Lunes, 16 de septiembre de 2013 | Hoy
BOXEO › EL PELEADOR DE TRELEW NUNCA ENCONTRó LA PELEA CONTRA GARCíA
A la hora de la definición, el argentino combatió con su ojo derecho semicerrado, lo que lo redujo anímicamente, aunque tampoco su rincón encontró respuestas para contener a un campeón que fue creciendo con la pelea.
Por Daniel Guiñazú
Opinión
En los 36 minutos que duró la batalla en Las Vegas, Lucas Matthysse jamás pudo prenderlo a Danny García y hacerle sentir el vigor de sus manos. Para decirlo más claramente: nunca encontró la pelea, su pelea. Y tampoco desde su rincón se logró redefinir la estrategia, cuando era claro que las cosas no funcionaban. En estas dos cuestiones, en suma, estriban las causas de una derrota estrecha pero justa, que no retrasa la carrera del noqueador chubutense, pero que sí detiene una marcha ascendente que se suponía imparable, destinada inevitablemente a los grandes escenarios.
Pero hubo también otro detalle que contribuyó a que, en la madrugada del domingo, Matthysse descendiera del ring del MGM Grand Garden Arena con los brazos bajos: del 7º round en adelante, o sea en el momento de la definición, peleó con su ojo derecho cerrado. Esa contingencia desfavorable no sólo le complicó la visibilidad de los golpes que García le lanzaba con su puño izquierdo. También lo redujo anímicamente. Poco habituado a sufrir este tipo de lesiones, el chubutense se fue empequeñeciendo en la misma medida en que fue creciendo en García la certeza íntima de su victoria.
García (63,503 kg) no es ninguna eminencia. No es un supercrack. Pero es un boxeador frío e inteligente. Retuvo sus coronas welter junior de la Asociación y el Consejo, y estiró su invicto en 27 combates, porque decidió no entrar en los cruces furiosos en los cuales, a la larga o a la corta, la mayor potencia de Matthysse (63,503 kg) lo hubiera terminado quebrando. Trabajó de lejos, sin exponerse, por lo general del medio del ring hacia atrás. Y así fue construyendo un triunfo que sólo corrió riesgos en la primera mitad del pleito, cuando el poder de los golpes del chubutense todavía estaba vigente.
Incluso se dio un gusto García. En el 11º round derribó a Matthysse con dos derechas fuertes, pero pegadas de refilón. Si alguna duda quedaba de hacia dónde podían dirigirse las tarjetas a partir de allí, fue disipada inmediatamente. Al final, el estadounidense ganó por 2, 2 y 4 puntos, y absorbió el descuento de una unidad que el árbitro Tony Weeks le aplicó en la última vuelta por haber dado un golpe bajo. Sólo tras esa sanción, García dejó de lado su planteo cauto e intercambió golpes con rabia. Pero faltaba apenas un minuto y ni siquiera ese gesto desesperado le alcanzó a Matthysse para evitar la tercera derrota de su carrera.
Seguramente habrá para él otras noches de gala. Es uno de los boxeadores predilectos de Golden Boy Promotions, la empresa de Oscar de la Hoya que maneja su campaña internacional, y sus acciones no parecen haberse devaluado luego de este traspié. Pero, está claro, siempre la victoria paga mejor. Por eso, los planes que se trazaban para verlo pronto ante Floyd Mayweather o Marcos Maidana en un superclásico argentino en pleno Las Vegas entraron en receso.
Matthysse no desaparecerá del mapa de las peleas notables. Perdió con altura, dejando su corazón a salvo, más allá de las carencias boxísticas. Pero seguirá sin ser todavía protagonista de las grandes carteleras. Continuará como lo que hasta aquí ha sido: un gran actor de reparto, acaso el mejor. Pero tendrá que seguir esperando para que lo alumbren las grandes luces del boxeo.
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