CONTRATAPA › A 60 AñOS DE UNO DE LOS TANTOS MáS RECORDADOS DEL FúTBOL ARGENTINO
› Por Guillermo Blanco
Hubo un gol que no se enclavó en las paredes de la historia porque no se ganó. Fue el que Maradona le convirtió al brasileño Leao con un freno que destartaló al italiano Cabrini y un chanfle de zurda, ante un Resto del Mundo en el estadio de River. Cada uno, antes o después, guardará algún otro en su corazón futbolero. Y la reflexión no le quita mérito a uno inmortal, que 60 años después vuelve a rejuvenecer gracias a ese combustible inmejorable que es el archivo, imprescindible cuando el tiempo corroe la memoria y el Alzheimer se filtra por las neuronas. Y ahí está, reflejado en el relato pulcro de Fioravanti, en la enésima explicación simple y clara de Rodolfo “Fito” Micheli y en esa foto con epígrafe que aparece para adherirse a uno de los goles más recordados del fútbol argentino, después del de Maradona a los ingleses y, acaso, el de De la Mata en el 3-2 de Independiente a River el 12 de octubre del ’39.
“Empate de Grillo a Inglaterra tras la salida desde el medio luego del gol rival. Tira de derecha desde posición muy esquinada. 1-1 parcial.” Jueves 14 de mayo de 1953. Después llegarán el de Micheli, y el propio Pelado envolverá ese 3-1 que, además de transformarse en su mejor pintura, quedó como un hito por ser el primer triunfo argentino ante un seleccionado inglés. Pocos días después, la lluvia impidió que la revancha tuviera más que 22 minutos de juego, y fue como si la historia hubiera elegido al partido del gol de ese Ernesto Grillo introvertido y talentoso como para incluirlo en el disco rígido de su memoria.
Protagonista directo de aquella tarde en un Monumental aún sin la herradura que después se construyó con el dinero del pase del Cabezón Sívori a la Juventus, Micheli juega simple y a un toque para rememorar la gesta: “Perdíamos 1-0, sacamos del medio, la toma él y de ahí fue todo de Ernesto. Pasa a dos, llega casi a la línea dentro del área en diagonal, el arquero se abre haciendo la lógica y él le da de derecha desde una posición bastante oblicua”. La dimensión de ese gol, que incluso fue visto desde un palco por el presidente Perón, se acrecienta también por las circunstancias. La competencia con los europeos no era asidua, Argentina se había alejado del concierto mundial, tres años antes Uruguay había provocado el Maracanazo ante Brasil, y este partido ante Inglaterra fue como una brisa para ese fútbol que volvería a cojear cinco años después en Suecia, y que se puso de pie gracias a esa bisagra que por un tiempo pudo rescatar lo mejor de la historia, con firmeza y convicción, tras el Mundial ’74.
La memoria del puntero derecho allana el camino hacia el archivo y de corrido da la formación que atesora como una reliquia. “Musimessi; Dellacha y García Pérez; Lombardo, Mouriño y Gutiérrez; y después toda nuestra delantera de Independiente, yo, Cecconato, el Gordo Lacasia, Grillo y Cruz.” Lo que prefiere obviar es algo que un columnista inglés reflejó con rabia al regresar a Londres, como evocó aquello en La Opinión ese periodista de raza llamado Eduardo Rafael. “Aparte de burlarse del ‘horrendo’ Himno argentino, el británico escribió, con la sangre en el ojo: es increíble cómo fuimos derrotados por esos salvajes. Creo que nunca nuestro equipo fue tan burlado. Había uno de ellos que después de gambetear a varios de los nuestros se paraba sobre la pelota y, haciendo visera con las manos, miraba irónico a su alrededor. También recuerdo a otros dos, ¡gordos, con vientres abultados, ridículos! (incluso uno, morocho, que lucía dos jopos), que sonriendo trotaban lentamente, mientras les pasaban la pelota por sobre la cabeza quienes inventaron el fútbol”.
Y continúa Rafael: “Quizá en esa amargura y encono con que se narró la forma en que Grillo, Lacasia y Tucho Méndez sobraron a sus rivales, esté sintetizada la compleja superioridad intuitiva de un futbolista argentino que no sabía nada de esquemas rígidos, y que sólo se inspiraba en la fuente de la diversión”. El apergaminado papel, página 17 del número de La Opinión del 15 de mayo del ’73, resulta premonitorio: “Un gol fijó en el tiempo a un fútbol que ya se fue”. Esto se escribió recordándolo a 20 años vista. Ahora el rescate es a los 60. Como si uno estuviera buscando el lugar de donde viene, algo que se acrecienta en tiempos de escasez, cuando es necesario volver a las fuentes, empezando por algún lado, por ejemplo escuchando el canto de un Grillo.
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