Lunes, 9 de agosto de 2010 | Hoy
FúTBOL › GIMNASIA Y SAN LORENZO ABURRIERON EN EL úNICO PARTIDO SIN GOLES DE LA FECHA
Esfuerzo, sacrificio, devoción y entrega, sí, pero de juego muy poco: apenas cuatro situaciones de gol en 90 minutos. Ramón Díaz se fue satisfecho, pero a su equipo le falta bastante para poder transformarse en candidato.
Por Daniel Guiñazú
Gimnasia y San Lorenzo anticiparon con bastante certeza el fútbol que se viene. Hubo una óptima predisposición para el esfuerzo, pero apenas cuatro situaciones de peligro. Sobraron la intensidad y las ganas, pero faltaron inteligencia y juego. Compartieron todo, hasta las excusas por el fútbol retaceado. Estuvo bien, por eso, que hayan empatado como empataron. Ninguno mereció haberse llevado más que el cero que se llevó.
A los dos les costó demasiado poner una pelota limpia y clara en los últimos treinta metros de la cancha. En la libreta del cronista abundan los espacios en blanco y escasean las anotaciones porque el brío y el ardor alcanzaron hasta tres cuartos de cancha. De allí en adelante fue como si los arcos de Sessa y Albil quedaran detrás de un foso infestado de pirañas hambrientas y aguas malolientes. Casi nadie pudo llegar hasta allí.
Sólo dos valientes alcanzaron a cruzar el cerco. A los 36 minutos, un cabezazo del uruguayo Alvaro Navarro se estrelló en el palo derecho de Albil. Y a los 77 minutos, otro cabezazo del pivot oriental Sebastián Balsas (1,97 m de estatura) exigió un manotazo justo del arquero de Gimnasia. Esas fueron las únicas ocasiones en las que el gol merodeó el estadio del Bosque platense. Antes y después, las emociones pasaron de largo, alejadas por tanta carrera loca y tanto ímpetu descontrolado.
Ramón Díaz se marchó satisfecho porque San Lorenzo no perdió. Pero su equipo fue un borrador desprolijo de lo que él desea. Impreciso con la pelota y desbalanceado en la cancha, en el primer tiempo jugó realmente mal. Defendió con cinco (San Román y Placente jugaron como los laterales que son y no como los volantes que se pretende que sean), condenó a Torres y al debutante colombiano López a batirse en desventaja para recuperar la pelota y dejó muy expuestos a Romagnoli, Bordagaray y Alfaro, que no fueron capaces de gestar una jugada de mediano peligro. La apuesta excluyente fue apuntarle algún tiro libre a la cabeza de Tula o de Bottinelli. Ninguna dio resultado.
En el segundo tiempo, el gigantesco Balsas entró por el apagado Romagnoli, Bordagaray esbozó unos desbordes por la derecha y hubo, al menos, más presencia ofensiva en el área de Gimnasia y un desarrollo algo más equilibrado. Para ganar hacía falta una razonable cuota de fútbol. San Lorenzo nunca pudo aportarla a tiempo. Por eso, el cero decantó por su propio peso.
Gimnasia, por su parte, cometió un pecado: haberse dejado arrastrar a la confusión a la que lo llevaron en la etapa final. En el primer tiempo hizo correr bastante bien la pelota por las bandas, con Encina enseñando el rumbo por la derecha y Neira haciéndolo por la izquierda, y se situó un paso por delante de San Lorenzo a la hora de sopesar los merecimientos. Después ya no fue lo mismo. Perdió juego, ganó en turbulencia, lo invadió el apuro por conseguir a base de fuerza lo que se le había negado con fútbol y su cero terminó aplastándolo. Tanto como a San Lorenzo, en un partido que no presagia nada bueno para este Apertura que acaba de empezar.
Estadio: Gimnasia.
Arbitro: Sergio Pezzotta.
Cambios: 51m, Balsas (5) por Romagnoli (SL); 56m, Casco (5) por Landa (G); 60m, Pereyra (5) por López Méndez (SL) y Córdoba (5) por Neira (G); 69m, Castro por W. Jiménez (G); 83m, Menseguez por Alfaro (SL).
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