Lunes, 21 de junio de 2010 | Hoy
FúTBOL › OPINIóN
Por Franz Beckenbauer *
Sería injusto juzgar ya antes del tercer partido a las grandes naciones, que en este Mundial de Sudáfrica están teniendo dificultades, porque la mayoría todavía puede pasar de ronda y eventualmente ir creciendo con el paso del torneo. Y al final puede ser campeón del mundo un equipo que yo ahora critique.
La realidad ahora es que todos tienen problemas. Los españoles, los ingleses, los franceses, los alemanes y de inicio incluso los brasileños. Es un Mundial poco convencional. Hay muchas explicaciones, disculpas, como las largas lesiones del brasileño Kaká, del español Torres, del inglés Rooney, por nombrar sólo a algunos jugadores de clase mundial. Pero no sólo es esto.
Sólo tengo una explicación. Los pequeños han mejorado y los grandes se han debilitado. Ahora muchos me contradirán porque al final se impondrá, a pesar de todo, un grande. Pero hay que mirar con atención a los asiáticos, Corea del Norte, Japón, Corea del Sur, que juegan un buen fútbol y que están capacitados para estar en la pelea.
Durante décadas y hasta el final del milenio era todo muy diferente. Entonces había una clara separación entre la fuerte Europa y la fuerte Sudamérica y el resto del mundo. Ahora todos están ahí. Los estadounidenses, los centroamericanos. Todos.
De nuevo mi respuesta a esta evolución: creo que los grandes han dado un paso atrás y los pequeños, un paso adelante. Ahora no hay diferencia. Eso se puede ver claramente. Los grandes están tan asustados que estamos viendo partidos horrorosos.
Usaré a Francia como ejemplo. En el segundo partido, el 2-0 de México, los latinoamericanos se dieron cuenta de que en ese equipo algo no va bien. Que futbolistas, como ahora los franceses, que han maravillado en otros torneos, de repente se queden parados ante la pérdida de una pelota es una señal de alarma. No estoy lo suficientemente cerca de los franceses. Pero la expulsión del delantero Anelka por insultos a su entrenador, Domenech, es una señal inequívoca.
No quiero criticar ahora a los ingleses tras el 0-0 contra Argelia. Porque todos han dado un paso atrás. Los llamados pequeños, de los que antes la gente se reía, ahora miran cara a cara a los grandes. Lo que tuvieron que sufrir los holandeses, candidatos al título, para superar a los japoneses. Necesitaron también un poco de fortuna. Una suerte para este torneo están siendo los errores de los arqueros. Si no, habría muchos menos goles.
No creo que esto muestre una nueva tendencia, sino un desarrollo progresivo. Antes, la mayoría de países sólo permitía dos extranjeros por equipo en sus Ligas. Sólo en Europa hay ahora muchos asiáticos y han aprendido mucho. Y los japoneses, con su J-League, tienen una Liga profesional que sigue el esquema de las europeas, con jugadores y entrenadores de Europa y Sudamérica.
Como alemán, me duele que la selección perdiera por 1-0 contra Serbia. Los serbios son una parte de la extinta Yugoslavia. Siempre han tenido buenos futbolistas. No quiero hablar del árbitro, pero ya me llamó la atención que en cinco partidos de Liga de Campeones mostrara 12 tarjetas amarillas. Cuando la más simple disputa se castiga con tarjeta amarilla se ataca el alma del fútbol. Estoy a favor de que se castiguen las patadas, pero en un partido justo, sin tensión, mostrar nueve tarjetas amarillas... El árbitro se tiene que plantear algunas preguntas.
Ahora, Alemania debe vencer a Ghana o puede quedarse fuera. Pero incluso este fuerte equipo africano ha perdido clase. Si los alemanes son derrotados, sería la primera vez en la historia del Mundial que quedan afuera en primera ronda.
Tras el 4-0 contra Australia y a pesar de la expulsión de Klose y de jugar con diez hombres, Alemania fue el mejor equipo en el partido ante Serbia. Parecía fútbol, como también el caso de Argentina.
Finalmente, quiero elogiar a la albiceleste y lo hago convencido. Han actuado muy bien en los dos partidos, en el 1-0 con Nigeria y en el 4-1 contra Corea del Sur con los respetados jugadores coreanos.
Los argentinos convencieron con un juego de conjunto. El equipo es estable, bien ordenado. Y por supuesto que convencen también porque con Messi cuentan con un jugador de una clase que ningún otro país tiene. Gracias a Messi, hay espacio para los otros delanteros. Gracias a Messi, del Barcelona, pudo lograr Higuaín, del Real Madrid, un “hat-trick”. En la Primera División luchan el uno contra el otro, ahora juegan juntos de ensueño.
Me recuerda a 1986, cuando llegué a la final como técnico de Alemania. Entonces nos centramos mucho en Maradona. Y los goles los marcaron otros.
* De la agencia alemana DPA. Especial para Página/12.
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