En la tele está la gimnasia artística, que no tiene nada que ver con nada. Está la natación, pero ni siquiera es waterpolo, que al menos tiene arcos. Van por el agua de un lado al otro sin camiseta y no terminan en nada.

Está el hockey, que cuenta con algunas ventajas importantes respecto de otros: se juega en el césped, se enfrentan once contra once y hay arcos, pero los arcos son demasiado chiquitos, el arquero juega con ropa de astronauta y la pelota casi no se ve.

En el tenis de mesa y en el otro tampoco se ve la pelota y encima tienen la red en la mitad de la cancha, como el vóleibol, que es ese deporte en el que se saludan a cada rato, se la pasan toqueteándose y encima se juega con esa pelotita desinflada que pesa entre 260 y 280 gramos, un poco más de la mitad de la verdadera. Se parece, pero no, nada que ver.

Está el handball, que tiene arcos. Pero los jugadores de campo sólo usan las manos y los arqueros atajan bastante con los pies, con lo que queda claro que es un deporte raro por donde se lo mire.

Lo mismo que el básquetbol, otro deporte que no tiene ni pies ni cabeza porque sólo se juega con las manos. Se enfrentan a cuatro tiempos, en vez de dos, con una pelota enorme (número 6) y los goles de lejos valen más que los que se hacen de adentro del área, a la que rebautizaron como zona pintada.

Está el fútbol olímpico, pero a los ingleses no se los mira por razones obvias; a los españoles tampoco, porque si no están Xavi e Iniesta no vale la pena y encima pierden con cualquiera. Tampoco hay que ver a los uruguayos y a los brasileños por una cuestión de envidia pura, lisa y llana: en el Sudamericano clasificatorio ellos entraron porque nosotros salimos terceros.

¿Y entonces? ¿Qué nos queda? Racing e Independiente, un clásico amistoso, con dos equipos que se reforzaron mucho. En Racing fueron titulares Ortiz, Corvalán, Villar y Sand, y después entraron Camoranesi, Cámpora y Pérez Guedes. En Independiente estuvieron desde el inicio Tula, Morel Rodríguez y Rosales. Muchas caras nuevas, mucho juego viejo. Cero a cero, como el día anterior Huracán-San Lorenzo. Un horror, como antesala del próximo campeonato.

¡Qué cosa fea es un domingo sin fútbol!