CONTRATAPA › OPINION
Remezones del sorteo del Mundial
› Por Diego Bonadeo
Pasadas ya tres semanas del sorteo para la Copa del Mundo de fútbol de Alemania, ya hace bastante que no se habla demasiado de lo que sí fue la comidilla de las horas y los días inmediatamente posteriores al momento en que desde Leipzig se le mostró al mundo cómo será la distribución de las 32 selecciones nacionales en los ocho grupos previstos.
Quizá como “chivo” de comida chatarra –lo que para nada es improbable– a los agrupamientos previos al sorteo, se las llamó también “combos”, como si los ocho equipos cabezas de serie fuesen las hamburguesas, y los restantes las papas fritas, los aros de cebollas o el ketchup, según los antecedentes, materias opinables mediantes, las guarniciones del sánguche berreta. Mezcla de sensatez y resignación, ya parece no discutirse demasiado respecto de supuestos grupos más difíciles o más fáciles –prácticamente nadie dice en alta voz “fácil”– y algunos solamente festejan o lamentan las distancias a recorrer de un escenario a otro, como si Alemania tuviese la extensión de la ex Unión Soviética.
Pero tampoco se ha retomado, vaya uno a saber por qué, la denuncia más o menos velada, de a poco casi tímida, de la televisión italiana que, telebeam no auspiciado por ninguna AFJP mediante, detectó que el ex crack alemán Lothar Matthaus, cual fullero porteño de los años ‘20 jugando al monte o a la mosqueta, toqueteó hábilmente las bolas del copón que le tocó en suerte –digamos y escribamos que sí, que “le tocó en suerte”– para que la pelotita que contenía el papelito que decía Estados Unidos le tocara al grupo cuya cabeza era la selección italiana.