Lun 03.02.2014
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FúTBOL › RIVER Y BOCA, CON UN PANORAMA FAVORABLE DE CARA AL TORNEO FINAL

No hicieron la pole position, pero largan en primera fila

Con los rivales más encumbrados ocupados y preocupados por la Copa Libertadores, los dos clubes más grandes se perfilan como candidatos naturales para el torneo que arranca la semana que viene. Pero para afirmar ese favoritismo deben mejorar mucho.

› Por Daniel Guiñazú

El verano terminó para River con una tenue luz verde. Falta mucho para llegar al equipo que desean Ramón Díaz y los hinchas. Pero haberle ganado a Boca dos de los tres Superclásicos serena ansiedades, tranquiliza los nervios y ayuda a esperar mejor el debut del próximo domingo en el torneo Final ante Gimnasia y Esgrima La Plata en el Monumental.

En cambio, Boca llega a la misma instancia ante Newell’s en Rosario con todas las luces de alarma encendidas al rojo vivo. Haber perdido dos de los tres partidos ante el máximo rival y poniendo siempre al mejor equipo posible (salvo Juan Román Riquelme), conforma un escenario tan negativo como el que se viene atravesando desde que Carlos Bianchi se hizo cargo de la dirección técnica. Un año después, el DT más ganador de la historia xeneize sigue sin poder darle al conjunto una fisonomía, una identidad, una idea de juego más o menos clara.

¿Son, pese a todo, River y Boca los principales candidatos a salir campeones en el torneo que preludiará el esperado Mundial de Brasil? La respuesta estaría más cerca del no que del sí si sólo se considera lo sucedido sobre la cancha. Pero como siempre a esta altura del año, la Copa Libertadores mete la cola. Equipos más o menos fuertes como San Lorenzo, Vélez, Newell’s, Arsenal y Lanús estarán concentrados en ella. Los tres primeros, incluso, harán un esfuerzo muy grande para tratar de ganarla. De allí que a priori no se los pueda subir a la lista de postulantes. Está visto y comprobado que resulta imposible en el fútbol argentino apostar por los dos frentes. Mucho más este año, en el que la Copa terminará luego del Mundial.

El camino, entonces, aparece despejado. Con los mejores conjuntos concentrando energías en la Libertadores, River y Boca (acaso podría sumarse a Racing en la lista) deberían marcar la tendencia del próximo torneo. ¿Pueden hacerlo? Eso no quedó claro tras la serie de Superclásicos veraniegos. River jugó mal en Mar del Plata, bastante mejor en Córdoba y en Mendoza fue irregular, con fallas donde no acostumbra tenerlas (Marcelo Barovero se deglutió el gol de Cata Díaz y Alvarez Balanta no mostró solvencia en los cruces y los mano a mano). Lo bueno fue que Matías Kranevitter se ganó la titularidad desde el arranque y que Manuel Lanzini se dio cuenta de que su fútbol no pierde vuelo si le suma sacrificio para bajar y dar una mano en la recuperación de la pelota. Con Cavenaghi habrá más presencia en el área de enfrente y Teo Gutiérrez depende de sus musas, que a veces lo acompañan y otras no tanto.

Si River concedió algún margen para el optimismo, en Boca está todo mal. Y ni siquiera hay garantías de que Riquelme vuelva rápido para arreglar lo mucho que está roto. La defensa es un flan por bajo (en tres de los cinco goles que le hizo River, un delantero entró solo a definir) y por alto. Grana y Zárate no pararon a nadie por los costados. A Gago se lo ve incómodo, sin gravitar como debería hacerlo. Aunque la camiseta no le pesó y fue un buen hallazgo estival, el chiquilín Luciano Acosta todavía no está maduro para hacerse cargo del armado de juego del equipo. Y condenado a moverse como navegante solitario arriba por el 4-2-3-1 que Bianchi probó en estos Superclásicos, Gigliotti no fue el delantero afilado y goleador que despuntó en el torneo Inicial. Fue dicho antes y se repite ahora: Boca tiene menos que el año pasado. Las pocas variantes con que cuenta el DT en el banco lo demuestran a paso redoblado.

Sólo porque son lo que son, los más grandes del fútbol argentino, River y Boca se anotan en la primera fila de los candidatos del inminente torneo Final. Pero hace rato que con la historia no se ganan más los partidos. Tienen a su favor dos cosas: que los que están un poco mejor tendrán su cabeza puesta en la Copa. Y la esperanza de poder crecer a medida que vayan pasando las fechas. Todo lo demás les juega en contra, una semana antes de que empiece lo que realmente vale.

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