FúTBOL › LEANDRO GRACIAN JUGO DE JOHN WAYNE Y GANO EL CLASICO DE UN SOLO TIRO
Vélez, el más rápido del Oeste
Con practicidad en la cartuchera, mucha puntería y una tremenda voluntad de sus pibes, Vélez se impuso a Chicago en el esperado duelo de Mataderos. Con esa victoria, el equipo de Carlos Ischia alcanzó, junto con River, a Boca en la punta del Clausura.
› Por Ariel Greco
Con la practicidad como principal virtud y las ganas de sus pibes para esconder limitaciones, Vélez derrotó como visitante 1-0 a Chicago y, gracias al empate de Boca, volvió a treparse a la punta del torneo junto al equipo de Carlos Bianchi y a River. Leandro Gracián anotó el único gol de Vélez, que a partir de ese momento regaló terreno, se dedicó a obstaculizar los intentos de su rival e intentó liquidar el resultado con un contragolpe que nunca llegó. Del otro lado, Chicago buscó el empate con mucho voluntad pero sin imaginación, por lo que terminó frustrado y resignado, en especial tras la expulsión de Daniel Tilger por un golpe sin pelota a un adversario.
El reparto que dejó el clásico fue injusto: si se hace un repaso de lo que significó el 1-0 para ambos y se lo compara con los méritos que realizaron en el terreno, el balance es claramente inmerecido. Con el triunfo, Vélez se quedó con toda la felicidad para el gaste de la semana en el barrio. Para Chicago, la bronca se potenció por haber tenido algunas ocasiones para conseguir al menos un empate. Con los tres puntos, el conjunto de Carlos Ischia aprovechó el empate de Boca y alcanzó el liderazgo en la tabla. Con la derrota, Chicago permanece en zona de descenso directo y las cuentas cada vez le cierran menos. En la cancha, todas las diferencias ni se notaron.
¿Qué tiene Vélez para mantenerse arriba y aspirar al título? Su mayor mérito es la solidez defensiva. Con Fabricio Fuentes como abanderado, bien acompañado por Ladino y Pellegrino a los costados, y la colaboración de Bustos y Cubero para dar una mano, la última línea es una garantía. Sobriedad para cortar por abajo, firmeza cuando se la busca por arriba. Incluso puede darse el lujo de disimular los errores de Sessa, un peligro cada vez que tuvo la pelota en los pies. Y si a esa seguridad defensiva que exhibe el equipo de Liniers se le opone un ataque sin mucha imaginación como el de Chicago ayer, no es difícil explicar las razones del triunfo, sobre todo cuando en la primera llegada Vélez consiguió ponerse en ventaja. Cuando, a los 16 minutos del primer tiempo, Gracián encaró con pelota dominada, engañó a Orcellet con un enganche hacia afuera y tocó al gol con el arco vacío, Vélez ya comenzó a sentirse ganador. Es que ese tanto amoldó el partido a la situación preferida de los de Ischia: ya no era necesario asumir la responsabilidad del ataque; bastaba con destruir los impulsos rivales para garantizarse la victoria. Después, si se podía y ese intento no implicaba asumir riesgos en el arco propio, las posibilidades de ataque quedaban resignadas a algún gambeta de Gracián, a las corridas de Bardaro y a la cabeza goleadora de Nanni. Como ninguna de las tres opciones brindó dividendos, la clave del éxito quedó centralizada en poder contener los ataques rivales.
Si a Vélez el gol le simplificó la tarea, con Chicago ocurrió todo lo contrario. Un equipo que se mueve mejor con espacios para contragolpear se vio obligado a jugar en terreno reducido, sin contar con los jugadores adecuados para desequilibrar en pocos metros. Por eso, sus llegadas se limitaron a pelotazos aéreos que, aunque encajonaron a su rival, no terminaron aportando claridad. Pese a todo, Chicago pudo empatarlo con una habilitación de Carreño para Amaya, pero el zurdo remató de derecha totalmente desviado desde una posición inmejorable. Y la otra más clara fue un cabezazo de Poli que Ladino rechazó casi en la línea. Así, Vélez pasó el sofocón y terminó festejando porque se quedó con todo: el triunfo, la punta y su clásico rival en zona de descenso.
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