CONTRATAPA › RECONOCIMIENTO A LOS 106 AñOS DEL CLUB ATLéTICO HURACáN
El siguiente texto forma parte de uno de los capítulos del libro Por el siglo de los siglos. Con la autoría de Gustavo Catalano y la producción de la editorial El Catalejo, la obra cuenta con la palabra de glorias como Miguel Brindisi, René Houseman, César Menotti y Carlos Babington.
Dos fundaciones, como Buenos Aires. Una historia que nunca estuvo ajena a la humildad, al esfuerzo y a los valores que se transmiten en los barrios porteños. La esquina, el café, la familia reunida alrededor de la mesa, los amigos, el tango...
Si hay algo que caracterizó y sigue caracterizando a Huracán a lo largo de sus cien años de vida, es que nunca nada le fue fácil, ni siquiera el logro del campeonato del ’73 con un equipo de ensueños; muchos todavía siguen masticando nervios por aquellos partidos de la segunda rueda cuando se fueron a la Selección René Houseman, Miguel Brindisi, Roque Avallay y Carlos Babington.
Los orígenes no podían ser de otra manera. “Son demasiadas letras para el nombre de un club de football. además, no les va a alcanzar la plata para pagar un sello tan grande”, avisó el señor Richino, librero del barrio de Pompeya, y dejó desairados a los jóvenes que contaban sus monedas con la inútil esperanza de que el dinero creciera con sólo mirarlo.
“No se llamará entonces como lo habíamos pensado”, reflexionó uno en voz alta. El club “Verde Esperanza y No Pierde” o “Verde Esperanza y No Se Pierde” o “Verde Esperanza y Nunca Pierde”, que había tomado forma en la mente de esos entusiastas reunidos bajo un farol de Pompeya, se iba deshilachando en el realismo de Richino, en esa esquina emblemática de Sáenz y Esquiú.
Fue el destino el que sugirió un hombre que sonó a la medida: “El Huracán”, tal como se leía sobreimpreso en un aviso comercial que colgaba en una de las paredes de esa librería. “El Huracán”, sugirió Richino al mirar aquel afiche: “Es lindo, y además es corto”. Y enseguida encontró eco en aquellos primeros jugadores que tuvo el club. Todos asintieron, nadie discutió.
Era perfecto. El golpe de suerte dejó atrás todas las dudas, ninguna de las propuestas anteriores sonaba tan bien ni con tanta fuerza como esta denominación. Hasta comprobaron que el dinero les decía que esa era la elección correcta, los dos pesos con cincuenta que alcanzaron a juntar entre todos daba para imprimir en la camiseta la inscripción “El Huracán” y hasta poner debajo “Ventana 859”, dirección de la casa improvisada como primera sede del club.
Pero enseguida volvieron a aparecer las dudas al ver el estampado sello contra un muro. Se leía: “Club El Uracán”. Uno de los jóvenes aseguró con apoyo de algunos: “Falta la H”, pero otros desautorizaron el comentario por algunas explicaciones nada despreciables: “Un tipo como Richino, tan acostumbrado a este tipo de trabajos, no pudo haberse equivocado de ese modo”, o la del compañero que reflexionó: “Si Urraca se escribe sin hache, no hay ninguna razón para que al nombre del club tengan que ponérsela”.
La primera fundación del club fue el 25 de mayo de 1903. La primera comisión directiva estuvo conformada por el presidente J. Caimí, el secretario Tomás Jeansalle y el tesorero Gabriel Brunet, y todos los archivos concuerdan con que el principal gestor de esta iniciativa fue Américo Stefanini, estudiante del colegio Luppi, al igual que muchos de los pibes que formaron parte del primer equipo que estuvo integrado por Verni; Lerov y López; Fariña, Villar y Gurruchaga; Dellisola, Salgado, Luján, Fernández y Cambiasso. El capitán fue Villar y el subcapitán Dellisola.
Al tiempo alguien donó arcos al club y en los travesaños lucía escrito Huracán. Recién ahí los jóvenes vuelven a lo de Richino para el reclamo correspondiente, pero una vez convencidos de que nada van a conseguir de él, los muchachos vuelven resignados a seguir usando el mismo sello hasta el 1° de noviembre de 1908, día de la segunda fundación.
