Lun 01.02.2010
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TENIS › FEDERER VENCIó A MURRAY EN MELBOURNE Y CELEBRó SU 16º GRAND SLAM

El papá lo hizo llorar

Por primera vez desde que es padre de las mellizas, el suizo ganó un torneo grande, el cuarto que obtiene en Australia. El escocés no pudo contener sus lágrimas por no conseguir su primer título ni lograr romper la racha de 74 años de frustraciones británicas.

› Por Marcelo R. Androetto

Insaciable, el suizo Roger Federer despachó ayer al británico Andy Murray por 6-3, 6-4, 7-6 (13-11) y se coronó por cuarta vez campeón del Abierto de Australia, su título de Grand Slam número 16 y el primero que consigue desde que es padre. El número uno del mundo frustró la ambición de Murray de romper la maldición británica y de convertirse en el primer tenista de su país en adueñarse de un grande en 74 años, desde que lo hiciera su compatriota Fred Perry en 1936 en Nueva York.

Federer se llevó con comodidad los dos primeros sets y debió esforzarse en el tercero, definido en un emotivo y largo tie break, resuelto en el tercer match point, cuando un revés a la red de Murray cerró el pleito en 2 horas 41 minutos de juego. Así, el máximo favorito, Federer, volvió a levantar el trofeo en Melbourne Park, tal como lo había hecho en 2004, 2006 y 2007. Y prolongó su leyenda como uno de los más grandes tenistas de todos los tiempos. “No lo puedo creer. Jugué el mejor tenis de mi vida en las dos últimas dos semanas. Esto es un momento especial. Este público logra que dé lo mejor de mí”, señaló el suizo de 28 años. Además, Federer volvió a vencer en una final de Grand Slam a Murray, tras el US Open 2008, en el mismo escenario donde un año antes el suizo había caído en la final de Australia ante el español Rafael Nadal. “Eres demasiado bueno como jugador para no ganar un Grand Slam, no te preocupes por eso”, consoló el campeón a Murray en la ceremonia de premiación.

En la noche de domingo de Melbourne, y con un clima fresco que con lo justo dio tiempo para volver a abrir el techo retráctil del estadio cerrado poco antes por la lluvia, Federer arrancó como si fuera a aplastar a un Murray que parecía ausente. El suizo quebró para 2-0 ante un rival cauto, que no atacaba. Sin embargo, el escocés se despertó enseguida y se desquitó con un par de passing shots, con el suizo en la red, que recordaron el talento que poseía el aspirante a su primer Grand Slam, uno de los pocos con los que Federer tiene un record desfavorable, ahora de 6-5.

El británico dispuso de tres puntos de quiebre en el séptimo game, pero le faltó agresividad para concretarlo. Entonces Federer se recompuso y atacó en los momentos precisos para romper para 5-3 y luego alzarse con el primer parcial en 43 minutos. Murray había pagado un alto precio por no arriesgar en algunos puntos y siguió sin cambiar de estrategia. Y el suizo reforzó su dominio en el segundo set, obligando al británico al error o sacando a relucir su manual de winners (metió 46 tiros ganadores).

Con inteligencia, Federer quebró en cero para 2-1 y después se confió en las virtudes de su saque. Desperdició cuatro oportunidades de quiebre en el séptimo game y tuvo que esperar un poco más para subir a la red y sentenciar la segunda manga por 6-4 en 46 minutos. Daba la impresión de que lo único que podría salvar al escocés era una sucesión de errores en cadena del suizo. En el arranque del tercer set, con su saque, Murray se puso arriba por primera vez en el partido, en un momento de baja de Federer.

En el sexto juego, el suizo extrañamente se equivocó en la red, y el británico, con una derecha cruzada, quebró por primera vez, para 4-2. El público se entusiasmó ante la perspectiva de llegar a un cuarto set, pero Federer le echó un balde de agua fría pronto: levantó su nivel y rompió en el noveno game para forzar el tie break.

La definición llegó tras varios puntos memorables. Murray tuvo cinco puntos para set, pero no aprovechó ninguno. Federer, más ducho en estas lides, se equivocó dos veces, pero lo liquidó en su tercer match point. Levantó sus brazos al cielo, se tomó brevemente la cabeza y miró hacia el palco donde estaba su familia. Y sonrió.

A la hora de la premiación, Murray pidió perdón a los británicos por no haberles cumplido el deseo y derramó un par de lágrimas. Federer, presentado como el “maestro de los Grand Slam”, recordó que un año atrás el que había llorado era él. Ahora, y en su doble rol de tenista y padre, Federer demostró que lejos está de olvidarse de ganar.

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