La irracionalidad provocó que los gritos fueran en silencio. La goleada que consiguió Boca ayer ante Newell’s se vivió de una manera diferente a lo que hubiera sido con un estadio repleto. Y los cuatro tantos apenas retumbaron entre un grupo de jugadores, que cada vez que levantaban la cabeza se encontraban con una inmensidad vacía. El receso encontró al equipo tratando de subir la moral, luego de la gran frustración que significó la eliminación de la Copa Libertadores, nada menos que frente a River. Con un fútbol deshilachado, apenas pudo reencontrarse con la victoria luego de dos derrotas consecutivas.

El líder de la reconstrucción fue Daniel Díaz, quien desde el fondo apuntaló al resto de sus compañeros para ir en busca de un premio consuelo, antes de las vacaciones por la Copa América. El ex Central fue precisamente el que abrió el camino, ejecutando un tiro libre con precisión y ubicando la pelota junto al palo, y así marcó el primer gol del partido, cuando sólo habían pasado cuatro minutos.

El panorama era desolador. El primer tiempo no mostraba nada para resaltar, y lo que llegaba desde el campo de juego era lo más parecido a un entrenamiento. Un derechazo de Scocco que dio en el palo fue lo único que provocó Newell’s. Algunos jugadores del local ofrecían una parsimonia asombrosa. Seguramente, necesitaban algún empujón externo para intentar una reacción. Entre ellos, el joven Bentancur era el que más errores cometía, sobre todo en el momento de entregar la pelota.

El técnico Rodolfo Arruabarrena habrá sido el que buscó despertar a sus jugadores en el entretiempo, debido a que la actitud de sus dirigidos fue distinta en la segunda parte. El que salió con mayor decisión y movilidad fue Sebastián Palacios, que comenzó a prevalecer sobre el costado derecho. Y en la mejor jugada combinada de Boca llegó el segundo gol, precisamente por intermedio de Palacios. El ex Arsenal recibió la pelota en la puerta del área, giró y remató cruzado para colocarla en el palo más lejano del arquero, luego de que rozara en Víctor López.

El duelo quedó sentenciado a partir de ese momento, ya que la impotencia de los rosarinos era enorme. Para colmo, Calleri se elevó muy bien en el área, le ganó en el salto a su marcador, y cabeceó con precisión para marcar el tercer gol, ante la mirada de Pocrnjic. El juego de Boca tuvo mayor fluidez en ese tramo del encuentro, donde contó con el ingreso de Meli en el mediocampo, para tratar de controlar más la pelota.

El otro que también intentó participar del circuito fue Andrés Chávez, que ocupó el lugar de un irregular Carrizo. El delantero volvió a convertir, luego del festejo en la Copa Argentina, por intermedio de un penal, después de una falta sobre Calleri. A pesar de los cambios que realizó el entrenador de Newell’s, el equipo no tuvo respuestas y sólo el ímpetu de Scocco era lo único que podía romper la monotonía. El goleador realizó una gran maniobra individual en el final del partido, pero no pudo descontar debido a que la pelota rebotó en un compañero. Enseguida, probó nuevamente desde lejos y encontró bien ubicado a Orion.

Boca comenzó el año a puro éxito, pero lentamente fue perdiendo su impronta y llega a la mitad con muchos interrogantes. La segunda parte determinará cuál será su futuro, sobre todo por la necesidad de ganar títulos luego de tres años de sequía.

Estadio: Boca.

Arbitro: Diego Ceballos.

Goles: 4 m, Díaz (B); 49 m, Palacios (B); 63 m, Calleri (B); 83 m, Chávez de penal (B).

Cambios: 64 m, Chávez por Carrizo (B); 66 m, Paz por L. Fernández (N); 70 m, Tonso por Tévez (N) y Meli por Bentancur (B); 81 m, Villalba por Bernardello (N); 84 m Cristaldo por Palacios (B).