FúTBOL › BOCA LLEGA A UN MOMENTO DECISIVO EN 2013
Los hinchas vienen bancando la pésima campaña en el torneo local porque se consuelan con la posibilidad de avanzar en la Libertadores; pero llega la revancha con el Corinthians y el panorama no es el más alentador. Una final anticipada.
› Por Juan José Panno
A la altura de la 13ª fecha del campeonato Inicial y de los octavos de final de la Copa Libertadores de América pasada, los hinchas de Boca se ilusionaban con la posibilidad cierta de la doble corona. El equipo que conducía Julio César Falcioni sumaba 22 puntos sobre 33 posibles y peleaba en los primeros puestos, a cuatro unidades de Newell’s, que era el líder. En la Libertadores había ganado 2-1 el partido de ida de los octavos de final contra Unión Española de Chile, después de clasificarse en el segundo puesto del grupo con 11 puntos, detrás de Fluminense.
Hoy, los hinchas de otros cuadros bromean con las coronas que le van a mandar a Carlos Bianchi si Boca queda enterrado en el último puesto del torneo local (una chance de la que ayer lo puso a cubierto Argentinos al caer en San Juan) y muere en su intento de superar la valla de los octavos en la Libertadores. En sus 13 partidos del actual torneo Final, Boca, como es conocido, sólo ganó uno, marcó apenas 9 goles y recibió 21, el segundo arco más vencido después de Colón. En la Libertadores viene de ganar 1-0 el encuentro de ida contra Corinthians, después de clasificarse en el segundo lugar del grupo con sólo 9 puntos, uno menos que Nacional.
En el campeonato anterior, en la 13ª fecha, Boca le había ganado 3-1 a San Lorenzo en una muy buena actuación, con dos golazos del pibe Paredes que aparecía en el horizonte, con un futuro extraordinario. Anteayer, con un equipo casi íntegramente formado por juveniles, Boca cayó por un 3-0 lapidario contra San Lorenzo y quedó a un pasito de la cola de la tabla. Paredes no la tocó y pasó inadvertido.
Bianchi –y junto con él todos los hinchas xeneizes– trata de restarles importancia a las caídas en el torneo local, porque le apunta a la Copa Libertadores. Todos los boletos están puestos en la Copa, al punto que una caída en San Pablo va a ser tomada como un fracaso estrepitoso y hasta puede poner en peligro la continuidad del entrenador. Si Boca supera al Corinthians, se engrosará el crédito de que dispone el Virrey por sus reinados en épocas pasadas; pero si no lo logra, la cosa se complica.
Desde hace unos días se viene anunciando que el DT boquense presentará un planteo conservador, con superpoblación de volantes y un solo delantero, teóricamente Blandi, acompañado un poco por Riquelme. Pero ocurre que no es seguro que Román (que integra la extensa lista de desgarrados) esté plenamente recuperado e ingrese como titular, lo que ensancha las dudas. Boca les ganó bien a los brasileños en la Bombonera y hasta pudo conseguir un golcito más de ventaja. Pasó ese día que el plantel tomó conciencia de lo peliaguda que se podía poner la cosa si se perdía y dejaron el alma, al tiempo que los brasileños dejaban su coraje colgado en el vestuario. El marco los sobrepasó.
¿Se podrá dar una situación inversa en el encuentro de vuelta? Difícil. Pero sí es seguro que los brasileños van a levantar su producción, que se van a agrandar de locales, mucho más si encuentran enfrente un planteo muy defensivo que les achica los riesgos de sufrir goles. A Falcioni en una situación similar no le temblaría el pulso en eso de proteger el propio arco como medida prioritaria y de hecho sacó buenos resultados extremando los cuidados en la zona central con Erviti limitado a la contención, Somoza metido entre los centrales y los laterales contenidos. Con Falcioni jugaba Schiavi, que aportaba su veteranía y su experiencia para ordenar la línea de fondo. El Boca de Falcioni no jugaba bien, pero conseguía mejores resultados que este Boca de Bianchi, tal como lo demuestran los cuadros que comparan campañas a la misma altura.
En la Libertadores anterior, después de Unión Española, Boca les ganó mano a mano a Fluminense y a Universidad de Chile, y perdió la final justamente con el Corinthians, el día que pegó un portazo Riquelme. Y como Boca tampoco ganó el campeonato local, el entrenador se tuvo que ir. Su relación con el plantel y con los hinchas estaba muy desgastada y los dirigentes no tuvieron más remedio que atender a la vox populi.
A Bianchi, por ahora, nadie le reprocha nada públicamente. Pero en el plantel no cayó muy bien que pidiera disculpas luego de la derrota ante San Martín de San Juan. El periodismo mucho no ayuda: si defiende a los jugadores, se dice que no tiene poder de autocrítica; si pide disculpas, se dice que les soltó la mano a sus futbolistas. De todos modos, y más allá de los conflictos internos, jugadores y cuerpo técnico saben que pasado mañana estarán frente a la gran posibilidad de lavar un poco la imagen. Bianchi sabe que si hace un planteo conservador y sale mal, lo despedazarán; y si intenta un esquema más audaz, le cuestionarán que no fue realista y no tomó en cuenta las limitaciones de sus dirigidos. En definitiva, pasado mañana Boca jugará algo más que un partido por los octavos de la Libertadores; tomará este encuentro como una final.
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