FúTBOL
-Más cerca del fondo que de la punta, más derrotas que victorias
-Se comió cuatro entrenadores en una sola, débil, temporada
-Volvió a quedarse fuera de las copas internacionales
› Por Juan José Panno
16º en el Clausura 2010 (25 puntos)
11º en el Apertura 2010 (20 puntos)
12 triunfos, 9 empates, 17 derrotas
El silencio a que se han llamado sus soberbios y faroleros hinchas y algunos números pintados de rojo intenso certifican que el año de Boca fue malísimo. Los datos son aplastantes:
- En los dos torneos quedó más cerca de la cola que de la punta.
- Consiguió en dos campeonatos la misma cantidad de puntos que sumó Estudiantes en sólo uno (¡!).
- Perdió (17 partidos) más de lo que ganó (12).
- Le hicieron más goles (55) de los que convirtió (48).
- En la suma de puntos del año sólo quedó por delante de San Lorenzo, Huracán y Gimnasia.
- En el Apertura tuvo un solo penal a favor y lo erró.
- La picadora demolió de punta a punta cuatro técnicos: Basile, Alves, Borghi y Pompei.
- Fue más noticia por sus conflictos internos que por sus logros deportivos.
El repaso del año permite encontrar apenas un par de agujas en el pajar de las malarias: el triunfo contra River en la Bombonera, en el Clausura, y la victoria contra Vélez, también en la Bombonera, en el Apertura. A River le ganó 2-0 con goles del chileno Gary Medel, pero la alegría se esfumó muy pronto porque a la semana siguiente se estrelló contra Chacarita en la cancha de Huracán: perdió 4-1. Ese Chacarita, vale recordarlo, se fue al descenso al final de ese torneo.
A Vélez, uno de los mejores equipos de la actualidad, Boca le ganó 2-1 en la que fue su mejor producción del 2010. Claudio Borghi, que estaba en la cuerda floja (en realidad siempre lo estuvo, casi desde su llegada), había declarado que si Boca no ganaba, se iba. El equipo había empezado el torneo igualando con Godoy Cruz, tras lo cual perdió con Racing y All Boys. Tres jugados, un solo punto, hicieron que el DT empezara a preparar las valijas. Los jugadores respondieron con una conmovedora entrega y momentos de buen juego. Fue victoria y se fantaseó con una nueva era.
Pero a la semana siguiente, otra vez la dura realidad: San Lorenzo 2, Boca 1 en la Bombonera, para confirmar la vigencia de la paternidad y la endeblez del futuro del DT. Después de la caída ante River en el Monumental, Borghi dio por cerrado su ciclo en Boca. En realidad, nunca se había sentido cómodo porque padeció condicionamientos, críticas y presiones que no estaba acostumbrado (ni dispuesto) a recibir.
De los cuatro técnicos del año, Borghi fue el que más ilusiones creó porque Basile estuvo poco y Abel Alves y Roberto Pompei nunca fueron considerados otra cosa que interinos. Con Borghi llegaron Cristian Lucchetti, Cristian Cellay, Juan Manuel Insaurralde, Matías Caruzo y Damián Escudero. Volvió Clemente Rodríguez y empezó a perfilarse la figura del pibe Cañete, mientras se esperaba la recuperación de Juan Román Riquelme. Los medios se apresuraron a pronosticar que iba a dar pelea. Peleas internas dio en verdad. Se renovaron los conflictos en el plantel y surgieron quiebres profundos en entre los dirigentes por la controvertida y novelesca renovación del contrato de Riquelme. El mejor jugador del plantel volvió con una excelente actuación en el encuentro en el que Boca perdió ante Argentinos Juniors pero a la semana siguiente sufrió una nueva lesión. No más Riquelme y no más Borghi.
Los cambios de rumbo fueron una constante en el año boquense. El 10 de enero el diario deportivo Olé adelantó una formación titular. García; Ibarra, Cáceres, Paletta, Morel; Marino, Rosada, Matías Giménez, Insúa; Gaitán, Palermo. De todos ellos, sólo Javier García (que en realidad estuvo borrado en gran parte del año), Matías Giménez y Martín Palermo jugaron en el último encuentro del Apertura, contra Gimnasia.
La llegada de Julio César Falcioni abrirá nuevas expectativas, pero mientras tanto los hinchas de Boca se nutren de los recuerdos de la década de oro, de los cinco torneos locales, las cuatro Libertadores, las dos Intercontinentales y las dos Sudamericanas.
Y ya se sabe que alimentarse solamente de recuerdos puede resultar indigesto.
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