CONTRATAPA › OTRA MIRADA SOBRE EL ARGENTINO DE POLO EN PALERMO
› Por Adrián De Benedictis
Un niño le pide permiso a la madre para descender de la tribuna central y así poder encontrarse con otros chicos de su edad que sólo quieren divertirse en otro sector. Es que a ellos poco les interesa lo que se desarrolla ahí abajo, el campeonato de polo más importante del mundo. Esa escena se repite en innumerables ocasiones por Palermo, debido a la gran cantidad de familias enteras que suelen presenciar el certamen, convirtiendo a los hijos en grandes protagonistas. El 114º Argentino Abierto avanza y, al mismo tiempo, las historias que ofrece también encadenan sorpresas.
En uno de los encuentros jugados el fin de semana pasado, un jugador cae violentamente de su caballo por la acción propia de la jugada y ya no puede seguir participando porque es retirado en ambulancia hacia un centro asistencial. Desde la platea, un pequeño ni se inquieta:
–¿Quién se cayó?
–El número 3 de El Paraíso, Pite (Juan Ignacio) Merlos.
–Ah, sí, es mi papá. Bueno, mientras bajamos, después preguntamos si pasó algo.
Si ese niño no estuviera ligado a una familia de polistas, en la que los accidentes pueden aparecer con continuidad, seguramente su reacción habría sido totalmente distinta.
Como este deporte es atracción de muchas personalidades que, durante el año, están muy lejos de los campos de polo, tampoco llama la atención ver gente ligada a otras disciplinas. En una de las tardes soleadas de Palermo se presentó el futbolista Gabriel Heinze, quien por una lesión se quedó afuera del seleccionado para jugar los partidos por las Eliminatorias. Pero la presencia del jugador del Real Madrid español fue para entregarle en persona una camiseta del conjunto nacional a Gonzalito Pieres, integrante de Ellerstina. La prenda llevaba el agregado de contar con la firma de todos los elegidos por Alfio Basile. Y, por supuesto, Heinze también estaba acompañado por sus niños para disfrutar de este evento.
Pero del fútbol se puede pasar a otro ámbito rápidamente. Y compartir un palco con nada menos que el actor Robert Duvall puede causar asombro para cualquier desprevenido, pero en Palermo la aparición del actor estadounidense se ha dado en más de una oportunidad, ya que él, junto a su mujer argentina, son verdaderos amantes del polo. Y si además está en la cancha el mejor del mundo, Adolfo Cambiaso, la convocatoria es aún más numerosa.
Por la calle, donde los stands ofrecen todo su merchandising, es donde los niños se sienten más cómodos, debido a que pueden correr sin que nadie los detenga. Pero cuando alguno de sus padres consigue esa misión, no tienen reparos en el momento de presentarlos en sociedad. Un hombre tiene de la mano a su primogénito para que lo conozca otro matrimonio.
–El es mi hijo Martín, un futuro campeón de Palermo.
El rubio diminuto pone cara de no saber cuál será su destino, pero es seguro que estará ligado a un caballo. A lo largo de los años, los que hoy están pensando en jugar la final del 8 de diciembre próximo, eran los que corrían por esa zona mientras la otra parte de la familia participaba del certamen de manera más activa.
Por lo que significa Palermo, el público extranjero se reserva esas fechas cerca de fin de año para estar en la elite. De esa manera, el inglés, el francés y hasta el portugués son las lenguas que dominan el ambiente. Y como el cambio de moneda es muy beneficioso para ellos, es normal que paguen sus consumiciones con billetes de otro origen. El problema se instala cuando los jóvenes que venden por los pasillos tienen que entenderse con estos personajes, si no estudiaron alguno de esos idiomas. Pero enseguida, los gestos con las manos resuelven cualquier inconveniente, y la venta, con el regalo de un vuelto generoso, se concreta de manera feliz.
Uno que siempre despliega su larga impronta es Huberto Roviralta, un ex polista de mediano handicap, que tuvo mucho más reconocimiento por su mediática pelea con la conductora Susana Giménez que por lo que pudo ofrecer en el campo. Y precisamente su figura en Palermo se agiganta un poco más luego de conocerse las cifras que le correspondieron por aquel divorcio. Pero, seguramente, los niños que lo rodean a Roviralta no sabrán precisiones de la separación de bienes y sólo mencionan la mitad de su nombre (“Huber... Huber) por la simpatía que les genera.
Mientras la definición del Argentino se acerca, las escenas afuera de la cancha, como sucede todos los años, también tienen su lugar de privilegio en este lugar.
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