El Club Atlético Huracán reconoce como fecha oficial de su fundación el 1° de noviembre de 1908. En la primer acta se deja constancia, con firma de José Laguna como presidente y Alberto Rodríguez como secretario, que “el club se funda con el fin de fomentar el juego atlético, especialmente el fútbol y que los distintivos que usará el club serán los siguientes: en el football, camiseta blanca, con el distintivo del Globo Huracán”.
El primer equipo de la segunda fundación fue Verni; González y Alberti; E. Martínez, Bassadonne y P. Martínez; Dellisola, Laurenzano, Berrondo, Chiarante y Brandado. Y lo curioso, tal como relata Néstor Vicente en su libro Desde chiquito me enamoré del Globo y de la Quema, es que el 1° de noviembre de 1908 el Globo Huracán todavía no existía.
“A darles contestación a su expresa y atenta carta, en la cual solicitan la conformidad de que vuestro club pueda usar el distintivo del globo Huracán, doy mi más completa conformidad, esperando que el team que lo lleve en el pecho sabrá hacerle honor correspondiente al esférico que en un sólo vuelo cruzó tres repúblicas”, respondió el aviador Jorge Newbery a la carta que le envió el Club Atlético Huracán. En mayo de 1911, el deportista fue nombrado socio honorario y luego se convirtió en el primer presidente honorario de la institución.
Jorge Newbery voló por primera vez con el globo aerostático “Huracán” el 30 de agosto de 1909, saliendo de Rosario y llegando a San Gerónimo en una hora y 15 minutos. Con el mismo globo, el 27 de diciembre de ese año, se hizo famoso al batir el récord sudamericano de duración y distancia al recorrer 541 kilómetros en 13 horas, uniendo Argentina, Uruguay y Brasil. Y la última vez que ese globo voló fue el 23 de octubre de 1913.
El acta N° 2 del club tiene como fecha el 20 de julio de 1910. Distintas versiones indican que para rescatar la verdad histórica sobre la fecha fundacional ese mismo día se escribió también el primer acta con fecha 1° de noviembre de 1908, donde además se agregó el tema del distintivo del Globo, sin tener en cuenta que esa decisión no coincidía temporalmente con la fundación del club.
Al promediar el año 1911, cuando el club consigue por intermedio de Jorge Newbery que la Municipalidad lo autorice a utilizar como campo de juego el terreno situado en la calle Arena –ésa fue la primera cancha, donde actualmente se encuentra el Patronato de la Infancia–, comienza a vislumbrarse un futuro prometedor. En 1912, Huracán queda inscripto en el campeonato de Tercera División de ascenso de la Asociación Argentina de Football y juega su primer partido de local allí, y un año más tarde, en plena Navidad, consigue llegar a la máxima categoría.
Huracán venció en la final por el ascenso a Primera a Gimnasia y Esgrima de Flores, en cancha de Racing, por 3-1, y formó con estos 11: Verni; González y Alberti; Chiarante, Bassadone y P. Martínez, Dellisola, Laurenzano, Brana, Salvarredi y Abelardo González.
Tras el partido, la comisión directiva le envió un telegrama a Newbery con el siguiente texto: “Hemos cumplido.
El Club Atlético Huracán, sin interrupción, conquistó tres categorías, ascendiendo a Primera División, como el globo que cruzó tres Repúblicas”.
Jorge Newbery, el máximo propulsor de la aviación argentina, fue desde muy joven un gran deportista. Se destacó además en esgrima, remo, natación y boxeo. El 14 de febrero de 1914 batió el record de altura en aeroplano al alcanzar 6225 metros. Poco después, el 1° de marzo de ese mismo año, mientras Huracán preparaba la inauguración de su nueva cancha en Avenida La Plata y Chiclana, la muerte lo atrapó arriba de un avión en el campo mendocino El Plumerillo.
“Amainaron guapos
junto a sus ochavas
cuando un cajetilla
los calzó de cross
y te dieron lustres
las patotas bravas
allá por el año...
novecientos dos”
* El protagonista de esa escena fue nada menos que Jorge Newbery... (Versos del tango “Corrientes y Esmeralda”, compuesto en 1922 por Celedonio Esteban Flores, música de Francisco Nicolás Pracánico.)
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