Lunes, 8 de junio de 2009 | Hoy
TENIS › ROGER FEDERER LOGRó EL úNICO GRAND SLAM QUE LE FALTABA
El suizo se impuso en tres sets al sueco Robin Soderling y se coronó campeón de Roland Garros, con lo que igualó la marca de Pete Sampras con 14 títulos de grandes torneos. Además es uno de los seis hombres que consiguieron los cuatro Grand Slam.
Por Sebastián Fest
Desde París
El suizo Roger Federer dio ayer el salto a la eternidad tenística al conquistar el Abierto de Francia e igualar el record de 14 títulos de Grand Slam en manos del estadounidense Pete Sampras. Federer, número dos del mundo, fulminó al sueco Robin Soderling, 25º del ranking, por 6-1, 7-6 (7-1), 6-4 en una hora y 55 minutos para conquistar Roland Garros por primera vez en su vida.
“Es increíble”, acertó a decir Federer, aún con lágrimas en los ojos, tras un triunfo que celebró arrodillándose y tomándose la cabeza tras la derecha de Soderling en la red que puso fin a la historia. “Para mí, Roger es el mejor jugador de la historia”, dijo un sonriente Soderling tras las “dos mejores semanas” de su carrera. La final, tan histórica como unilateral, se resumió en un partido que el suizo dominó del principio al fin y le permitió triunfar en París tras ser derrotado por el español Rafael Nadal en las finales de 2006, 2007 y 2008.
“Es el que más se lo merece”, dijo Nadal en su casa de Mallorca, aunque aseguró no haber visto la final de la que Soderling lo expulsó al eliminarlo en octavos de final. El suizo se suma así a un exclusivo “club” integrado por Fred Perry, Donald Budge, Rod Laver, Roy Emerson y Andre Agassi: sólo ellos seis, en más de un siglo de historia del tenis, alzaron los trofeos de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open, los cuatro torneos de Grand Slam.
Federer acumula así, a sus 27 años, cinco títulos de Wimbledon, cinco del US Open, tres de Australia y uno de Roland Garros, todos conquistados entre 2003 y 2009. Sampras logró los 14 entre 1990 y 2002, pero nunca pudo consagrarse en Roland Garros. El suizo eludió ayer definirse como el mejor de todos los tiempos, una discusión abierta en el tenis. “No soy adicto a los records. Sólo trataré de hacer las cosas lo mejor posible en los años que vienen”, dijo el suizo.
Bajo un frío inesperado –12 grados–, un viento arremolinado y truenos sonando en el cielo, la final tuvo tintes apocalípticos. El segundo set se jugó bajo una lluvia persistente y con medio estadio bajo los paraguas.
Federer, que había llegado al club a las 13.10 con semblante tranquilo y una sutil sonrisa confiada, no defraudó: jugó en gran nivel y logró una clara victoria ante un rival al que siempre había derrotado para llegar a las 17.12 de París a su gran cita con la historia.
“Fue una montaña rusa de emociones”, reconoció el suizo, que se llevó un premio de 1,06 millón de euros (1,48 millón de dólares) y redujo a 2070 puntos la distancia que lo separa de Nadal, número uno del mundo.
Soderling precedió a Federer en su ingreso al estadio central, y el suizo recibió una ovación generalizada. Doce minutos después de las tres de la tarde, el “play” del juez de silla dio inicio al partido.
Federer se llevó el primer punto con un error de Soderling, quebró gracias a una doble falta el servicio del sueco –visiblemente nervioso–, que ganó el suizo en cero rematando con un drop de revés e inició algo muy parecido a la eliminación de su rival.
Soderling necesitó 16 minutos para ganar su primer juego, pero fue la única concesión de Federer en un primer parcial que se llevó por 6-1, quebrando con un perfecto revés cruzado tras 23 minutos.
Un incidente marcó el inicio del segundo set. “Jimmy Jump”, un español que acostumbra interrumpir grandes acontecimientos deportivos, saltó a la cancha con Soderling sirviendo 1-2 y 15-0. Su meta era ponerle un gorro catalán (barretina) en la cabeza a Federer que, molesto, intentó alejarse. La seguridad tardó varios segundos en reaccionar. El intruso corrió la cancha de punta a punta y fue atrapado gracias a un resbalón que le impidió llegar a Federer.
El suizo no se distrajo, y continuó martirizando a su rival haciendo un muy exitoso uso de una de sus principales armas durante el torneo, el drop, y sumando aces hasta totalizar 16 en el partido. Saque a saque y bajo una intensa lluvia que hizo florecer paraguas en la tribuna cual hongos, el set desembocó en un tie break. Federer fue impiadoso: cuatro aces, un drop y dos errores de Soderling le dieron el 7-1 para situarlo en velocidad de crucero a la gloria tenística. “Fue probablemente el mejor tie break de mi carrera”, admitiría luego.
Tras casi una hora y media de juego, el sueco dispuso de un break point con el suizo sirviendo 2-1 en el tercer set, pero el final estaba prácticamente escrito casi desde el inicio. Fue 6-4 en el set final, porque Federer no podía perder: tenía cita con la historia.
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