Lunes, 15 de febrero de 2010 | Hoy
FúTBOL › FLOJO EMPATE DE SAN LORENZO Y VELEZ
Marcaron mucho, se preocuparon por cortar los mecanismos de creación de los contrarios, pero nunca pudieron aceitar los propios. La consecuencia fue un partido aburrido con escasas situaciones de gol.
En la cancha, el Pelado Silva, que con su sola presencia presagia goles; Maxi Moralez, que siempre genera fútbol; el uruguayo Pintos, que aparece por sorpresa cuando juega de lateral, pero llega mucho si va de volante por la derecha; el Burrito Rivero, que a veces deslumbra y siempre rinde; Víctor Zapata, que impone su personalidad, y el Kily González y Otamendi. Individualidades de peso para pensar en un partido que deje alguna marca. En el banco, el Pipi Romagnoli, el jugador más dotado para la creación en el plantel de San Lorenzo, que decían que ya estaba para jugar, recuperado de una lesión en una rodilla. Y, del otro lado, el Burrito Martínez y el Roli Zárate, para mejorar la imagen del equipo si las cosas no andaban en el primer tiempo.
Pero no pasó casi nada en las áreas; y si no pasa nada en las áreas, el partido es un plomo. A Silva lo taparon bien y no cabeceó ni una; Pintos hizo una buena en el arranque del partido, pero lo amonestaron rápido y fue como una señal para que se esfumara; Alfaro metió un zurdazo de media vuelta y luego se alineó con la medianía general, al igual que Rodrigo López, ausente sin aviso. Los arqueros, agradecidos.
En el medio hubo mucho roce, mucha presión de los dos lados, piernas fuertes, marcas asfixiantes y muy poca generación de fútbol. Maxi Moralez amenazó con un par de pases profundos, pero se dejó ahogar y le restó posibilidades a su equipo. El Pipi Romagnoli entró a los 12 minutos del segundo tiempo y alimentó muchas ilusiones cuando metió dos o tres pases precisos en sus primeros contactos con la pelota, volcado sobre la derecha. Después se fue para el otro lado, pero dejó de preocupar a los defensores locales.
Las ilusiones se renovaron con las entradas de Zárate, Martínez y Menseguez. Los dos últimos, fresquitos, tuvieron alguna chance para convertir, pero definieron mal.
A la hora de conformarse, los de Vélez pensaron en el puntito que les permite sostenerse en lo más alto de la tabla. Y los de San Lorenzo valoraron que se había cortado la racha de dos derrotas consecutivas. Módicos consuelos; la verdad es que prometían mucho y no dejaron nada.
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