Hay miradas afiladas donde 120 internos de máxima seguridad de la Penitenciaría 13 de Junín aguardan el comienzo de la charla del ex árbitro de fútbol Angel Sánchez y del ex PF personal de Maradona, Fernando Signorini. Pero de pronto el ambiente se distiende. Es cuando, como para neutralizar tanta carga psíquica, una pregunta rompehielos se dispara sobre el amplio, gris y silencioso salón al que se llega luego de abrir sus destempladas puertas de hierro y de dejar al costado izquierdo la biblioteca que alguna vez atendiera Carlos Monzón mientras purgó allí parte de su condena por haber matado a su esposa Alicia Muñiz.

–A ver si saben de fútbol. Mi arquero me da la pelota en mi campo, viene un rival y me comete foul. Yo hago el tiro libre y elijo devolvérsela al arquero, pero éste no se da cuenta y la pelota entra sin que él la toque. ¿Qué debe cobrar el árbitro?

Primer fracaso. Nadie responde. Hasta que por allá atrás alguien dice: “¡Pique!”. Se escucha despacio, pero igualmente se produce el milagro. Varios gritan: “¡Goool!”, y se van desafilando los cuchillos.

“Levanten las manos los que crean que es pique.” Son apenas cuatro. “Ahora háganlo los que crean que es gol.” Y son muchísimos más. “Ahora es el turno de los que crean que el referí debe cobrar corner.” Contamos tres. Hay unos treinta que ni se molestan en responder. O no saben o no quieren integrarse al juego, que culmina con la respuesta del propio ex árbitro Angel Sánchez, quien aclara:

–Se debe cobrar corner, porque el equipo infractor no puede sacar provecho en este tipo de jugadas.

A muchos no les cierra, pero la naturaleza del reglamento hay que cumplirlo. Y a éste no se lo puede esquivar. Los internos ya están dispuestos a pasar una tarde distinta, coloreada por el deporte y todo lo que el mismo les puede dar en estas circunstancias complicadas de la vida. Ahora como regalo llega otra pregunta:

–Tiro la pelota hacia el arco, va a entrar, se cruza una paloma, la pelota da en el animal e igual entra. ¿Qué es?

Y otro de atrás (casi siempre los del gallinero suelen ser más rápidos) produce la carcajada general: “¡Es gol de palomita!”.

Esta charla sirve para que la expresión “reglas de juego” pase a integrar con más énfasis la cotidianidad de un lugar muy duro, que el mayor (R) Víctor Knappe y su gente tratan de hacer lo más llevadero posible. Esa es la intención, y uno de los que más aporta es el representante de los técnicos juninenses, Aldo Riera, quien ya había llevado a Carlos Griguol para tratar de amainar el temporal. Esto se anuda con un curso de capacitación realizado allí mismo meses atrás por gente de la Subsecretaría de Desarrollo Social de la Secretaría de Deporte de la Nación. Y también con la presencia de Signorini y este periodista el año pasado, aunque aquella vez fue con internos de la Unidad Nº 16, algo más distendida y con condenas mucho más breves. Fue para el cierre de un curso de dirección técnica para infantiles realizado por la Asociación de Técnicos que preside Riera y que lleva el nombre de “Osvaldo Zubeldía”.

Sánchez explica algunas jugadas y qué cobrar, y de mínima uno se imagina a esta gente aplicando el reglamento en sus propios picados internos o aceptando más el mismo cuando salen para participar en campeonatos con otras cárceles. Como ocurriera hace poco cuando perdieron con la de Mercedes, pero mejor no recordárselos...

“La barrera no la pide el que va a ejecutar el tiro libre sino el equipo que defiende”, tira Sánchez y más de uno no está de acuerdo, pero aprende a aceptar. Alguien le reprocha: “¿Por qué usted es de River?”. Y a los de Boca no les gusta que el ex árbitro y profesor de DeporTEA ratifique que fue antirreglamentario aquel gol veraniego de Palermo ante River luego de colgarse del travesaño (2-0) con Baldassi de árbitro, casualmente el mismo que Sánchez nombra cuando le preguntaron por el mejor de la actualidad.

Hay algunos chistes cuando se trata el tema del aerosol para tratar de solucionar la tediosa historia de los adelantamientos en los tiros libres. “Alguno va a terminar jugando al carnaval”, insinúa por lo bajo uno. “O escribiendo: ‘No debo adelantarme en la barrera’”, ironiza otro. El que más sabe, Sánchez, no está muy de acuerdo con la innovación, y lo aclara remarcando que lo hace con todo respeto, porque la idea es intentar mejorar y eso es lo que vale.

Signorini expone luego de Sánchez, quien ha sido aplaudido como nunca en su época de referí. El ex preparador físico personal de Diego Maradona, quien también tiene una rica experiencia en trabajo colectivo, ya que estuvo con César Menotti en Sampdoria, Independiente y Central, y con Vicente Rodríguez en Banfield y Racing, mantiene el nivel de atención. Cuenta un par de anécdotas de la vida privada de Diego, “para que les sirva a ustedes y no para que trasciendan afuera”, y además comenta sobre los temores del “10” a poco de comenzar el Mundial ’86 en México. “Debí apelar a la psicología para que se diera cuenta de que él debía afrontar ese campeonato como para ser el número uno y no uno más, como parecía hasta entonces –comenta el profesor linqueño–. Yo debo agradecerle de por vida al vasco Andoni Goicoechea, porque gracias a que él fracturó a Diego en el tobillo izquierdo fue que yo empecé a trabajar en su recuperación. Si no, capaz que no estaría aquí ahora contándoles tantas cosas a ustedes”, reflexiona.

“Tantas anécdotas merecen que se sepan”, le dice Sánchez a Signorini, mientras los internos no se quieren ir, aunque la hora de la cena se convierta en tirana. Mañana tal vez el atardecer sea distinto, pero no al de hoy sino al de ayer, porque quién sabe si estas charlas no derivan en un cable a tierra aportado por el fútbol como para que tanta gente encerrada pueda aferrarse a algo más tibio que los barrotes.