FúTBOL › EL EQUIPO DE BIANCHI FUE SOLIDO ANTE UN RIVER DEMASIADO IMPROVISADO
Boca ganó no sólo en la red
Con gol de Ezequiel González en el primer tiempo, el Boca de Bianchi le ganó el primer superclásico al inexperto e inexpresivo River del Ingeniero. Buenas actuaciones del goleador, Barros Schelotto y Moreno, más una defensa sólida. Lo de River fue suma de voluntades sin orden.
› Por Juan Sasturain
Justo y claro triunfo de Boca en el primer superclásico del 2003 y del Segundo Virreinato. El equipo de Bianchi –con todos los titulares disponibles excepto Delgado– fue más que la confusa formación que armó Pellegrini, poblada de debutantes o casi, y mucha inexperiencia en lugares clave. Ezequiel González –de muy buena actuación como enganche– convirtió el único gol en el primer tiempo, cuando resolvió con pegada perfecta una salida excesiva de Comizzo. Con este resultado los dos equipos suman cuatro puntos en el pentagonal, aunque Boca tiene un partido menos (y una sonrisa más).
El primer tiempo fue entretenido, yendo de menor a mayor. Empezó mejor River pero le duró poco: diez minutos apenas, en que el pressing funcionó en el medio y cuando la pelota pasaba unos metros más, Celso y compañía encimaban sobre el tobillo de los receptores. Toranzo –buenos movimientos, atrevido por derecha– disparó cruzado a los cuatro mientras Boca no aparecía. Recién a los nueve Villarreal tiró de afuera muy alto, y enseguida el trámite cambió: Boca, pese a los pésimos saques de arco de Abbondanzieri, comenzó a predominar en todos los sectores.
La clave, a esa altura, estuvo en el medio y por los costados: sin brillar, Cascini-Cagna y el Equi, que todavía entraba poco en juego, coparon el sector medio. Ibarra-Villarreal (otro que anduvo bien) le hacían el dos-uno a Rojas y Calvo subía constantemente por izquierda, con buenas y malas y la cancha al revés, pero obligando. Además, a la movilidad de Guillermo, que aparecía por los dos lados y por el medio perturbando a Husain, se sumó un Moreno dúctil que no se estacionaba ante la vacilación de Lucas, debutante y vacilante.
Así, sucesivamente, y antes de los veinte, Moreno remató de derecha afuera, después llegaron tocando con el Mellizo y lo bajaron. River contestó con un gran remate de Fuertes (hizo poco) de afuera, pero Boca era más. Tras una llegada de la Gata Fernández –hábil pero perdidoso en el mano a mano todo el partido– que conjuró Abbondanzieri, en limpia contra casi vulneran Equi y el Mellizo, pero les faltó el último toque. Y enseguida llegaron las dos jugadas más netas del período.
La primera debía haber sido gol pero Moreno la tiró por arriba, solo a dos metros, tras gran jugada colectiva y habilitación de Guillermo previo caño. La segunda, no debía ser gol pero lo fue porque Comizzo –fuera de distancia, con errores de cálculo– exageró tras atorar a Moreno contra la raya del fondo y en lugar de regresar quedó fuera de la jugada: Equi González, ya perfilándose como figura, le dio con precisión de primera, bombeado y desde ángulo difícil y puso el 1–0 con justicia.
River no reaccionó hasta el fin del período.
El segundo tiempo careció de las emociones del primero. Boca pudo aumentar pero tampoco aceleró, mientras River carecía de fuerzas y convicción como para dar vuelta el trámite. Ni Zapata –se fue lesionado en los ligamentos Guillermo Pereyra– ni el experimentado Chacho Coudet alcanzaron. Sólo un tiro libre en el final puso emoción. Pero no llegó ni al susto.
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