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Fue distinto a todos. Pero tuvo algo de todos los demás.

“Todos son distintos. Distintos y especiales”, asegura.

Distinto al de 1998, cuando llegó a Olavarría con un plus de ventaja sobre Juan María Traverso.

Distinto al de 2000, cuando ganó cuatro carreras y lo remató una competencia antes del final.

Distinto al de 2001, cuando fue a Río Gallegos dispuesto a ser derrotado por el Gurí Martínez y se trajo un título casi inesperado.

Distinto al de 2002, cuando terminó imponiendo su experiencia y su capacidad otra vez en una carrera antes del cierre.

Fue distinto a todos porque 2008 fue distinto a todos los demás campeonatos. “El sistema de play-offs me favoreció –reconoce–, pero debo destacar que el auto en las últimas cinco carreras anduvo bárbaro. Lo lamento por el Pato Silva, pero en los play-offs anduve mejor yo.”

Estuvo cerca de lograr el batacazo después de haber liderado durante gran parte de 2008 el campeonato de Turismo Competición 2000. Pero Renault, la escuadra para la que corría, no tuvo resto para contener el avance arrollador en el final de Honda y Pechito López. Se quedó con el subcampeonato, por debajo de López, pero por encima de Silva.

Pasará a la historia, seguramente. Por el quinto campeonato, que iguala la marca de un prócer del TC, Oscar Alfredo Gálvez, y también por la manera en la que se decidió este título.

“Creo que no pueden quedar dudas de que soy un justo campeón. Fue un año muy duro al comienzo, pero al final terminé festejando. Ganar cinco campeonatos en el Turismo Carretera no es para cualquiera. Todos queremos correr acá, ganar y, si se puede, salir campeón.” En su primer año íntegro con el JP Racing, el equipo más fuerte del TC de las últimas temporadas, Guillermo Javier Ortelli cortó una racha de seis años sin ganar un título –impensado para quien, como sucesor de la invencibilidad de Juan María Traverso, había conquistado las cuatro coronas anteriores en cinco temporadas–, siendo más eficaz en el momento en que más valió serlo, a propósito de la inesperada vuelta de tuerca que tuvo la temporada 2008, con la creación de los play-offs y la Copa de Oro.

“A mí me interesa lo que diga el reglamento, y el de este año dice que soy campeón –señala–. Quizá semejante cambio no había que hacerlo a mitad de temporada, a todos los pilotos nos sorprendió y es obvio que el Pato Silva fue el más perjudicado. Pero yo no hago el reglamento, yo corro las carreras.”

Mientras la fase inicial del torneo se desenvolvía sin contarlo como protagonista, Ortelli se despachó transformándose en el piloto más ganador del año. Venció en Mar de Ajó (casi un circuito propio), en 9 de Julio y en Río Cuarto, tres victorias en once carreras. No es poco para el TC, tan competitivo de los últimos tiempos. Pero esas victorias se compensaron con roturas y errores, de manera que a la duodécima carrera del año, en San Luis, llegó en el quinto lugar del campeonato, con un promedio de 11,18 puntos por carrera.

Cambió la mano en ese rush final hacia la Copa de Oro. El piloto de Salto casi que no se bajó del podio: fue tercero en San Luis, segundo en Olavarría, ganó en Paraná (la carrera que prácticamente decidió el título), otra vez fue segundo en La Plata y renunció a seguir subiendo los escalones en Buenos Aires, cuando buscó los puntos y no el podio. Entonces el promedio de puntaje por competencia trepó a un fabuloso 19,1 puntos por carrera.

“No me da vergüenza decir que soy el campeón porque las reglas cambiaron, aunque reconozco que el Pato Silva fue el que más puntos sumó a lo largo de las 16 carreras. Pero los play-offs me permitieron soñar y llegué a la definición con un coche increíble.”

Increíble, sí. Pero distinto a todos. ¿Quién lo pone en duda?