CONTRATAPA
“No se necesitan drogas para ser campeón”
La atleta norteamericana Kelli White, campeona del mundo de 100 y 200 metros llanos en el 2003, sobre la cual pesa una sanción de dos años por consumo de drogas, relató su caso –en un hecho inusual para el mundo de la alta competencia– y aseguró que volverá a correr. “Los atletas son castigados más duramente que quienes les suministran drogas”, afirmó.
Por Pablo Vignone
Desde Copenhague
La edición 2005 de Play the Game, la conferencia multidisciplinaria sobre la problemática del deporte moderno, que se realiza en esta ciudad cada dos años, arrancó ayer con toda la música, cuando Kelli White, quien fuera la mujer mas rápida del mundo en el 2003, relatara su historia personal de involucramiento con las drogas, lo que le valió una suspensión de dos años que recién se levantará la próxima temporada. “Fue la peor decisión que tomé nunca –aseguró la atleta norteamericana–; nunca creí que iba a verme involucrada en algo ilegal.” White piensa volver a la pista convencida de que “se puede ser campeón mundial sin necesidad de consumir drogas, aunque se precisa hacer un gran esfuerzo. Entre el 2000 y el 2002, yo ya era una de las mejores atletas sin consumir nada”.
Ante la presencia de casi 300 delegados de más de 50 países, bajo la organización del inefable e inagotable Jens Sejer Andersen, el alma mater de la conferencia desde su creación en 1997, la White contó cómo en el 2002, después de una mala temporada que incluyó varias lesiones, se contactó con Victor Conte, el dueño del laboratorio Balco, quien le preparó un programa para mejorar su performance, usando drogas como la eritropoyetina y hormonas de crecimiento.
“No lo hice por el dinero, porque eso no era importante –afirmó la atleta–. Tampoco por vanidad, porque lucía horrible, pesaba como 10 kilos de más. Yo era una buena atleta, pero me convencieron de que lo que hacía ya no era suficiente para ganar”, dice en referencia a su ex entrenador Remy Korchemny, quien la puso en contacto con Conte. El programa comenzó a ejecutarse en marzo del 2003, “para estar en un plano de igualdad con las otras atletas”.
El momento culminante fue el campeonato mundial de París, en agosto del 2003, cuando la White se consagró monarca tanto de los 100 como de los 200 metros llanos. “Ser la mujer más rápida del mundo me asustó, de verdad”, admite. Esa mezcla de susto con emoción por el éxito le duró apenas cuatro meses. Había pasado superado 17 controles antidoping dentro y fuera de los Estados Unidos sin ser descubierta. Pero el FBI allanó Balco, el escándalo estalló y otro antidoping dio positivo. Fue suspendida por dos años y le quitaron las medallas doradas.
“Los que usan drogas para mejorar la performance no son mala gente, cometieron errores. El problema es que el principal castigo cae sobre el atleta, pero no sobre el entorno, que a veces lo presiona para que consuma drogas”, explica. La realidad le da cierta derecha: los dos años de suspensión de la atleta contrastan con los cuatro meses de cárcel (más otros cuatro de arresto domiciliario) que cumplirá Conte recién a partir del 1º de diciembre, luego de un acuerdo judicial.
“No quiero culpar a nadie, yo fui la que acudió a ver a Conte. Era muy naïf, no consulté a nadie”, repone. “Pero nos usaron, tanto a mí como a otros atletas. Pero miro para atrás y me parece increíble lo que sucedió. Es difícil ser concebida como una mala persona por lo que hice, pero sé que fue un error, el peor de mi vida.”
White trabaja ahora para la Usada, la agencia antidoping de los Estados Unidos. “Es una lucha ardua porque hay cientos, miles de atletas, y no existe suficiente capacidad para hacerles pruebas a todos como convendría. Lo peor es que a los que fabrican o administran las drogas, a esos no les hacen el antidoping.” Mientras White relataba su historia, la tensión crecía en la sala de conferencias del DGI-Byen, el complejo deportivo de la capital danesa que habitualmente recibe a la conferencia. No es habitual que un deportista se decida a contar una historia semejante. Tampoco lo es que sea bien recibido por sus pares después de hacerlo.
A White no le importa demasiado. “No sé qué pensarán de mí la gente o mis colegas. Llegaron a mandarme correos electrónicos acusándome de asesina.” Y completa: “No creo que otros atletas hablen como yo, pero lo importante es que me escuchen y paren (de doparse)”. Para la atleta hay signos deeso: “Si miramos los tiempos de las últimas competencias, creo que la cosa está mejor”.
El debate seguirá calentándose en la espesa Copenhague durante los próximos días. Después de que el periodista canadiense Declan Hill explicara ayer a última hora cómo arreglar un partido de fútbol, el ingeniero Mario Goijman, el ex presidente de la Federación Argentina de Vóleibol, relatará hoy su caso contra el titular de la Federación Internacional, Rubén Acosta, prometiendo “declaraciones explosivas” en contra del mexicano –a quien le sigue dos juicios en Suiza– y de otros altos dirigentes del deporte mundial, como el titular del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge. La temperatura en la calle no supera los diez grados, pero en la sala de debates está calentito, calentito...