El último partido de Juan Román Riquelme, la final de la Copa Libertadores contra el Corinthians, se jugó el 4 de julio de este año. Desde entonces, Boca disputó 18 encuentros oficiales: 14 por el torneo Inicial, 2 por la Copa Sudamericana, uno por la Copa Argentina y uno por la Supercopa. Ganó 7, empató 8 y perdió 3. Eso significa un 53 por ciento de los puntos. Los números no parecen reflejar una situación crítica si se los toma en frío. Pero el peso de esa estadística se desinfla si se la analiza en su contexto y se contemplan sus circunstancias.

Más allá de los resultados, los encuentros en los que Boca jugó bien son tan pocos que se pueden recordar al toque: contra San Lorenzo, contra Independiente por el torneo local y contra Racing, cuya defensa fue un flan, en la final de la Copa Argentina. Punto. Sin Riquelme, por lo general, Boca produce poco fútbol, no asusta a sus rivales y no ilusiona a sus hinchas. Aburre, se repite, no parece tener ninguna línea y juega, en síntesis, a lo que salga.

En la lista de los partidos que Boca perdió hay que incluir varios que fueron empate, pero se vivieron como derrota: el 3-3 y el 0-0 contra Independiente por la Sudamericana, el 1-1 ante San Martín de San Juan, el 0-0 (luego caída por penales) contra Arsenal y el 0-0 contra Estudiantes. El descontento de la gente quedó claramente expuesto con el grito de “Ri–queeeeel-me / Ri-queeeeel-me” en el entretiempo del encuentro ante Tigre (un partido que finalmente ganó) y en el final del 1-1 contra los sanjuaninos.

Julio César Falcioni intentó distintas variantes para cubrir el gran hueco que dejó Riquelme. Lo puso a Chávez de enganche, probó con cuatro volantes, lo tiró unos metros atrás a Viatri y finalmente le dio su lugar a Leandro Paredes. El pibe la rompió contra San Lorenzo y se perfila como el 10 natural, pero tiene apenas 18 años y no se le puede cargar tanto peso de responsabilidad. Habrá que darle continuidad, tiempo, partidos y se verá si es capaz de concretar todo lo que promete.

Matemáticamente, Boca todavía tiene chances en el campeonato. Con sus 23 puntos está a seis de Vélez. Cuenta con la ventaja de que tendrá que jugar contra dos de sus rivales directos en la pelea por el título: Newell’s y Vélez. También debe considerar la desventaja de tener que enfrentar a esos rivales que, en teoría y sin ser un prodigio, tienen una línea más definida y mejor juego.

Boca alimenta algunas esperanzas, pero el entrenador ya sabe que su contrato tiene fecha de vencimiento y no habrá renovación. Falcioni cometió algunos errores en cuestiones tácticas, pero su mayor déficit estuvo en el manejo del vestuario. Y en esto también influye la sombra que todavía proyecta Román. Clemente Rodríguez, Ledesma, Rivero y Viatri se enfrentaron a su turno con el entrenador, y vivieron la etapa que siguió a la ida de su amigo con una mezcla de natural desconfianza y exagerado miedo, rayano con la paranoia, porque sienten que Falcioni no los quiere. El DT no logró un buen clima interno y eso repercute directamente en el rendimiento del equipo.

Contra Colón, Boca levantó un poco su producción respecto del partido ante Arsenal, pero no recibió las ventajas que le había dado San Lorenzo. Tuvo algunas chances (también sufrió varias) y finalmente se quedó con un empate que se parece mucho a una despedida del torneo. Y del técnico.

Estadio: Colón.

Arbitro: Diego Abal.

Cambios: 64m, Gómez por Mugni (C); 66m, Blandi por Acosta (B); 73m, Graciani por Curuchet (C); 75m, Chávez por G. Fernández (B); 82m, Ramírez por Gigliotti (C); 88m, Colazo por Paredes (B).