FúTBOL › CON UN GOL DE GIGLIOTTI, BOCA SE QUEDó CON EL SUPERCLáSICO EN EL MONUMENTAL
Bianchi tuvo que armar su equipo siguiendo las restricciones del cuerpo médico, y en el complemento se quedó sin Riquelme, Gago y Gigliotti, lastimados o golpeados. Con un gol del delantero se llevó el exagerado premio de los tres puntos.
› Por Juan José Panno
Boca tendría que llevar en la camiseta el auspicio del Hospital Argerich, que queda cerca de la Bombonera; del PAMI, porque se le lesionan los veteranos; o mejor de Medicus o alguna prepaga de esas, porque en la lista de los que deben pasar por los consultorios hay jugadores de todas las generaciones. Para disputar el Superclásico, Bianchi –que más que cuerpo técnico depende de sus cuerpos médicos– recurrió a una especie de Armada Brancaleone, con futbolistas improvisados en puestos que no son los suyos y con otros recuperados de apuro. Y ayer encima salieron antes de tiempo sus dos figuras principales y Gigliotti. Ese Boca diezmado, remendado, se llevó el exagerado premio de los tres puntos y el atenuado reproche –por las razones hospitalarias apuntadas– de una actuación muy pobre.
River, que mereció por lo menos el empate, fue cómplice de un partido que empezó bien, que pintaba lindo y que fue decayendo en su nivel hasta terminar siendo ordinario, rústico, casi impresentable. A veces, a los Superclásicos los salva la intensidad, la tensión nerviosa en el ida y vuelta de jugadores e hinchas, el duelo entre el que ataca y el que contraataca; pero cuando todo eso se diluye y sólo queda uno que ataca mal y otro que sólo se propone defender, ya no hay redención posible.
El foco benevolente hay que ponerlo en el primer tiempo, el lapso en el que se produjo la mayor cantidad de situaciones de gol. River fue a buscar el partido volcando a Carbonero, Teo Gutiérrez y Mercado sobre la derecha, aprovechando las fallas del inexperto y golpeado Zárate (estuvo en duda hasta último momento), contrariando a quienes pensaban que iba a atacar por el otro lado con Lanzini-Andrada-Vangioni para explotar las debilidades de Méndez, que no es lateral. En la alternativa de ponerlo a Erbes o Méndez de lateral, el DT de Boca optó por esto último. Y Méndez, que mejoró en el segundo tiempo, mostró flaquezas en las pocas veces que le tocó intervenir.
River cruzaba la franja central con facilidad y llegaba con frecuencia hasta los dominios de Orion. Pero no supo concretar: falló en el abrochado de las jugadas que generaba. Y cuando buscó bien el arco, se chocó con Orion, que tuvo otra actuación impecable. En ese primer tiempo, de vez en cuando se daba que Boca armaba alguna buena jugada en ataque. Y en una de ésas, Riquelme (lo mejor de lo suyo en una actuación muy por debajo de sus posibilidades) inició la jugada que terminó en la red de Barovero.
El final del primer tiempo dejó flotando una fuerte sensación de injusticia, y no hacía falta recibirse de adivino para entender que en el segundo período a River se lo iba a deglutir su ansiedad. Entraron Ponzio, Mora y Ferreyra; Mercado –que quedó como central– ya no subió, bajó su rendimiento Lanzini, Teo se fue tirando cada vez más atrás y Boca, sin sacar la cola del área, se sintió más cómodo y perdió todo pudor para revolear la pelota a cualquier parte. La gente, que llenó el Monumental, no presionó con esa clase de cantos que los jugadores mucho no se bancan (“movete, dejá de joder” y esas cosas) y alentó hasta el final. Lo pudo empatar el local con un cabezazo de Mora que dio en el palo o con otro de Teo que salvó Orion, pero antes de eso lo pudo liquidar Boca con un remate cruzado del Burrito Martínez, que jugó un buen partido.
Un dato que sintetiza la producción ofensiva de Boca es que su primer corner se produjo a los 62 minutos. Otro dato es que en la curiosa transmisión de Radio 9 en la que Costa Febre transmitía los ataques de River y Walter Saavedra los de Boca, el primero terminó disfónico y el segundo habló menos que en misa.
Boca consiguió su segundo triunfo consecutivo (pero no hay puntos de comparación entre lo que hizo contra Quilmes y ayer), enhebró el cuarto partido sin que le conviertan goles (pero lo de ayer está más cerca del milagro que de la solidez defensiva) y sigue en carrera en el campeonato. Pero si sigue funcionando como seleccionado de la Cruz Roja, no va a llegar muy lejos.
River, con lo que hizo, consiguió que el mentiroso Ramón Díaz sacara pecho y la gente no pataleara. Pero con lo que no hizo, en vez de puntos, sumó ante Boca una nueva frustración. Y van...
Estadio: River.
Arbitro: Germán Delfino.
Gol: 23 m Gigliotti (B).
Cambios: 46 m Ponzio (5) por Maidana (R), 56 m Mora (5) por Andrada (R), 57 m Escalante (5) por Riquelme (B), 63 m Ferreyra por Rojas (R), 67 m Riaño por Gigliotti (B), 84 m Bravo por Gago (B).
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