FúTBOL › DISCUSIóN EN TORNO DEL CASTIGO AL CHORI DOMíNGUEZ
Desde el Tribunal de Disciplina de la AFA trascendió que el volante de River recibiría una pena morigerada debido a las presiones. Así no se perdería la reanudación de la B Nacional.
› Por Daniel Guiñazú
Más allá de lo sucedido el miércoles en el Chaco y anoche en Mendoza, los Superclásicos del verano seguirán dando que hablar esta semana. De hecho, todavía se harán sentir los coletazos de la expulsión de Alejandro “Chori” Domínguez. Mañana, el delantero de River deberá declarar ante el Tribunal de Disciplina de la AFA y el árbitro Diego Abal ampliará su durísimo informe contra el jugador. El jueves, por fin, se conocerá la sanción que, por lo que ha trascendido, sería mucho más leve de lo que en verdad debería ser en función de lo informado por Abal.
Se habla de tres partidos, dos de los cuales ya estarían cumplidos. El amistoso del viernes que River jugó en Ezeiza ante Talleres de Remedios de Escalada y el partido de anoche ya habrían cubierto las dos terceras partes de la pena. Para completar lo que resta se ha montado para mañana una práctica ante All Boys en la que participarán aquellos jugadores que no jugaron ayer. A partir de lo cual, es posible someter todo el proceso a la crítica: la sanción en sí, el criterio para aplicarla y el modo de cumplirla.
Aconsejado por el vicepresidente Diego Turnes, el máximo dirigente de River presente en Resistencia, diez minutos después del partido, Domínguez dio la cara ante la prensa. Pero haberse arrepentido en vivo y en directo no lo alivia de sus responsabilidades. Lo hecho, muy mal hecho estuvo. Y aunque haya pedido perdón por su descontrol inusitado, consta en actas que el Chori insultó al árbitro, le aplicó un puntapié por lo bajo y le hizo gestos provocativos al árbitro asistente y al público.
Si se le volcara encima todo el rigor del Reglamento de Transgresiones y Penas de la AFA, Domínguez debería pagar un precio relativamente alto por su desmadre: de 4 a 6 partidos, que terminaría cumpliendo en las primeras fechas del torneo de la B Nacional que se reanuda el próximo fin de semana. Pero ha trascendido que la pena no llegará a tanto. Y que se le darán no más de tres “para no privarlo a River de un jugador tan importante en la competencia oficial y permitirle estar el próximo domingo ante Almirante Brown”, según filtró la semana pasada una fuente del Tribunal a los periodistas acreditados en la calle Viamonte.
De ser así, sería el acabóse. Porque sentaría un precedente muy riesgoso según el cual el ente disciplinario de la AFA dictaminaría en función de la cara de cliente y no de acuerdo con la letra estricta del reglamento. O sea, más que la falta cometida, se tendría en cuenta si el infractor es o no un jugador importante para su equipo. Si lo fuera, en cualquier caso, habría mano blanda con el infractor. Si no, le caería todo el peso de la ley. Y eso es cualquier cosa menos justicia deportiva. Es consagrar sin ponerse colorados que hay un reglamento para titulares y otro para los suplentes. O dejar demasiado abierta la puerta para discutir quién es importante en un equipo y quién no.
Pero no sólo eso es lo que está mal en este caso. Resulta gracioso que una falta cometida en un partido amistoso pero formal, como lo fue el Superclásico del miércoles, se pague en partidos que se juegan sin camiseta, sin árbitros oficiales y por menos de los noventa minutos reglamentarios, precisamente para eludir sanciones del Tribunal en caso de expulsiones. Un amistoso es un amistoso y una práctica es una práctica. Pero parecen ser lo mismo (o lo serán a partir de ahora) según la interpretación retorcida del Tribunal.
Alguna vez en los ’60 y en el pináculo de su poder, Alberto J. Armando, el legendario presidente de Boca, consiguió que los partidos de reserva, que por entonces se disputaban los jueves, valieran para cumplir las penas de Primera. El argumento (cierto) era que en esos encuentros también participaban jugadores de los planteles profesionales. Pero el atajo reglamentario se sostuvo poco tiempo.
Ahora es peor: se fuerza la interpretación y valen igual un partido formal y otro informal. Todo para apurar el cumplimiento de una sanción que, encima, será más benévola de lo que debería ser. Y para tenderle una mano a River, que deberá ascender por los méritos hechos dentro de un campo de juego y no por actos de estricta injusticia como éste que, según parece, esta semana AFA habrá de consumar en beneficio de un jugador fastidioso y descontrolado.
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