OPINIóN
› Por Juan José Panno
Ya está. Terminaron. Ahora hay que empezar la cuenta regresiva. Cuatro años, más de mil cuatrocientos días, más de 35 mil horas para la próxima cita Ya estamos en plena etapa de Olimpíada, que en su acepción correcta es el período que separa a dos Juegos Olímpicos, y en este caso los de Río de Janeiro y los de Tokio. Dentro de cuatro años tal vez Paula Pareto sea la abanderada olímpica encabezando una numerosa columna de atletas, muchos de ellos con posibilidades de lucir orgullosos una medalla colgada del pecho. Que deberá ser así, claro, en la medida en que el gobierno nacional, tan proclive a los recortes presupuestarios, no ponga vallas en ese camino correcto que se empezó a recorrer hace más de una década.
Los Leones volverán a hacerle honor a su apodo cuando se presenten a la reválida de su título, siempre de la mano del Chapa Retegui, un tipo talentoso, realmente laburador, reconocido por todo el mundillo del deporte, que se ríe de la acusación de ñoqui con la que lo salpicaron hace un tiempo. A Tokio seguramente van a viajar selecciones argentinas masculinas y femeninas de handball y de voleibol que, con nombres rimbombantes o no, volverán a ilusionarnos con la posibilidad de encontrar un lugarcito en el podio, mientras la selección de fútbol llegará seguramente inmersa en crisis institucionales que la hundan si no hay un violento cambio de timón en la dirigencia y el boxeo aterrizará con el sueño de recuperar el sitial de gloria de otros tiempos, cuando ganaba medallas de todos los colores. Y estará Brian Toledo, en plenitud física, en su mejor momento, arrojando la jabalina con el empuje de un país entero para que se termine de entender la importancia de los Juegos Evita, que son el punto de partida de este atleta de origen humilde y coraje enorme. Dentro de cuatro años volveremos a empacharnos con los conocimientos del incansable Gonzalo Bonadeo y con las nobles campañas de juego limpio de Cachito Vigil, que tanto bien le hacen al deporte desde cualquier lugar que ocupe. Cuatro años faltan nada más para los Juegos Olímpicos y no hay que demorar en el trabajo de detección de nuevos talentos sin perder de vista nunca la importancia del deporte social que apunte a la participación masiva. Ya sabemos que dentro de cuatro años los corredores de Jamaica van a a dominar las carreras de corta distancia; que los lungos de la NBA seguirán jugando como gatos maulas; que en la vela y el tenis vamos a tener cifradas ilusiones; que los japoneses van a crecer notablemente; que vamos a extrañar mucho a Ginóbili, Nocioni y Cía. y que los yanquis acumularán más oro (de eso saben) que nadie. Ojalá, dentro de cuatro años, los siempre maravillosos Juegos Olímpicos nos lleguen a los argentinos en un contexto social menos triste y abrumador que este de hoy. Ojalá.
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