Lun 24.02.2014
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FúTBOL › SAN LORENZO ALCANZó A ESTUDIANTES EN LO ALTO DE LA TABLA

En el fondo era cuestión de fe

Quilmes le cortó los caminos al arco durante todo el primer tiempo, pero la insistencia del campeón terminó dando sus frutos. El gol de cabeza de Piatti premió las intenciones más sanas. Bauza vive pensando en la Libertadores.

El fútbol es, sobre todo, ideología. Para más de uno, Quilmes había jugado mejor que San Lorenzo durante el primer tiempo porque, aunque ninguno de los dos equipos había llegado al arco rival con peligro, el equipo del Sur se había desempeñado con mayor fidelidad a su libreto. Concretamente porque su misión de obstruir la creación del campeón del fútbol argentino, quitándole espacios en el medio, ahogándolo y, en el fondo, contribuyendo a generar un pobre partido de fútbol, había dado más resultados.

No podía ser de esa manera. Porque aunque el conjunto de Edgardo Bauza, maniatado, se había visto en dificultades para soltarse y desplegar su juego, sostuvo la fe en ese sistema, en sus caminos, en su respeto por la pelota y por sus hinchas. No podía ser mejor Quilmes sólo porque llevaba a cabo con mayor eficacia su tarea de destruir (con su técnico Ricardo Caruso Lombardi reclamando, por momentos, a sus laterales porque la sacaban jugando en lugar de revolearla) que San Lorenzo, que insistía aunque no pudiera con su objetivo de construir juego.

El fútbol es lo que es precisamente porque, como replica la vida misma, tolera las injusticias, de ésas que se producen con frecuencia. Y habría sido injusto que el planteo más mezquino –aunque Quilmes sienta que se ve obligado a adoptarlo para dar vuelta su momento de angustia– tuviera mayor premio que la búsqueda llana, por momentos pueril, de un San Lorenzo que chocaba por el medio y no explotaba como correspondía los extremos de su anchuroso campo de juego.

Esas dos caras del partido tuvieron su síntesis adecuada en el complemento, cuando después de que Torrico le sacara un mano a mano a Zacaría, que podría haberse convertido el 1-0 para el conjunto visitante, San Lorenzo encontró el espacio que se le negaba en el primer período, y Correa quedó con todo el campo a favor de sus piernas veloces. El desborde, el rebote en Dulcich, todo fue preludio del centro impecable que Piatti cabeceó suavemente al arco que cerraban de manera dramática Olivera y Lema.

Quilmes pudo haberlo empatado, ¡cómo no!, y la injusticia se habría consumado. En el fondo primó la ambición. San Lorenzo, aun sin saber cómo, quiso ganarlo siempre, y al final encontró la forma. Cuando el visitante supo que tenía que marcar goles para sacarle jugo a la parada, se le había escapado gran parte de la tarde.

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