Por si alguna duda quedaba, Juan Carlos Reveco ratificó en la madrugada del domingo su posición privilegiada por detrás de la línea de cuatro dorada del boxeo argentino de la actualidad que componen Sergio “Maravilla” Martínez, Lucas Matthysse, Omar Narváez y Marcos Maidana. Acaso con la misma calidad que ellos, pero sin tanta proyección internacional, el mendocino demostró ante su gente la solidez de su condición de campeón integral de los moscas de la Asociación Mundial. Y las virtudes de su boxeo de estilo, elegante pero fuerte.

Su victoria por nocaut técnico a los 2 minutos y 52 segundos del 8º round ante el mexicano Ulises Lara, sucedida en General Alvear (300 kilómetros al sur de la capital provincial), sólo tuvo una insólita complicación adicional: su calzado. Las botas con las que trepó al cuadrilátero no le permitían afirmarse sobre el piso plastificado del ring. Y eso derivó en resbalones que lo apartaron de su eje mental. De esa manera, y con el aporte de su izquierda en punta y su derecha cruzada detrás, Lara (50,800 kg en un segundo pesaje) se adjudicó el 1º round. Fue lo único y lo último que pudo hacer. Del 3º asalto en adelante, con el recambio de unas vistosas zapatillas de calle en sus pies, Reveco (50,800 kg) puso en marcha su máquina de pelea y, directamente, hizo y deshizo a su antojo.

Si su izquierda en gancho al hígado (la más sólida del pugilismo nacional) y a la cabeza causó estragos cuando llegó, esta vez le sumó una derecha cruzada poderosa que terminó de redondear la demolición. Con esa combinación eficaz, el mendocino volteó en dos ocasiones a Lara en el 6º round y en tres en el 8º, después de haberse tomado el 7º como descanso para recuperar el aliento por la intensidad que le había impreso al trámite. Un zurdazo abajo, otro arriba y el derechazo para definir. Con esa fórmula sencilla pero contundente, Reveco ganó la pelea y retuvo por segunda vez un título que va para largo. Y no sólo eso: además acrecentó un crédito que, a futuro, para ganar en solvencia, requerirá que su manager Osvaldo Rivero le ponga enfrente rivales más calificados que un retador con record negativo como el mexicano Lara, y le arme peleas más grandes.