Molotov)
Para Carlos Ahumada Kurtz la temporada de fútbol resultó tan corta como la de pileta. Un juez le denegó la prórroga del contrato para seguir administrando a Talleres de Córdoba, más allá de diciembre. Pero también fue intimado a que ponga al día los sueldos de los empleados del club (les debe dos meses). Sin embargo, el más mexicano de los empresarios argentinos (vivió 32 de sus 44 años en ese país), ni aun jaqueado en el negocio donde colocó casi todas sus fichas, parece intimidarse. Al contrario, PáginaI12 pudo averiguar algunos detalles sobre cuánto dinero haría ingresar al país cada semana, cuánto le paga al jugador más experimentado del plantel, quién es el ex ministro menemista que supervisó ese contrato en su estudio jurídico y cuánto le adeudaría a Carlos Granero, el hombre que le traspasó su sociedad anónima, Ateliers, pero no sus acciones.
En un fútbol anestesiado por la corrupción y sometido por la violencia, Carlos Ahumada Kurtz, con todos sus antecedentes recientes (un pedido de extradición, el intento de fuga en el baúl de su auto), pasa casi inadvertido. Para los medios nacionales, su historia no da para escándalos, aunque sí para cualquier frivolidad televisiva. Será porque administra un club del interior, porque vivió más de la mitad de sus años en México y porque es más conocido en ese país que en el nuestro. No importa cual fuere la razón, cuando abandonó el Distrito Federal, el 8 de julio de 2007, planeaba una larga temporada en la Argentina. Era lógico. Había estado detenido 1131 días por fraude, se había cosido la boca como protesta y detrás suyo había dejado un cadáver político, el de Andrés López Obrador, candidato a presidente destrozado por unos videos que Ahumada filmó mientras les pagaba coimas a sus funcionarios.
Ya en Buenos Aires (llegó el 9 de julio, en medio de una nevada que no se producía desde hacía 89 años) se contactó con Granero gracias a un misterioso hombre de Rosario. En un puñado de días, el ex presidente de Ateliers se lo presentó a Julio Grondona en la AFA y admitió que antes había intentado seducir a otros compradores, pero sin éxito: “Yo hubiera querido que la institución fuera manejada por cordobeses, con una catadura moral excepcional, pero no existen o no quisieron”, le confesó a este periodista.
A Granero todavía le debe como 100 mil dólares de la operación y por eso todavía no se hizo el traspaso de acciones de la sociedad anónima. Ateliers acaba de ser notificada por el juez Carlos Tale (controla la quiebra de Talleres) de que no se le prorrogará el contrato después de diciembre. Asimismo, el órgano fiduciario integrado por Daniel Ruffener, Gustavo Eluani y Mario Sarrá le reclamó a la empresa unos 150 mil pesos en concepto de sueldos adeudados al personal; son administrativos, técnicos de inferiores y profesores de educación física.
Desde que se hizo amo y señor de Talleres, el Güero (en México le decían así por ser rubio y de tez blanca) despidió al técnico de la Primera, Angel David Comizzo, al detector de talentos del semillero Piero Foglia, al histórico utilero del plantel profesional, Humberto Román, y también apartó a otro vitalicio del club, el gerente Antonio Fauro. En cambio incorporó como vicepresidente de Ateliers al mexicano Luis Fuentes, un contador que da la cara por él en los momentos críticos. Comizzo, enojado con Ahumada, lo acusó de “manejar todo por teléfono desde Buenos Aires”, y el ex delantero Martín Vilallonga, a quien había nombrado presidente de la gerenciadora, se alejó del club cuando se enfrentó con Humberto Grondona, el hijo de Julio y actual entrenador del equipo de Primera. “Es un personaje. Anda sin custodia, parece que no le teme a nada, pero tampoco acepta una crítica. Se cree que todavía está en México, donde los dueños de los clubes hacen lo que quieren”, dijo uno de sus ex empleados.
Entre quienes siguen a su lado, además del mexicano Fuentes, están los que todavía siguen dispuestos a dar la cara por él. José Daniel Valencia, el ex campeón mundial y actual detector de talentos, y Raúl Peralta, otro ex futbolista y coordinador de las divisiones menores, se vieron obligados a brindar una conferencia de prensa el jueves pasado para aclarar qué había ocurrido con un paro de juveniles de las categorías 4ª, 5ª y 6ª, que protestaron de ese modo dos días porque no estaban cómodos en la pensión, no comían lo suficiente y hasta les habían cortado el transporte para trasladarse a estudiar.
