Ahí, por donde guarda el recuerdo del Masters ganado en Shanghai. Ahí, donde ubica las victorias en serie ante los mejores del mundo, donde están sus mejores partidos por Copa Davis. Por allí ubicará David Nalbandian el triunfo de ayer en Buenos Aires que le posibilitó sacarse la espina y festejar ante su gente.

En la final no brilló tanto como lo había hecho en la instancia anterior ante Juan Ignacio Chela, pero mostró jerarquía en algunos momentos vitales y le ganó 3-6, 7-6,

6-4 a José Acasuso. “Estoy muy feliz por ganar en Buenos Aires, en casa y ante mi familia y mi público. Este título tiene un significado especial en mi carrera y no me lo voy a olvidar”, afirmó el cordobés, quien desde hoy volverá al lote de los diez mejores del ranking: quedará octavo, a sólo diez puntos del séptimo, el francés Richard Gasquet.

El festejo final, con el cuerpo inclinado y los brazos en alto luego de ver cómo el revés de Acasuso se iba lejos, dio la sensación de una cuenta saldada. “Fue clave el apoyo que me dio la gente. Tuve partidos muy adversos, como los dos que jugué ante los italianos, y el público me bancó, con sol, lluvia, o lo que sea, sentí siempre que estaban ahí esperando que gane”, agregó David, mientras miraba de reojo cómo se iba armando todo para la entrega de premios. Allí lo esperaba Gabriela Sabatini, quien previo saludo con Maradona llegó al medio de la cancha, lo felicitó y le dio el trofeo. Allí también estaba Martín Jaite, su entrenador personal y director del torneo, a quien primero abrazó de manera emotiva y después bañó en champán. Finalmente llegó la ovación del público en el instante en el que levantó el trofeo y con él la confirmación de lo más grato: ya se había sacado la espina de ser campeón en Buenos Aires.

La final comenzó muy pareja, con Acasuso un poco más metido y con el público (hubo más de seis mil personas) sin saber bien cómo alentar por tratarse de dos argentinos. El misionero inclinó el primer parcial para su lado cuando quebró en el séptimo game el saque del cordobés y luego mantuvo su servicio para cerrar el primer set 6-3.

A partir de ese momento se vio lo mejor de Nalbandian. Si bien no brilló, el de Unquillo se metió un par de metros en la cancha y conectó mejor la pelota. Su único lunar fue no definirlo con mayor tranquilidad: tuvo la chance sacando en ventaja 5-3, pero no pudo y tampoco lo logró en un punto de quiebre con el marcador 6-5 y el saque de su rival. Pero en el tie break sí llegaría ese plus que a veces saca el cordobés: primero levantó el 1-3 que lo ponía en zona de riesgo y después metió un impecable winner con su revés que lo dejó con tres set points. Acasuso levantó los dos primeros con su saque, pero Nalbandian no falló con el suyo y llevó la final a un tercer y definitivo capítulo.

A esa altura, el sol ya era un actor más, el cansancio se hacía sentir y se percibía que un mínimo terminaría de inclinar la balanza. Y fue así, ya que en el 3-3, Acasuso sacó 40-15 pero cometió dos errores no forzados con su derecha y dos doble falta, que sentenciaron su suerte y le dieron el ansiado triunfo al hombre de Unquillo.

Atrás quedaban las actuaciones poco convincentes ante el australiano Peter Luczac o contra los italianos Fabio Fognini y Potito Starace que casi le cuestan quedar otra vez eliminado prematuramente del certamen. “Por una cosa o por otra nunca había podido tener buenas actuaciones acá, pero por suerte pude ganar. No sé si porque es en casa, pero para mí éste es el mejor ATP y estoy muy feliz de haberlo ganado ante mi gente.” Así cerró su discurso David Nalbandian, el mejor tenista argentino de la actualidad, que hoy se despertará otra vez dentro de los top ten, con un título más (el octavo de su carrera) y con la satisfacción de haber saldado una cuenta pendiente.

Informe: Mariano Verrina.