Lun 23.12.2013
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FúTBOL

Carlos y Ramón, dos DT del montón

No estuvieron a la altura de sus propios pergaminos en los clubes más populares del fútbol argentino y rifaron buena parte de su prestigio en la Ribera y en Núñez. El 2014 viene con un ultimátum para ambos, a merced de la perversa lógica de los resultados como cualquier otro técnico. Qué están obligados a hacer para sostenerse.

› Por Juan José Panno

La ancha espalda de Carlos Bianchi no pasó a ser la de un alfeñique, pero tampoco es la que era. Y el crédito casi ilimitado del que disponía, en el momento de la llegada a Boca en esta última etapa, tampoco es el mismo. La realidad de los resultados –que todo lo tiñen y todo lo ensombrecen– dejó algunas manchas después de tres campeonatos locales y uno internacional sin títulos, y ahora se le empieza a prestar demasiada atención a lo que ocurra con él en la próxima temporada.

La continuidad del entrenador de Boca parecería estar garantizada al menos hasta fin de año. El próximo campeonato se desarrollará en el momento de la vigilia del Mundial de Brasil, que lo marginará a un segundo plano, por lo que un eventual fracaso no repicará tan fuerte. Y además, terminado el próximo torneo, el club tendrá la posibilidad de realizar nuevas incorporaciones, con lo que siempre se renuevan las ilusiones y las expectativas. Para que Bianchi deje de ser el técnico del plantel profesional tendría que darse una actuación tan lamentable como la del certamen de la primera mitad del año pasado, y eso no parece muy posible.

En el Final 2013, Boca terminó en la penúltima colocación (Unión le dio una mano para zafar de la cola) con 18 puntos, 20 por debajo del campeón Newell’s y a 17 de River. Una primera explicación es que se habían puesto todas las fichas en la Copa Libertadores, y eso hizo que se descuidara el torneo doméstico. Esa es una parte de la verdad; la otra es que el equipo deambuló por todas las canchas sin una idea de juego definida y expuesto al cachetazo de cualquiera. Y de hecho terminó con 29 goles en contra, a pesar del buen rendimiento de Orion. Boca le apuntó a la Libertadores y aunque la jugada salió mal (quedó eliminado en cuartos de final por Newell’s), dejó la sensación, en los dos partidos con los rosarinos, que no había ligado nada y que no merecía quedarse con las manos vacías, al menos en esa instancia.

Y así fue cómo a Boca se lo criticó más en la segunda parte del año que en la primera, a pesar de que en el torneo local sacó muchos más puntos. Cerró el Inicial 2013 con 29 puntos, 4 por debajo de San Lorenzo que fue el campeón y 8 puntos por delante de River. Pero de todos modos llovieron cuestionamientos por la impresionante racha de lesiones, por el desaprovechamiento de todas las oportunidades que se le fueron abriendo –especialmente en los tramos finales– y porque el equipo siguió sin encontrar una línea.

Históricamente, los cuadros de Bianchi se han caracterizado por la firmeza de su funcionamiento defensivo; pero el entrenador no alcanzó a armar una estructura sólida para defender, pese a la multiplicidad de intentos: en 19 encuentros, Boca utilizó 13 combinaciones de líneas de cuatro diferentes con Marín, Caruzzo, Erbes, Méndez, Insúa, Díaz, Zárate, Pérez, Rodríguez y Burdisso, en diferentes posiciones.

Ahora, para el próximo torneo, ya no contará con Ribair Rodríguez (no es el único que se va) y se esfumó el sueño de tener en el plantel a dos refuerzos de categoría: Paolo Goltz y Sebastián Domínguez. Tendrá que conformarse con el regreso de Juan Forlín y la llegada de Hernán Grana, dos buenos defensores, pero algún escalón por debajo de aquellos que pretendía el entrenador. “Es lo que hay”, le dijeron.

La referencia a la distancia que separó a Boca de River en el último torneo no es un dato menor. El panorama sería mucho más oscuro si al clásico rival le hubiera ido mejor. Pero ese tipo de consuelo también tiene fecha de vencimiento.

Por ahora, los hinchas siguen confiando. Si Orion se queda en el club, si se logra cortar la cadena de lesiones, si Riquelme realmente se pone a punto con una buena pretemporada, si Gago consigue continuidad y si finalmente se arma una buena defensa, las posibilidades se ensancharán. Si no pasa nada de eso, el campeonato Final puede serlo en el sentido más amplio de la palabra.

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