En declaraciones que reprodujo el diario La Voz del Interior el viernes 5, Peralta explicó, como si fuera un buen gourmet: “Consideraban que había días que la comida no era lo abundante que querían, que las comodidades para dormir no eran ideales, que se había cortado el transporte que los llevaba a entrenarse y al colegio. Yo he comido en la pensión y es abundante. Sólo trascienden los días que hubo problemas”. Un grupo de chicos –los que se quejaban de aquellas penurias– escuchaba a su alrededor con caras de forzado asentimiento.
Granero no es el único que tiene problemas entre los acreedores de Ahumada. Al estampador de camisetas con que se hizo publicidad el nuevo gerenciador (copiando una maniobra que ya había hecho en México cuando manejaba al club León) aún le debe 20 mil pesos. El 20 de marzo, cuando Talleres volvió a jugar en su cancha llamada La Boutique e inauguró la iluminación, muchos hinchas lucían una remera con la inscripción “Gracias Carlos Ahumada” confeccionada por el ahora damnificado.
“Una vez le mandé a averiguar al contador de una financiera cuáles podían ser los ingresos de Ahumada y me dijo que todos los viernes le llegaban unos 250 mil dólares en blanco desde el exterior”, contó uno de los hombres que hizo negocios en el fútbol con el Güero, apenas retornó a la Argentina. Desde su departamento, una especie de penthouse ubicado en la calle Riobamba entre Juncal y Arenales, el empresario atiende sus negocios a control remoto. Quienes lo visitaron allí, recuerdan su estilo informal de vestir (suele usar pantalones jogging), un bonsai que ocupa el medio de un salón y la música. En México, Ahumada solía registrar en video “todos sus acuerdos, pactos y negocios”, según señalaba el 9 de mayo de 2007 el periodista Ricardo Alemán, del diario El Universal. No habría que descartar que aquí haga otro tanto.
La contratación más cara que realizó Ateliers este año se realizó en el estudio del ex ministro de Justicia Elías Jassan, ubicado en un edificio espejado de Tucumán 1321, frente al Palacio de Tribunales. Pese a que Ahumada tiene a sus propios abogados, del estudio de Jacobo Grossman, la incorporación de Federico Lussenhoff, el ex zaguero de San Lorenzo y River, de 34 años, se cerró en las oficinas del ex funcionario menemista que abandonó su cargo después de que se comprobaran sus contactos con el empresario Alfredo Yabrán.
Allí quedó rubricado el acuerdo con el defensor por 135 mil dólares de prima y 25 mil de sueldo pagaderos en la misma divisa. Cifras que seguramente deben estar al tope del ranking en una categoría como la B Nacional. Una de las personas que estuvo presente en la operación le comentó a este diario que Jassan se lanzó al mercado del fútbol en algunos pases donde interviene el conocido empresario Gustavo Mascardi.
“Hechos, no palabras”, es el slogan con que Ahumada se siente más cómodo. Esa frase la empleó por cada obra que realizó en el estadio (la iluminación, los consultorios médicos o la sala técnica del sistema de seguridad que dispone de 24 cámaras) o ante cualquier circunstancia donde pudiera ganarse el favor del hincha. Ese hincha promedio que, en líneas generales, parece darle su apoyo en la medida en que acompañen los resultados.
El dilema de Ahumada, con todo, no está en el medio de la cancha y sí afuera de ella. Talleres no genera recursos genuinos y el triunvirato designado por el juez que controla sus actos administrativos, tuvo que desviar fondos de la quiebra para levantar inhibiciones de Futbolistas Argentinos Agremiados por una vieja deuda con jugadores que ya no están en el club. Era la única manera de poder utilizar a otros profesionales, los recién llegados para el campeonato actual.
El gerenciador, intimado por el órgano fiduciario, depositó 414.198 pesos, pero inmovilizó el dinero hasta tanto los funcionarios judiciales le rindieran cuentas sobre ingresos provenientes del Banco de Córdoba y la Lotería Provincial que habían utilizado para abonarle al gremio. El litigio entre Ahumada y el órgano de control se agudizó y el juez Tale les dio la razón a Ruffener, Eluani y Sarrá.
Al cuate de Ahumada poco pareció importarle, porque casi siempre redobla la apuesta. Desafía a las autoridades judiciales con frecuencia y presume de que puede resolverlo todo con dinero. Lo que todavía no fue capaz de resolver –además de su precaria situación en el club– es cómo evitará el pedido de extradición que pesa sobre él de un juez de Guanajuato, México, donde le reclaman dos pagarés no saldados por unos cinco millones de pesos argentinos. El único recurso que mostró hasta ahora fue un vano intento de escape en el baúl de un Peugeot 807 conducido por Vilallonga. Interpol lo descubrió y terminó detenido por unas horas hasta que pagó la fianza. El truco del Gran Houdini no le sirvió para evaporarse, ni parece que pueda ser útil para solucionar todos los problemas que tiene en Talleres.
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