Carlos Bianchi entrenó a sus jugadores durante toda la semana en espacios reducidos, adaptados a la medida de la canchita de Argentinos, 100m por 66m contra los 105m por 70m de La Bombonera. La diferencia de superficie es muy grande: 750 metros cuadrados menos. Y no le fue del todo mal, porque Boca manejó la pelota mejor en las tres cuartas partes del desarrollo del encuentro y presionó bien en la salida de su rival. Esta semana, antes del partido contra Quilmes, no habrá necesidad de achicar la cancha pero tal vez al DT le convenga modificar los 7m32 por 2m44 de los arcos, pensando en los delanteros propios. Los puede agrandar, para que Gigliotti, por ejemplo, agarre más confianza o los puede achicar para que acostumbre a ajustar la mira. Es que la falta de puntería del centrodelantero de Boca fue una de las claves que explica por qué dejó dos puntos en Juan Agustín García y Boyacá.

En relación con el último partido como visitante (el 3-0 padecido ante Olimpo) la mejoría fue notable, pero la irregularidad de Boca también obliga al paralelo con la producción de la semana anterior, contra Racing, y en este caso se advirtió un importante declive. El punto en común es que ni en el partido de la semana anterior ni en éste le convirtieron goles y el mismo entrenador lo rescató como un dato positivo. Más realista, Agustín Orión respondió, cuando le hablaron de lo importante del arco invicto, que “lo bueno hubiera sido que se ganara el partido”.

A Argentinos el empate le sentó mucho mejor que a Boca. Y es natural. Caruso Lombardi tiene que arreglársela con un plantel joven, de jugadores de segunda línea, técnicamente muy inferiores a las figuras que tiene Bianchi a su disposición, y por eso un empate es a priori un negocio que firmaría sin chistar. Pero además el balance de las situaciones de gol –que sigue siendo el mejor termómetro de cualquier enfrentamiento– dejó un saldo favorable a Boca, que tuvo más llegadas y sobre todo más claras que las de Argentinos.

En el primer tiempo se vio hasta los tres cuartos de cancha lo mejor del equipo visitante. Salía bien desde el fondo y progresaba sin dificultades en el terreno a pesar del conglomerado de volantes locales. Las situaciones de gol llegaron, pero Boca no las supo concretar. La que más resaltó fue la que malogró Gigliotti tras un pase de Martínez, con Migliore fuera del la escena. Otra se dio cuando Sánchez Miño demoró el remate a cinco metros de arco.

En el arranque del segundo tiempo, Argentinos –que cambió su esquema de un 3-5-2 a 4-4-2– presionó un poco más arriba, provocó cinco tiros de esquina y estuvo cerca del gol, con un cabezazo de Vittor, que salvó Orión. Un buscapié de Nagüel ayudó a dejar la sensación de que el juego había cambiado totalmente de manos, pero muy pronto los dos recuperaron la memoria. Argentinos se acordó de la importancia del puntito y dejó de arriesgar, y Boca se propuso repetir algo de lo que había insinuado en el primer tiempo. Con Erbes como estandarte y a pesar de las irregularidades de Sánchez Miño y el bajón de Gago (lejos del que deslumbró ante Racing) llegaron nuevas ocasiones de gol. Gigliotti se anotó en la primera fila de los “pierdegoles” y Méndez, que no jugó mal, aportó lo suyo tirando afuera una pelota servida desde el punto el penal. Con Migliore lesionado (ya se habían hecho los tres cambios) Boca siguió buscando, pero no encontró más que un punto. Hace 38 fechas que este equipo no consigue ganar dos partidos seguidos, y el dato de los dos encuentros consecutivos sin que le conviertan goles, como bien decía Orion, es un detalle menor.