CONTRATAPA › LA SELECCIóN ARGENTINA, ENTRE COLOMBIA Y ECUADOR
› Por Pablo Vignone
El entrenador de la Selección Argentina emparentó la necesidad del equipo de jugar ante Colombia sin Lionel Messi como un examen a rendir, frente a una exigencia de rendimiento colectivo que cualquier equipo competitivo debe producir de manera independiente de las piezas que lo componen. Messi no estaba ausente en un partido de Eliminatorias desde 2005, y la circunstancia imponía buscarle alternativas y ver cómo operaban ante el compromiso.
El empate sin goles pudo ser considerado, entonces, desde la óptica de los analistas de resultados –una especie que abunda– como un reprobado. Ante la posibilidad concreta de que la Argentina vuelva a precisar de un grupo de once futbolistas que no incluya al astro del Barcelona para medirse mañana en la altura de Quito ante Ecuador, vale la pena repasar la cuestión. Porque la Selección sufrió más que la ausencia de Messi.
Funcionó bien –tuvo dominio de balón y mayoría de situaciones de gol– mientras lo condujo con electricidad Angel Di María, pero su fortaleza se resintió con la expulsión de Gonzalo Higuaín. Aunque los dos equipos se quedaron con diez futbolistas, la Argentina perdió más que Colombia, resentido su poder de ataque.
Porque para reemplazar a Messi, Sabella había optado por Walter Montillo, al que dotó de obligaciones de marca superiores a las que pueden esperarse para un hombre en esa condición. Preocupado por las subidas de los laterales colombianos, Sabella priorizó a Montillo antes que a Eric Lamela, la otra posibilidad de reemplazo, que puede más con la pelota, pero juega más libre y, por lo tanto, no le aseguraba al técnico la doble función.
El equipo quedó entonces con un solo hombre de punta (Agüero) y un solo jugador dedicado exclusivamente a la creación de juego, el flaco Di María. La ausencia de Messi en esos momentos eclipsó la otra falta verdaderamente importante que sufrió la Selección y que desequilibró su balance ofensivo. Porque Lucas Biglia no es Fernando Gago, y se notó. Sin el volante de Vélez se perdió elaboración en el mediocampo, y aunque Biglia intentó tímidamente sumarse al ataque en un par de oportunidades, no tuvo el peso ni la decisión que normalmente le da a esa zona el criterio de Gago, muchas veces rueda de auxilio del ingenio de Messi. Por eso Sabella pondrá mañana en esa posición a Banega, con mucho más manejo de pelota.
Di María arrancó jugando por la derecha, en una posición opuesta a lo que hace de manera habitual, para compensar la ausencia de Gago, y motorizó al equipo en los primeros 45 minutos, especialmente mientras Higuaín estuvo en la cancha. Aflojó en el segundo tiempo casi de manera simultánea con el ingreso de Messi, cuando faltaban 35 minutos para terminar el partido, dejando que el rosarino se apropiara de la conducción, pero sin poder asociarse.
Para entonces, Colombia eligió cuidarse; hasta ahí, el toque corto y la salida por los laterales habían sido motivo de preocupación de la Selección, que defendía con los cuatro del fondo, con Mascherano, y sin desprender del todo ni a Biglia ni a Montillo. Demasiado para un puntero que, además, jugaba en su casa...
No fue un examen reprobado el de la Selección sin Messi, porque hubo atenuantes; pero sí es cierto que el equipo dejó deudas impagas. Sabella debe saber, a esta altura, que no es sólo la ausencia del astro la que le puede provocar dolores de cabeza. En la altura, donde falta aire y la pelota no dobla, pero también en el llano.
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