Lunes, 4 de febrero de 2013 | Hoy
FúTBOL › BALANCE Y REFLEXIONES DE LOS TRES ENFRENTAMIENTOS ENTRE RIVER Y BOCA DE LA PRETEMPORADA
Las claves para entender por qué los dirigidos por Ramón Díaz terminaron el verano dejando una mejor imagen que la de los conducidos por Carlos Bianchi. Postales para recordar el encuentro del sábado en Córdoba.
Por Juan José Panno
1 Rojas, el que había jugado horrible el día que Ramón Díaz desembarcó en River, beneficiado por el resbalón de Ledesma, queda solo frente al arco. Puede tirar, cruzado, pero no. Es más seguro el toque atrás para Mora, que llega solo.
2 El Burrito Martínez se filtra con habilidad entre dos jugadores de River y sobre la salida del tercero mete el pase exacto, profundo, para Silva.
3 Trezeguet ve venir la pelota por el aire y levanta el pie para darle con la cara externa al lugar preciso donde está parado un compañero. Impresionante técnica de un jugador distinto...
4 Foul a Silva en la mitad de la cancha, en una contra de Boca. Martínez queda involucrado en la jugada, la detiene con la mano para evitar el pase en movimiento y la mete para Erviti, que se va libre. Concentración, inteligencia, gran lectura del juego.
Cuatro imágenes sueltas que se rescatan del Superclásico de Córdoba. Si se las pusiera en el Facebook, lloverían los “me gusta” de los amantes del buen fútbol. Entre tanto pelotazo, pase apurado y foul al límite, entre tanta cosa borrosa y turbia, se distinguen nítidamente estas acciones, como estampas de un partido de verano.
El clásico dejó una nueva alegría para River, un alza considerable en las acciones del idolatrado Ramón Díaz, algunas cuestiones tácticas interesantes para los dos entrenadores y un montón de incertidumbre para Carlos Bianchi.
Mucho se ha dicho sobre lo relativo que resultan estos encuentros veraniegos para sacar conclusiones definitivas. Pero algo se vislumbra. Pasa por lo general que el que gana se afirma en sus convicciones y se regodea con el éxito, y el que pierde desliza que habrá que esperar cuando se juegue “en serio”. Lamento encubierto. A Boca le dolió la derrota y en el fondo también le duele que no aparezca el funcionamiento. El equipo de Bianchi jugó bien en el primer cuarto de hora y a partir de ahí se fue desinflando de a poco hasta convertirse en una expresión tibia, vacía de ideas. El primer foco está en Paredes. El pibe, con sus 18 años y toda la presión a cuestas, promete más de lo que cumple. Le pega muy bien a la pelota en los tiros libres y en los corners, pero lo suyo no puede quedar limitado a eso. No se cree que puede ser el conductor, y los compañeros parece que tampoco. Seguramente Bianchi va a seguir respaldándolo pero, ahora que Chávez se fue a Lanús, no aparece en el horizonte un reemplazante. Si se lesionara Paredes, ¿a quién pondría de enganche? ¿Pol Fernández? ¿Erviti? ¿Jugaría 4-4-2? Da la sensación de que Paredes se siente más cómodo con Pol Fernández y Erbes cerca, aunque en el segundo tiempo del Superclásico no se dio la conexión deseada. Somoza no rinde y aquí es donde surge la desilusión cuando llega la noticia de que Fernando Gago fue a Vélez. En Boca podría haber sido vital en la creación, pero ¿lo querían los dirigentes? ¿Lo quería Bianchi realmente? Otro punto en contra de Boca es el rendimiento de la línea de fondo. Con Sosa o Albín no cambia mucho, y los otros tres titulares son los que jugaron el clásico. Los tres dieron ventajas, especialmente Rodríguez. Sincronizarán mejor con el correr de los partidos, seguramente, pero por ahora no rinden. Un punto a favor es la dinámica de Erviti, quien tiene menos responsabilidades de marca que en los tiempos de Falcioni y un poco más de llegada. Pero ¿aguanta ese ritmo? La dupla Martínez-Silva va a funcionar porque el Burrito y su clase es el socio ideal para el voluntarioso, a veces torpe uruguayo.
El panorama de River parece más claro. Ramón Díaz les inyecta abundantes dosis de autoestima a jugadores de buena técnica que se agrandan. Su mensaje para estos partidos fue mucho más motivador que el de Bianchi (“no quiero lesionados”) y se notó. Mora juega cada día mejor y Trezeguet –aunque bastante parado– tiene con qué ganarse un lugar en el equipo titular. River se siente cómodo manejando la pelota por la abundancia de volantes: de hecho, en el Superclásico, pasados los primeros 15 minutos, siempre manejó la pelota con más criterio que su rival. Pero no da muchas garantías atrás, juegue o no Román. A una semana del inicio de los partidos por los porotos, River está más afilado. Boca, por ahora, no corta ni pincha. Por ahora.
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