Lun 24.02.2014
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FúTBOL › EL EQUIPO VOLVIó A GANAR DESPUéS DE MáS DE CIEN DíAS Y LOS HINCHAS OVACIONARON A CARLOS BIANCHI

El sentimiento, en Boca, no se termina

El entrenador armó un equipo aguerrido para pelear el partido y se dio el gusto de poner un ratito a Riquelme, otro de los intocables para los hinchas. El gol de cabeza de Emanuel Gigliotti produjo un triunfo que no admite discusión.

› Por Adrián De Benedictis

“... el sentimiento no se termina”, dice una melodía de los hinchas de Boca. La muestra fiel de esa emoción la dieron ayer, en la primera presentación con público, ante un plantel que venía golpeado y un técnico que comenzaba a ser cuestionado. Conmovedor fue el recibimiento y la despedida para ese hombre que supo llevar al club a lo más alto, y ahora le toca recomponer a un conjunto que busca su identidad. Carlos Bianchi, el gran protagonista de la tarde, habrá sentido algo especial en su intimidad cuando escuchó el respaldo de todo el estadio, y también ante la entrega y el sacrificio de los futbolistas, que sin haber desplegado un fútbol superlativo, le alcanzó para vencer al líder Estudiantes.

“... que de la mano, de Carlos Bianchi, todos la vuelta vamos a dar”, apareció en la mítica Bombonera, como en aquella segunda mitad de 1998, cuando hacía su aparición ante un público que lo miraba con recelo por su identificación nula con la historia de la entidad. A pesar de su dureza, en algún momento se le habrán aflojado las piernas al percibir de cerca tanta demostración de cariño. Pero no sólo la gente le transfirió afecto sino también ese ídolo que todavía tiene algo diferente para entregar desde adentro de la cancha. Juan Román Riquelme aceptó ir al banco de suplentes, a pesar de su mala condición física, para dejar en claro que sólo por él era capaz de realizar un esfuerzo supremo.

La cancha volvió a explotar cuando Riquelme ingresó faltando 11 minutos para el final del partido, con Estudiantes empujando en busca del empate, y con el local defendiendo la victoria con orden y entusiasmo. El grito hubiera sido enorme si el propio Riquelme convertía la gran oportunidad que se le presentó, pero que desperdició rematando por arriba del arco.

La necesidad de un triunfo, que se negaba desde el 10 de noviembre pasado, hizo que no aparecieran los reproches para algunos jugadores, y sólo se oyeron voces de aliento y reconocimiento. Como por ejemplo para Diego Rivero, quien reapareció en Primera tras casi un año (27 de febrero de 2013), luego de un problema cardíaco, y terminó aportando mucho criterio para habilitar a sus compañeros y anular los circuitos del rival. Con esa onda positiva crecieron en su rendimiento los dos laterales, Marín e Insúa, quienes no cometieron errores en la marca y se soltaron al ataque con continuidad.

La tarea de Forlín también se elevó en la última línea, y el chico Acosta tuvo la valentía que se le reclamaba en los partidos anteriores. Boca fue así un conjunto diferente, desde la actitud principalmente, y con esos cambios no padeció tanto el bajo nivel de Gago, quien sorpresivamente falló en el momento de pasar la pelota. Por ello, el desahogo fue muy grande cuando Gigliotti se anticipó a su marcador para meter la cabeza y convertir el único gol, cuando se terminaba el primer tiempo.

Estudiantes no encontró respuestas futbolísticas para revertir el de-sarrollo, y ni siquiera Verón logró prevalecer. Román Martínez fue el que estuvo más cerca de igualar, pero cabeceó al lado del palo. Rulli también fue importante para evitar una caída más abultada, cuando al inicio de la segunda parte respondió muy bien ante un tiro de Erbes primero, y otro de Gago después.

Bianchi cruzó la cancha con tranquilidad, saludó a todos los jugadores y luego su figura desapareció. Lo que no desaparecerá, al parecer, será la impronta y el sello que ya le dejó a todo Boca.

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