La distancia que separa al primero del último, con una larga lista de nombres en el medio, no siempre significa que en el fútbol pueda ser plasmada en el juego. Esa diferencia que hay entre Boca y Chicago en la tabla de posiciones no pudo ser sentenciada ayer en el desarrollo de un partido que mostró a un líder con ciertas carencias y a su rival con algunos puntos positivos como para salir del fondo.

Boca no pudo desplegar el juego que venía ofreciendo, a pesar de que fue el que más buscó la victoria. Y la falta de inventiva para romper el cerco defensivo de Chicago tuvo que ver con la posición que ocupó Marcelo Meli. El ex Colón, debido a las lesiones de Gago, Erbes y Cubas, tuvo que ocupar circunstancialmente el puesto de volante central, y quedó evidenciado que en ningún momento se pudo adaptar a esa función.

Meli no pudo ejercer el despliegue habitual por los costados, y encima, cuando el equipo defendía, tenía que retrasarse para meterse entre los marcadores centrales (Díaz y Torsiglieri). El volante no suele transformarse en el iniciador del juego, sino en el acompañante de ese hombre. Por ese motivo, cuando erró algunos pases laterales por falta de precisión, Chicago llegó con peligro al arco de Sara a través del contraataque, ya que el local quedaba mal parado en el campo. Y así, todo lo bueno que había mostrado frente Huracán, con dos goles incluidos, no lo pudo repetir ayer ante Chicago.

El conjunto de Mataderos no se destaca precisamente por exhibir un fútbol superlativo, pero entendió a la perfección cuáles eran los caminos que le tenía que cerrar a Boca para no verse desbordado. La concentración y la convicción lo llevaron a que el plan fuera exitoso. Para lograrlo, Vera y Baldunciel fueron los que hicieron un gran desgaste para encimar a Lodeiro y Pérez en la mitad de la cancha, y Boca no tenía de esa manera a sus generadores libres para que la pelota les llegara con claridad a los hombres de ataque.

Ni siquiera le sirvió al técnico Rodolfo Arruabarrena la inclusión de Chávez y Calleri –Osvaldo se mantuvo en la cancha– en el segundo tiempo, debido a que ellos tampoco pudieron quedar de frente al arco para estar cerca del gol. La situación más clara la tuvo Carrizo, que en el primer minuto de la etapa complementaria estrelló la pelota en el travesaño.

El resto fueron remates rectos que el arquero pudo controlar y envíos de la pelota al área para que Osvaldo pudiera acertar con un cabezazo. Cuando se soltó, el visitante también intentó de- sequilibrar, y dejó pasar dos chances muy claras para convertir. En la primera, Sara respondió ante Solignac, y en la otra Ruiz le dio cruzado, pero afuera.

La racha de cuatro triunfos seguidos jugando como local se vio interrumpida no sólo por la falta de lucidez para poder desnivelar, sino también por un adversario que fue inteligente para dejar el temor de lado e intentar que no se noten sus limitaciones. Si bien todavía tiene mucho para solucionar, la llegada del nuevo conductor le permite a Chicago esperar un horizonte diferente.

La alarma que se le encendió a Boca no es para escandalizarse, pero le podrá servir para darse cuenta de que nadie es invulnerable.

Estadio: Boca.

Arbitro: Mauro Vigliano.

Cambios: 54 m, Chávez (5) por Pavón (B); 58 m, Gagliardi (5) por Ruiz (C); 64 m, M. Caballero por Baldunciel (C); 65 m, Calleri por Lodeiro (B); 76 m, Bentancur por Pérez (B); 81 m, Prichoda por Solignac (C).