Lun 27.10.2014
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CONTRATAPA › HOMENAJE A UN DEPORTISTA DESAPARECIDO EN ATLANTA

Rapsodia bohemia

› Por Gustavo Veiga

Un acto por la memoria –y se sabe de qué memoria hablamos cuando hablamos de memoria en la Argentina– es, de por sí, justo y necesario. Atlanta, un club con fútbol, aunque del fútbol deviene su fama, acaba de visibilizar la historia de un deportista desaparecido más. Un deportista de sus entrañas, jugador de básquetbol, pero además socio y dirigente bohemio. Jorge Daniel Toscano militaba, había sido padre veinte días antes de que lo secuestraran, tenía una esposa, y además era joven. El sábado pasado, en la sede social de Humboldt 540, donde pasó casi toda su vida, se descubrió una placa en su homenaje. La realizó la artista plástica Gabriela Faggiano.

La historia de Toscano ha sido rescatada por Sentimiento Bohemio, un medio identificado con Atlanta, pero que supera los límites del periodismo partidario. En un extenso artículo de Edgardo Imas, tan documentado como ilustrado con fotografías cedidas por la familia del desaparecido, se explica cómo fue la vida deportiva de ese basquetbolista que llegó a ser dirigido por León Najnudel, el hacedor de nuestra Liga Nacional. Pero el texto no se detiene en el militante peronista, ni en su familia también detenida y torturada (su compañera Nora Bernal, su madre Emma, su cuñada Patricia), ni en los expedientes judiciales que mencionan su caso.

Tiene el valor de reconstruir una época y la saga del club puertas adentro, donde hubo de todo. Desde víctimas de la represión ilegal hasta el hijo de un genocida que fue presidente: Roberto Viola (h.), jugador de básquetbol, futbolista de vuelo bajo y compañero de equipo del desaparecido.

Toscano fue levantado por un grupo de tareas en Bonpland y Niceto Vega, el 30 de enero de 1978. Llevaba en brazos a su bebé, Pablo. Lo acompañaban Nora y su mamá, que hoy tiene 94 años y asistió al acto en la sede de Atlanta. Su mujer fue secuestrada dos veces. La sometieron a un padecimiento que lideraba los rankings de sadismo: tuvo que ver cómo torturaban a su compañero. Incluso la patota lo llevó a su casa como un trofeo, desahuciado. Hasta que un tal Julián se presentó en el negocio de la familia Bernal para decir que lo habían fusilado.

El destino de este joven alto, delgado, al que apodaban Bolita, se pierde en más de un centro clandestino. Lo que no se perdió fue su historia, que es una pequeña parte del club que lo vio crecer. Cuando Atlanta cumplió su centenario, alguien leyó por la voz del estadio unas palabras del poeta Juan Gelman: “Los mortales nos vamos a tocar el violín en otro barrio. Atlanta nunca morirá”. De Toscano podría decirse lo mismo, ahora que una placa lo recordará para siempre.

Su desaparición también fue retratada en la novela Los Bohemios (1999), del periodista Enrique Martín, hincha del club. En un diálogo ficticio, el personaje principal le cuenta a su interlocutor: “Lo conocés, Gallego, de chico jugaba al básquet, y yo te conté que una vez fuimos juntos a Mar del Plata, con Zapato, te conté. [...] pero nadie sabe dónde está, porque no te informan nada, y entonces es como si se lo hubiera tragado la tierra. [...]”

Siglo Bohemio cita en su nota que la hija de un ex presidente de la institución de Villa Crespo, Amadeo Altamura, también fue secuestrada y liberada, pero que no tuvo la misma suerte una novia de Viola (h.), un tiempo antes y durante el gobierno de Isabel Perón: la asesinó la Triple A. “Los Toscano –informa la publicación– estaban muy identificados con Atlanta. Jorge creció en el club, donde su padre, Jorge José (socio activo número 703), y su madre, Emma Ferrario, tuvieron participación en distintas subcomisiones y comisiones directivas durante los años sesenta y setenta.”

En ese ámbito era imaginable un futuro deportivo para Toscano. Llegó a integrar el plantel de básquetbol de Primera al que fue promovido para mezclarse con los mejores jugadores de aquella ápoca, entre quienes brillaba el santiagueño Benjamín Arce. Antes había jugado con continuidad en los equipos de las categorías cadetes y menores. Siglo Bohemio recuerda: “Fue en 1970 cuando Viola y Toscano coincidieron en el plantel de cadetes de Atlanta, cuyo DT era el citado León Najnudel y el delegado, Carlos Marchi”.

Mónica, la hermana del joven desaparecido, cedió las fotografías familiares que contienen muchos momentos compartidos en el club con su madre Emma, Jorge, sus amigos y compañeros de equipo, y además los mejores jugadores de fútbol que pasaron por Atlanta en los ’60. A Toscano se lo ve sonriente, todavía un pibe, con el defensor Oscar Alejo Clariá, en una época donde era más común ver a futbolistas bohemios en la tapa de la revista El Gráfico. También posa en la pileta del club o en la única imagen de color, con saco y corbata, que tenía su mujer, Nora.

La placa que convoca a recordarlo dice: “Daniel Toscano, socio, asambleísta y basquetbolista de Atlanta desaparecido el 30 de enero de 1978”. Cuando fue secuestrado, según la memoria y balance del club de los años 1978/80, el presidente era Hugo Masci y el vice Antonio Carbone. Sentimiento Bohemio dice de la máxima autoridad del club que “tampoco se conoce que el presidente de Atlanta, Hugo Masci, haya esbozado alguna preocupación por lo ocurrido con alguien muy conocido en el club como Toscano, cuando se entrevistó con el por entonces teniente general y presidente de facto Jorge Rafael Videla en la Casa Rosada”. El encuentro fue a fines de octubre de 1979, un año y nueve meses después de la desaparición del basquetbolista.

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