El aire de San Lorenzo había quedado viciado tras la eliminación copera de la semana en México. Necesitaba oxigenarse cuanto antes con una victoria. Y esa victoria llegó. Si el 2-1 ante Central tuvo una virtud fue ésa: la de serenar un ambiente cargado de malos presagios. De paso ratificó que el Ciclón dará pelea hasta lo último para ganar el grupo 1 y llegar a la gran final por el título: ahora comparte con Godoy Cruz la punta de la zona con 21 unidades. Y se quedará allí si Arsenal no le gana esta noche a Belgrano en Sarandí.

Nadie como Pablo Guede debe haber respirado tan aliviado con el triunfo. El técnico de San Lorenzo estaba apuntado por dos razones: por la marginación inesperada en la fase de grupos de la Libertadores. Y por su altercado con algunos juveniles en el viaje de regreso. Una derrota lo hubiera dejado tambaleante, demasiado expuesto en la previa de clásico del próximo sábado ante Huracán. Sin embargo, al final pudo asomar la cabeza. Pero no fue sencillo el tránsito rumbo al alivio.

Porque en los primeros 45 minutos, San Lorenzo estuvo trabado, confuso, inconexo, con bajas tareas individuales (Belluschi, Blandi, Cauteruccio, Más, el propio Ortigoza) y con un pobre funcionamiento colectivo. Sin hacer mucho, Central se había adelantado en el marcador con el gol de penal de Marco Ruben a los 14 minutos (falta de Ortigoza a Cervi). Y en cada pase cercano que se erraba, crecía el murmullo inquieto de las tribunas azulgranas. Cuando hervía la impaciencia de la gente, a los 37 minutos, Cerutti metió su primer pique importante de la tarde, sacó el centro desde la derecha, Blandi no pudo cabecear y por detrás del cierre de Salazar, llegó Caruzzo para cabecear y anotar un empate que mucho no tenía que ver con lo que había sucedido hasta allí.

En todo caso, los méritos se hicieron más tarde. En el segundo tiempo, San Lorenzo decidió presionar más arriba y poner el partido en campo rosarino. Algunos jugadores como Belluschi y Cerutti mejoraron. Y a los 10 minutos, un formidable zurdazo de Mussis desde fuera del área se transformó en el 2-1. El tema fue que pronto el equipo de Guede perdió el control del juego. Y se replegó más de la cuenta para aguantar el empuje de Central que ya había canjeado a uno de sus volantes (José Luis Fernández) por otro delantero (Herrera) para arroparlo más a Ruben. Después, Coudet metió a Becker (por Montoya) y Jonás Aguirre (por Villagra) y mutó su 4-3-2-1 inicial por un 4-3-1-2 desbordante de atrevimiento y riqueza ofensiva pero carente de profundidad.

Le faltó frescura a Central. Fue pulcro con la pelota. Pero jugó como si estuviera retenido o como si no tuviera las energías a pleno para forzar la máquina en el instante crucial de la tarde. Y lo pagó con su segunda derrota consecutiva. A San Lorenzo no le sobró nada. Pero pudo haber ganado hasta por una distancia superior. En el cierre del partido, un centro cerrado de Mercier rodó por el travesaño y luego, el arquero Sosa manoteó un derechazo de Villalba (había ingresado por Belluschi) que volvió a dar en el horizontal. Al mismo tiempo, los hinchas que antes estaban enojados, ahora cantaban ilusionados que podían ser campeones. Milagros que provocan victorias tan importantes como ésta.

Estadio: San Lorenzo.

Arbitro: Fernando Echenique.

Goles: 14m Ruben de penal (C), 37m Caruzzo (SL), 55m Mussis (SL).

Cambios: 46m Herrera (4) por Fernández (C); 60m Mercier (5) por Cauteruccio (SL); 64m Becker por Montoya (C); 73m Aguirre por Villagra (C); 79m Blanco por Cerutti (SL); 83m Villalba por Belluschi (SL).

Caruzzo, de cabeza, anotó la igualdad transitoria.