Desde Belo Horizonte

El encuentro ante Bélgica parece haber clarificado el panorama del equipo para lo que queda de la Copa. El entrenador Alejandro Sabella movió las piezas a último momento y la apuesta le salió bien. Esos cambios terminaron brindando el equilibrio tan buscado por el entrenador, y es muy difícil que no vuelvan a jugar tanto Martín Demichelis como Lucas Biglia el miércoles ante Holanda. La lesión de Angel Di María le dio a Enzo Pérez la chance no sólo de debutar en el Mundial sino de continuar en el conjunto titular a partir de ahora. De esa manera, el que regresaría es Marcos Rojo, para ocupar el lateral izquierdo.

En determinadas situaciones se suele decir, cuando un técnico logra diseñar lo que pretende para sí mismo, que “encontró el equipo”, con la perspectiva de que terminó de acomodar a los futbolistas a su mejor gusto, y sobre todo con los nombres que pretende. El partido ante Bélgica pudo haber marcado un punto de inflexión para Argentina en este Mundial. Sabella tomó la decisión fuerte de presentar nombres nuevos, y el rendimiento terminó conformando. Lo principal es que el equipo evitó que el rival lo pusiera en riesgo serio y eso es lo que más agrada al conductor, un hombre apegado más al conservadurismo que a la audacia.

A él lo ayudaron también que los reemplazantes cumplieron la misión que tenían encomendada, y en lo colectivo fue uno de los partidos más destacados del conjunto nacional.

La salida de Di María provocó cierta incertidumbre, pero Pérez, que no era precisamente uno de los futbolistas que aparecían en primer lugar para ese puesto, lentamente se fue afirmando y cumplió una actuación correcta. Con Agüero en recuperación, con Di María lesionado y con Gago relegado, parece ser el escenario ideal para Sabella, que si bien termina ubicando tres delanteros (Lavezzi, Messi, Higuaín) son dos los que juegan en esa posición, y el otro actúa más retrasado, colaborando con los volantes.

Demichelis, Biglia y Pérez seguirán en el equipo, y sólo Rojo volverá de los que no jugaron ante los belgas. De a poco, y casi por obligación, el entrenador terminó formando el planteo que más lo convence. Si Agüero y Di María finalmente están en condiciones de reaparecer en una hipotética final, no estarían en su mejor forma para hacerlo desde el comienzo, y eso terminaría de simplificar los inconvenientes que Sabella tendría con todos los jugadores disponibles. No lo buscó, tampoco lo deseó, pero Sabella se encontró con algo que se adapta más a su pensamiento.

Y así va Argentina: el único de los cuatro que ganó todos sus partidos avanza hacia la línea de llegada, con una parte de la carrocería averiada, pero con el espíritu en alza por saber de qué manera arribar a destino.